Pollerías (Abril)


Por Martín Ballonga

     ¡Un éxito sin igual del Pollo Urbano! Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores. 

     El madrileño (y zaragozano de adopción) Sergio del Molino acaba de publicar, a través de Libros del K.O., una biografía del turolense Francisco Tadeo Calomarde de Restacón y Arriá, el ministro de Fernando VII, al que sitúa entre “lo más oscuro, abyecto y olvidable de la historia”. Calomarde, la cosa está que arde.

  El premio Nobel de medicina Joshua Lederberg, el que descubrió que las bacterias hacen el amor, dejó dicho que la mayor amenaza del ser humano son los virus. “Y no está claro quién será el ganador”, declaró el sabio al que lo mató un estreptococo. Calomarde, la cosa está que arde.

  ¿Recuerdan a André Malraux cuando dijo aquello de que China es “el otro polo de la experiencia humana”? Y algo de eso debe ser cierto porque, si se fijan, llevamos meses haciendo exactamente lo contrario que los chinos. Y, encima, haciéndolo mal. Calomarde, la cosa está que arde.

 

  En estos tiempos de encierro obligatorio en casa, el velocista aragonés Carlos Berlanga ha podido practicar su disciplina ya que vive en un piso antiguo, de esos de pasillo largo, larguísimo. Sin embargo, la convivencia con los de la equitación o el waterpolo, pongamos por caso, puede volverse francamente dificultosa. Calomarde, la cosa está que arde.

  Otro que no para de entrenar, pero ya en un piso normalico, es el fondista turolense Agustín Moreno. Al no poder participar en la carrera maratón de Zaragoza, hizo los veintidós kilómetros en la pequeña terraza de su casa. Dio 2.110 vueltas en tres horas y 18 minutos. “De seguir el encierro, empezaré a correr hacia atrás”, ha dicho. Calomarde, la cosa está que arde.

  La policía a veces advierte y a veces denuncia a quienes salen a la calle sin justificación en estos días de práctica avanzada de reclusión hogareña. El que está en la calle con motivo actúa rápido y con tensión, casi con la conciencia situacional de un comando o de Chuck ‘Hostias’ Norris (¡ánimo, Chuck!), concentrándose en la misión (quiosco, panadería, farmacia, frutería, carnicería), manteniendo el perímetro de seguridad y neutralizando cualquier gesto reflejo aunque le pique la nariz. Calomarde, la cosa está que arde.

  Por el contrario, el que se está dando un paseazo (Pablo Echenique en su silla de ruedas, sin ir más lejos) va hablando con el móvil, girándose para ver el espectáculo y disimulando cuando pasa un coche patrulla. La policía intenta detectar al listillo. Y a los moralistas de las ventanas no les parecería mal que los agentes del orden añadiesen a la regañina o multa un par de disparos. En una pierna, claro. Tampoco hay que exagerar. Calomarde, la cosa está que arde.

  Augusto Assia fue corresponsal en el Londres del ‘Blitz’ y le sorprendió ver cómo había mucha gente que estaba contra la guerra y lo manifestaba sin ambages, pero cumplía a rajatabla todas las disposiciones del gobierno, incluso aquellas de las que más disentía. “Si se quiere una reacción rápida y contundente, no hay alternativa viable a la disciplina”, advierten gobernantes y súbditos. Calomarde, la cosa está que arde.

  El gran Julio Llamazares nos recuerda en un reciente artículo que Stephen Hawking predijo hace años que la humanidad no desaparecerá por una explosión nuclear, sino por un virus, y lo recordó Bill Gates en 2015 en un discurso que ahora se ha vuelto también profético: el peligro mayor para la humanidad ya no es una guerra, sino una pandemia vírica, y el gasto en sanidad e investigación científica, sin embargo, es infinitamente menor que el armamentístico. Calomarde, la cosa está que arde.

  También fue profético nuestro subdirector, Carlos Calvo, cuando presagió en la última nochevieja que el 2020 sería un mal año. No se equivocó. Ahora nos recomienda que, ante las inminentes lluvias torrenciales que van a sacudir nuestra comunidad, no salgamos de casa. Calomarde, la cosa está que arde.

  Las ciudades envejecen mucho los domingos, porque no hay casi nada abierto. Y lo de ahora es un domingo devastador, inmenso, con una inhóspita avanzada de cementerio. Y los muertos en adobo, por si los queremos ver cuando toque. Los balcones, ventanas o terrazas se han convertido en la red social de los edificios. Y en unas estafetas de afectos. De todo ello sacamos la conclusión de que también fueron visionarios Sergio del Molino con su España vaciada (o vacía, que no queremos líos con el malvado) y Paula Ortiz con su mediocre película ‘De tu ventana a la mía’. Calomarde, la cosa está que arde.

  Los vecinos asomados a las ventanas y balcones de sus casas nos recuerdan a los presos que se asoman a las ventanas enrejadas de sus celdas gritando para que oigamos sus quejas y peticiones. No vivimos entre rejas, nos advierte nuestro director, Dionisio Sánchez, pero sí colgados, asomándonos de vez en cuando para que nos vean y nos oigan los demás. Calomarde, la cosa está que arde.

  Lo del Vaticano, con Jorge Mario Bergoglio a la cabeza (del prepucio), es la proposición de un futuro raro. Ya saben, lo de sugerir trasladar la Semana Santa a septiembre. Vamos a ver, que la Semana Santa no es el festival del Mostachón de Utrera. Y lo decimos nosotros, que no somos precisamente buenos conductores de la electricidad mística. Calomarde, la cosa está que arde.

  Decididamente, Alberto Calvo –primo de nuestro subdirector- es un genio del humor somarda. Sus tiras de Supermaño dedicadas al confinamiento en el decano de la prensa aragonesa son magníficas. Y arden. ¡Que haga una sobre Calomarde!

  No se pierdan el cómic escrito por Javierre y dibujado por Juanfran Cabrera ‘Los caballeros de la orden de Toledo’, todo él repleto de aventura, intriga, acción y humor. Y protagonizado por Luis Buñuel, Federico García Lorca y Salvador Dalí en sus tiempos de la residencia de estudiantes en Madrid. Una época conflictiva pero también luminosa, de auge de la cultura, las vanguardias y los avances técnicos. Tras ser reclutados por la Institución Libre de Enseñanza para formar un grupo operativo en la sombra, Buñuel, Lorca, Dalí y Pepín Bello se enfrentarán a su primera misión rodeados de personalidades como Unamuno, Einstein, Gómez de la Serna y muchos más. ¡Abajo las caenas! Y a Calomarde que le den.

  “¿Sabes?”, le dijo Adán a Eva, “la pérdida del paraíso no fue, en realidad, una desgracia”. Feliz confinamiento, desocupados lectores polleros.

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