Otra vez reanudamos la batalla

 Parece que el tropezarnos con idiotas cada cierto tiempo es el sino pollero.  Anteriormente fue un tal Daudén (el inútil jefe de prensa de la expresidenta Rudi) y ahora nos toca a la señora Fortuño, conocida como “Infortunio” entre sus compañeros.

   Su actitud hacia nuestra revista, excluyéndonos de las campañas que organiza el Ayuntamiento no sabemos en aplicación de qué criterio, nos obliga- de nuevo- a comenzar la batalla para que las cuentas de ese Gabinete de Comunicación (las blancas y las negras) afloren y los ciudadanos podamos saber a dónde destina y con qué criterios  los dineros que tiene asignados para el sugerente capítulo de “publicidad institucional”.
   Como primer paso, hemos registrado el pasado día 2 de noviembre, una instancia dirigida al señor alcalde de nuestra ciudad, tal y como es preceptivo. Esperamos con ansiedad la respuesta a nuestras inocentes peticiones que quedan expresadas en dicho escrito y que adjuntamos más abajo para conocimiento de nuestros lectores.

    Nos gustaría no tener que avanzar en un contencioso administrativo que sabemos que vamos a ganar porque no es justo que , entre otras cosas, la arbitrariedad de la Directora pueda, además, pedir el concurso de  abogados en nómina (es decir pagados  con dinero público) y nosotros tengamos que rascarnos el bolsillo para librar un pleito de libro que debería ser inexistente si la Directora de comunicación cumpliera con la Ley  y tuviera un mínimo sentido ético para garantizar  el cumplimiento del art.5.2 de la Ley 16/2003, de 24 de marzo, sobre la actividad publicitaria de las Administraciones Públicas de Aragón.

   
En fin, a ello vamos y con petición expresa al juez, en su momento, de que los daños causados a nuestro Pollo no sean  pagados   por el Ayuntamiento sino, como ejemplo para navegantes, exigidos del propio patrimonio de la Directora.  Tal vez esta sea la mejor manera de preservar el dinero público de decisiones arbitrarias y de mala fe.

   En la guerra estamos,  aunque nos pondremos bajo cubierto, ya que,  ciertamente, sabemos que, cada día que amanece, el número de tontos crece.

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