Por Martín Ballonga
Un éxito sin igual del Pollo Urbano que rompe todas las previsiones lectoras. Se trata de una sección con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores.
El calandino Javier Espada, director del centro Buñuel en Calanda, le señala el cielo al turolense Ignacio Escuín, nuevo director general de cultura del gobierno aragonés, y le dice: “¿Ves aquella nube que tiene casi la forma de un camello?”. E Ignacio (Nacho para los amigos) le responde: “Ciertamente que se parece a un camello”. Y Espada prosigue: “Pues para mí se parece más a una comadreja”. Y Escuín transige: “Tiene el lomo como de comadreja”. Y el calandino remata: “¿O lo tiene como una ballena?”. Escuín replica: “Es muy parecido al de una ballena”. Nada hay más interpretable que las figuras que se nos antojan al contemplar las caprichosas nubes. Eso o el milagro de Calanda.
Mientras tanto, algunos de los certámenes cinematográficos esparcidos por la geografía aragonesa verán un camello, otros una comadreja y los de más allá, dibujada con claridad meridiana, una ballena. De olvidados y no olvidados está el mundo lleno. De eso sabía mucho el gran Luis Buñuel.
“La otra noche soñé con Vicky Calavia y no pude contener la respiración”, musitó un perplejo Javier Espada después de leer en la revista ‘El Rolde’ un escrito de la susodicha sobre el autor de ‘Ese oscuro objeto de deseo’. En el sueño, Javier Espada se encuentra en el interior de un tren que está detenido en la estación a punto de salir. Fumando tranquilamente, apoyado en la puerta del vagón, de pronto ve a Vicky, la vikinga, caminando por la estación. Parece buscarle con nerviosismo, escrutando el interior del tren, acercándose vagón a vagón hasta que finalmente lo ve y se detiene ante él. Javier Espada la mira seriamente, de pie en la puerta del vagón, imposibilitando que pueda subir. Vicky, la vikinga, hace el intento una vez, dos… Y, a la tercera, Javier Espada le vacía un balde lleno de agua empapándola de arriba abajo, ante la mirada atónita del resto de los pasajeros. Luego el tren arranca y un hombre que dice ser sicólogo le pregunta a Javier Espada por lo que ha hecho. Sus razones. Su significado. Y Javier Espada le empieza a contar el motivo de ese balde lleno de agua. Como agua para chocolate.
“Soy conocedor”, dijo Ignacio Escuín (Nacho para los amigos), “de las enormes trabas que ha habido estos últimos cuatro años y trabajaré para restablecer y devolver la dignidad del sector”. Dicho y hecho. Ahí van los consejeros culturales de la DGA nombrados por él, en colaboración con la también turolense Mayte Pérez: José Luis Moreno (perdón, Melero), Antón Castro, Ángel Conte, Julia Millán, Antonio Pérez Lasheras, Mariano Anós, Pedro Avellaned, Miguel Ángel Berna, Rafa Campos, José Ángel Delgado, Emilio Gastón, Jorge Gay, José Luis González Uriol, Juanjo Javierre, Víctor Jiménez, María Lorente, Paula Ortiz, Agustín Sánchez Vidal, Alberto Sabio, Alfredo Saldaña, Óscar Sipán, Gaizka Urresti y Lina Vila. Este gabinete de sabios se fue a celebrarlo en un conocido restaurante de Ejea y brindaron con cava catalán al grito de “¡alambín, alambán, alambimbombán, Escuín, Escuín, y nadie más!”. La calma chicha de una burguesía endiosada en su cultura, satisfecha de haberse conocido. Ya lo dijo Solón de Atenas, “sírvete de lo aparente como indicio de lo inaparente”.
Un comité de sabios designado a dedo y sin más criterio que la afinidad política o personal. Estos sabios no representan a nadie, salvo a sí mismos, siempre barriendo para casa, y no se deben al mundo de la cultura, sino a quien los ha nombrado. Lean, sin ir más lejos, el tocho sobre el 120 aniversario del ‘Heraldo’, en el que escriben buena parte de ellos. El gallego Antón Castro, sin irse a Santiago, no puede evitar escribir de esos compañeros de la política cultural. O el vasco Gaizka Urresti, sin irse a Fuenterrabía, que titula su artículo sobre el cine en Aragón ’20 años de retraso’. Lástima de la errata, que omite el vocablo ‘mental’. O sea, ’20 años de retraso… mental’. Elemental, mi querido Gaizka Watson.
A la primera reunión de este consejo de sabios acudieron 23 de los 24 convocados, pues faltó Rafa Campos, director del teatro Principal, que excusó su ausencia después de que el concejal de cultura del ayuntamiento zaragozano, Fernando Rivarés, le recomendara no asistir. Ya lo dijo san Mateo, hay consejerías que son un cachondeo.
Se rumorea un plan secreto de la DGA para contrarrestar esa consejería cultural de burgueses acomplejados. Los mitos de la caverna están dejando ya de entretener a la especie, que pide bisontes de verdad y no pintados. En la sombra se ha nombrado un gabinete de zafios integrado por Juanjo Vázquez, Chus Tudelilla, Alfredo Romero (desde Zuera), Luis Alegre, José Luis Corral, Magdalena Lasala, Juan Bolea, Emilio Casanova, Enrique Larroy y Manolo Kabezabolo. Lo que hará este comité será vigilar al gabinete de sabios mentados. Como cantaba Julio Iglesias, la vida sigue igual.
Escuín podrá decir misa, como los opusitas, los chunteros, los sociatas o los de la universidad San Jorge, pero lo que tenemos claro es que no apuesta por un modelo cultural participativo, plural. La cultura popular y las culturas emergentes no están representadas. Se necesita abrir las puertas a la innovación y al desarrollo de una nueva producción y difusión que sea viable y sostenida en el tiempo. Lo demás es nepotismo (nepote en latín significa ‘sobrino’) y amiguismo. Como siga así, Escuín va a sufrir lo de la canción de Joaquín Sabina, que va a durar lo mismo que duran dos peces de hielo en un güisqui ‘on the rocks’. Al tiempo.
Desde el consistorio, Fernando Rivarés algo tendrá que decir, porque dijo que los lazos con el delegado cultural del gobierno aragonés eran necesarios e incuestionables. Ya Aristóteles definió la analogía como predicado, “en parte igual y en parte diferente”.
Según un informe del historiador Juan José Nieto, las pinturas de la sala capitular del monasterio de Sigena, retenidas en el museo nacional de arte de Cataluña, están en mal estado de conservación. El gobierno aragonés se ha puesto manos a la obra y llamará a Cecilia Giménez, la del ‘eccehomo’, para su restauración. Lina Vila, del comité de sabios diseñado por Ignacio Escuín (Nacho para los amigos), supervisará el trabajo de la artista de Borja.
El pabellón Príncipe Felipe pasará a llamarse polideportivo José Luis Abós. ¿Desde cuándo un pabellón polideportivo es objeto de disfrute de un solo deporte? ¿Desde cuándo los aficionados a un solo deporte tienen la capacidad de decisión de todos los habitantes de una ciudad y de una instalación de todos? El príncipe que ya reina, enojado, va a quitarle al equipo futbolístico de la ciudad el distintivo de ‘Real’. Con realeza o sin ella, Santisteve, sin inmutarse, planea también, si el Real Zaragoza sube a primera división, cambiar el nombre del campo de La Romareda por el del técnico zaragocista, o sea, estadio Ranko Popovic. Y al tercer día resucitó.
Lo del cambio de nombre del pabellón es lo que se dice un avance político crucial y, al parecer, aportará mucho a la mejora de las condiciones de vida de los habitantes de Zaragoza. De todos modos, ante el cabreo de muchos por esta medida, el equipo de redacción de ‘El pollo urbano’ propone, para equilibrar la balanza entre los detractores y los saludadores, cambiar de nuevo el nombre por el de pabellón Iñaki Urdangarín. Una cuestión de pelotas y así todos contentos. El concejal Pablo Híjar debería tomar en consideración esta propuesta.
Juan Alberto Belloch dejó sin pagar sentencias que le van a costar a Zaragoza más de 100 millones de euros. El caso salpica de lleno al consejero de hacienda del gobierno aragonés, el socialista Fernando Gimeno, que fuera hombre fuerte del gobierno municipal del exalcalde. CHA e IU también son corresponsables de la situación, al haber sido quienes estuvieron sosteniendo a Belloch en la alcaldía. Y ahora nos quieren vender que las cuentas de la comunidad autónoma las va a arreglar el mismo que ha arruinado las del ayuntamiento de Zaragoza. Hace falta tener jeta.
Mientras pasaba sus vacaciones en el bar (perdón, mar), Juan Alberto Belloch se compró unos prismáticos para ver a los barcos por el horizonte. Como comprenderán, se dedicaba a esos menesteres porque ya no se le ponía gorda, porque si se le pusiese gorda se iba a dedicar a ver pasar los barcos por el horizonte la madre de Juan Sebastián Elcano.
Enhorabuena a nuestra amiga la escultora Ana Nicolás, que ha fabricado la figura de Serafina, la cigarrera del Tubo, para la comparsa de cabezudos. De sus manos ya salió Azutero, y ahora vuelve a la carga con esta cabezuda, famosa por vender tabaco de contrabando. La asociación antitabaco de Aragón ya ha puesto el grito en el cielo. Ya lo dijo san Mateo, con mi puro te meneo.
El próximo candidato a cabezudo, a petición popular, será el de Ignacio Escuín, Nacho para los amigos. Se dudó, en un principio, si era mejor candidato para la comparsa de los gigantes o la de los cabezudos. Finalmente, se decidió que daba la talla para cabezudo. “Largo solo en el talle”, retrataba Francisco de Quevedo a Dómine Cabra.
José Luis Corral afirma que Humberto Vadillo fue el peor delegado cultural de la historia de la DGA. Puede que sí, pero lo que no dice es que todos que pidieron su dimisión se acercaron luego a él al ver que seguía. Con pleitesía. Sin ningún rubor. Hemos visto a todo tipo de artistas que han sido asimilados por el sistema de los gobiernos más reaccionarios, subvencionados por las corporaciones más capitalistas y alabados por los críticos más redundantes en su conspicua satisfacción de clase. Sucede en casi todas las ramas del arte y, al ver cómo y quién está detrás de estas actividades, parece que se está creando una suerte de nueva clase social que busca lo sublime, entrando en una especie de toma de conciencia crítica de salón, a modo de perfume elitista que además tapa los hedores de algunos comportamientos obscenos de los patrocinadores. El éxito de esta mordaza invisible es que nunca llega ese arte a las clases populares.
Los políticos son una raza encerrada en sí misma. Se tapan. Se aúpan. Se tiran al pozo. Pero todo queda entre ellos: la fiesta y el luto. Y se la suda que nos demos cuenta. Luisa Fernanda Rudi y Marcelino Iglesias se colocan en ese cenicero político que es el Senado, donde los irrecuperables se acumulan en racimos de sombra con dietas, coches oficiales y toda la mandanga que trae adosada un carguete de por vida. La mafia ganaba siempre en los hipódromos porque apostaba a todos los caballos, que además eran suyos.
El presidente de Telefónica, el aragonés César Alierta, hizo gala de su complicidad con la canciller alemana, Angela Merkel, durante la cumbre empresarial hispanogermana celebrada en Berlín. En el encuentro, donde participaba un amplio grupo de empresarios, el propio Rajoy y los ministros de economía y finanzas, Guindos y Schäuble, la presidenta del banco de Santander, Ana Botín, hizo uso del turno de palabra para preguntar a Merkel su opinión acerca de la necesidad de que Europa cuente con campeones nacionales. “El presidente de Telefónica se va a poner muy contento con esa pregunta”, bromeó la canciller.
La fundación José Antonio Labordeta, presidida por su viuda, Juana de Grandes, rindió homenaje –y van ochocientos setenta y seis- al cantautor y político aragonés fallecido hace cinco años. Tras depositar unas flores en el parque que lleva su nombre, se celebró un concierto. Antes de finalizar el acto, José Luis Moreno (perdón, Melero) propuso cambiar el vocablo de la ciudad inmortal por el del Abuelo. Así, la región aragonesa se compondría por Labordeta, Huesca y Teruel. Para más información, acudan a la web de la fundación.
Cumplidos los primeros cien días de alcaldable de Zaragoza Pedro Santisteve –por ahí lo llaman Santiveri, como el agua-, sus decisiones no han contentado ni a unos ni a otros. Ante la multitud de problemas que se le avecinan –IBI arriba, IBI abajo- y el tiempo de cortesía ya caducado, dijo, lacónico: “¡Necesito otros cien!”.
Juan José Vázquez cesó como gerente de la sociedad municipal Zaragoza Cultural. La funcionaria municipal Elena Laseca ha sido elegida por Fernando Rivarés para sustituirlo en el cargo. A su antojo, Vázquez le dio vuelo al dinero y lo que era un secarral se convirtió en orgía; y lo que era orgía llegó a bacanal. Solo le faltó abrir un pantalán para yates en el paseo de la Independencia. Que en sus sucesivos mandatos culturales hubo mamoneo y despelote lo saben los dioses. Fue la trampa de fingir vocación de servicio público cuando en realidad se trataba de mamoneos privados. Vicios privados, públicas virtudes.
Vázquez fue el último de los tres gerentes que tuvo el concejal de cultura Jerónimo Blasco en los cinco años que estuvo en el cargo. Su nombramiento en 2012 fue recibido con muchos recelos al achacársele los numerosos problemas de gestión que tuvo durante su paso por el departamento de cultura de la DGA. Entre otros, suscitaron polémica la fallida rehabilitación del teatro Fleta o el proyecto del espacio Goya. Ya en el ayuntamiento se vio envuelto en una controversia por el reparto de subvenciones culturales, dado que en 2014 resultó beneficiada una galería con la que colaboraba su mujer, Chus Tudelilla. Como dijo don Quijote, las cortesías enganchan cortesías.
Enhorabuena a Jorge Bustos y Julio Llamazares por las excelentes entregas sobre las rutas quijotescas que han publicado sus respectivos diarios, ‘El Mundo’ y ‘El País’, en la búsqueda de atrapar la consistencia de un carácter, la persistencia del casticismo. Para Bustos, “el turismo y la democracia han modernizado esos pueblos que atravesaba el Quijote como Azorín nunca se atrevió a imaginar”.
Por su parte, Julio Llamazares glosó en treinta artículos el viaje que don Quijote y Sancho Panza hicieron en la ficción desde su desconocido pueblo manchego hasta Barcelona, donde el hidalgo rindió sus armas y puso fin a sus aventuras. A mitad de camino, Llamazares se acercó a la oficina de turismo ubicada en la plaza España de la capital del Ebro, a pedir información al respecto, y se percató que en Zaragoza nadie tiene idea de que don Quijote y su suplantador –el de Avellaneda- están íntimamente unidos a la ciudad. Así, en el falso de Avellaneda, don Quijote entra en la ciudad por la puerta del Portillo, que era la natural viniendo desde Castilla, cruza la Aljafería y la “famosa calle del Coso”, y también describe el palacio de los Luna, hoy la audiencia de justicia, con sus “dos fieros gigantes que a la puerta están”.
En realidad, el hidalgo repudió Zaragoza por culpa de su impostor. A pesar de todos sus estudios, los cervantistas no se ponen de acuerdo sobre la verdadera personalidad que oculta el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, el falso licenciado “nacido en la villa de Tordesillas” que firma la edición del ‘Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’, aparecida con pie de imprenta de Tarragona el año 1614. La opinión más extendida es que se trata del aragonés Gerónimo de Passamonte, compañero de armas de Cervantes en las batallas contra los turcos y, como él, apresado también durante años por el moro y que parece fue el que inspiró el personaje de Ginés de Passamonte, uno de los galeotes que don Quijote y Sancho encontraron en un camino de La Mancha y que no quedaba muy bien parado precisamente en su descripción. Este detalle, junto con la enemistad que Cervantes y él mantendrían de antiguo, serían los que empujaron al tal Gerónimo de Passamonte, que no Ginés, a ridiculizar su novela a la vez que se adueñaba de ella.
También hemos disfrutado de iniciativas editoriales en torno a Cervantes. A la formidable edición definitiva del Quijote a cargo de Francisco Rico se sumaron las de dos voluntariosos escritores dispuestos, cada uno a su manera, a romper el tabú de la novela cervantina ofreciendo sus respectivas versiones, una aliviada de páginas (Arturo Pérez-Reverte) y la otra vertida al español de nuestros días (Andrés Trapiello).
La versión de Andrés Trapiello ha tenido benefactores y detractores. Entre los primeros se encuentran Fernando Savater, para quien esta versión no desmerece en la estantería de los clásicos. Entre los segundos, el bibliófilo zaragozano José Luis Moreno (perdón, Melero), el dramaturgo Francisco Nieva o el periodista Xavier Antich. Estos han seguido con auténtica estupefacción el incomprensible entusiasmo, generalizado hasta la unanimidad, que ha provocado la traducción al castellano del Quijote de Trapiello.
Para Carlos Calvo, redactor cultural y subdirector de ‘El pollo urbano’, que de ‘quijotes’ y ‘sanchos’ sabe un rato, la traducción de Trapiello no tiende a aligerar o banalizar el texto, sino a hacerlo inteligible. De la misma manera que leemos a los literatos extranjeros traducidos (¿o acaso leemos en el alemán o el sueco originales?), Trapiello traduce, por ejemplo, estas líneas del episodio de las bodas de Camacho: “Si no os picáredes más de saber más menear las negras que lleváis que la lengua, vos lleváredes el primero en licencias, como llevaste cola”. ¡Ah, las negras de las que hablaban los estudiantes!…
Sea como fuere, quizá haya que parar ya. Quizá lo conveniente sea dejar dormir en paz a Cervantes antes de que alguien se le ocurra celebrar el año próximo el centenario de su muerte con otras fórmulas recordatorias más rompedoras, otros cervantazos de ciego.
Noticia de última hora. Pablo Gargallo, resucitado por obra y gracia de Zaragoza Cultural, entró en el museo que lleva su nombre y se llevó toda su obra. Desaparecido en combate, la policía local, con la ayuda de la interpol, persigue su rastro. Mientras tanto, los técnicos culturales llenarán las salas del museo con una exposición de los bocetos, dibujos y pinturas que el cineasta Federico Fellini realizó durante el rodaje de su ‘Casanova’. Seguiremos informando…
