Por Jesús Saínz
La dopamina es una hormona producida en muchos animales, incluido el ser humano, la cual cumple funciones de neurotransmisor en el sistema nervioso, y cuyos niveles en el cerebro aumentan con el consumo de drogas como el alcohol.
Sus funciones en el cerebro son múltiples: afecta al comportamiento, la cognición, la actividad motora, la motivación, la regulación de la producción de leche, el sueño, el humor, la atención, y el aprendizaje.
Su deficiencia causa enfermedades, como la de Parkinson, y por ello también se utiliza como fármaco. La ingesta de drogas aumenta los niveles de dopamina en el cuerpo estriado del cerebro, fenómeno asociado con los comportamientos de adicción.
Hasta hace poco nadie había estudiado si el sabor y olor de las bebidas alcohólicas, además del alcohol, son capaces de aumentar los niveles de dopamina en el cerebro de los seres humanos. Un equipo de investigadores de Indianápolis (EE.UU.) ha mostrado que el sabor de la cerveza es capaz de aumentar el nivel de dopamina en áreas cerebrales que controlan mecanismos de recompensa y adicción, particularmente en personas provenientes de familias con un historial de alcoholismo. Para ello estudiaron cuarenta y nueve hombres con una edad media de 25 años y con un historial familiar de consumo de alcohol muy variado. En el estudio, unos probaron una bebida refrescante y otros probaron cerveza. Aquellos que probaron el sabor la cerveza tuvieron un aumento significativo de su deseo de beber y de sus niveles de dopamina cerebral en comparación con los que probaron un refresco. Este aumento fue más significativo en aquellos individuos con familiares alcohólicos de primer grado, lo cual indica que la respuesta al sabor y olor de la cerveza es más fuerte en sujetos con un mayor riesgo genético para el alcoholismo. Por tanto, el estudio concluye que es el sabor de la cerveza, y no sólo su contenido de alcohol, el que nos incita a seguir bebiendo y se asocia con el riesgo de alcoholismo.
La química cerebral de la adicción y el deseo sigue siendo un misterio, aunque hace mucho tiempo que se sabe que la dopamina está implicada, no siempre está claro cómo. Los resultados de la investigación mencionada muestran que un trago de cerveza, insuficiente para provocar la intoxicación típica del alcohol, es capaz de aumentar los niveles de dopamina en las zonas cerebrales relacionadas con la adicción. Es decir, que las propiedades organolépticas de la cerveza, sabor y olor, participan en los mecanismos que causan la adicción.
Estudios en animales y humanos habían demostrado previamente que las propiedades organolépticas de las drogas, independientemente de sus efectos embriagadores, estimulan la actividad cerebral en las zonas relacionadas con la adicción, pero nadie había estudiado si el sabor de la cerveza estimula en los seres humanos la liberación de dopamina. Los resultados de dicho estudio apoyan la hipótesis de que la dopamina, no solo hace la recompensa más placentera (la intoxicación), sino que aumenta la necesidad de dicha recompensa y por tanto la necesidad de seguir bebiendo.
Estos datos, por importantes que sean, no resultarán novedosos a los amantes de la cerveza, que siempre hemos sabido que la recompensa, y el placer de beberla, no están solo en la embriaguez que provoca, sino en sus deliciosos y variados sabores.
RECUPERANDO MATERIALES
Por Jesús Sáinz Maza
Un test genético de gran utilidad
(Publicado en Julio de 2008)
La Unión Europea financia desde el 2002 al consorcio de investigadores BloodGen para desarrollar métodos genéticos que caractericen la sangre. La empresa española Progenika, parte del consorcio, ha generado un ‘chip’ –BLOODchip- para ello. El ‘chip’ caracteriza, de forma rápida y sencilla, variantes de genes que definen los grupos sanguíneos.
El método actual, serológico, se basa en la caracterización de una moléculas, proteínas y carbohidratos, conocidas como antígenos, que están localizadas en la superficie de las células sanguíneas. Dicho método no permite detectar con precisión todos los antígenos. Ello da lugar a que algunas incompatibilidades pasen desapercibidas, y puedan causar reacciones inmunes. Se estima que una de cada 12,000 transfusiones genera reacciones adversas y una de cada 600,000 causa la muerte del paciente.
Un problema adicional lo padecen las mujeres embarazadas. El antígeno D, difícil de caracterizar mediante la serología, puede causar serios problemas al feto en caso de incompatibilidad con el de la madre. Se cree que, debido a la falta de precisión de los tests actuales, el 40% de las mujeres embarazadas reciben innecesariamente un tratamiento con fármacos para prevenir dicha incompatibilidad.
Genéticamente se pueden determinar con mayor precisión los tipos de sangre, evitando así reacciones inmunes adversas. Beneficiarios de estos tipos de test son las mujeres embarazadas y los pacientes que reciben transfusiones múltiples. Se espera que los tests genéticos detecten el 80%-90% de las incompatibilidades que pasan inadvertidas actualmente. Éste es un buen ejemplo de aplicación beneficiosa de la genómica.