Excelencia tomatera: visitamos el imponente nuevo huerto de Ramiro Aznar

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Por Perico Liso

     Invitados por su propietario, Ramiró Aznar, acudieron a las afueras de Zuera donde están instalados los sobresalientes huertos municipales y donde el arquitecto disfruta de uno de ellos, el presidente del CICAT ( Club Internacional de Catadores de Tomate) Alberto París y Sánchez, director del Pollo Urbano.

    La cita tenía como objetivo almorzar en dichas instalaciones y certificar la calidad de su plantación de “tomate zaragozano” para que el propietario pueda participar legalmente y acreditado a cuantas catas desee presentarse en el ámbito local en primera instancia para, posteriormente y si así lo desea y cumple los requisitos como “hortelano tomatero con excelencia”, ir ascendiendo a las regionales, nacionales e internacionales.

   Los huevos, excelentes, estuvieron acompañados por unas extraordinarias longanizetas de la afamada carnicería Puyuelo y una abundante ensalada  de tomate zaragozano regado todo ello con un delicado vino tinto joven de la Rioja alavesa.

   Tanto las instalaciones como el tomate degustado  merecieron  todas las alabanzas y se le otorgó el certificado que lo acredita  como “Hote” (Hortelano tomatero con excelencia). ¡Felicidades al nuevo miembro, Ramiro Aznar, y bievenido al  CTZ  ( Club Tomatero Zaragozano)!

“Tomate zaragozano”
por Antonio Envid

    En tiempos llegaban desde las huertas de Ranillas traídos por madrugadores rabaleros hasta el mercado capitalino. Eran los tomates de Zaragoza, de los que se envanecía la ciudad. Hoy aquellas feraces huertas alimentadas por los nutrientes limos del Ebro en sus crecidas son casas-colmena habitadas por gentes que salen presurosas por la mañana a sus quehaceres atravesando un vulgar panorama de avenidas jalonadas de homogéneos edificios y surcadas por incesante tráfico. Por eso, cuando llamaron mi atención desde el escaparate  de la frutería, los miré incrédulo. Si señor, son de Zaragoza, bueno, de Utebo, que es mi pueblo, pero son de esa clase. Son los primeros de este año. Ya verá que buenos.

     El tomate que se cultivaba en la huerta cesaraugustana, hoy en proceso de extinción, era de una casta noble, digno de figurar en el gotha de las solanáceas. Me dicen que los científicos de Aula Dei custodian celosamente sus semillas en su banco de geoplasma, moderna arca de Noé, a la espera de una refundación del mundo sobre bases auténticas. Perteneciente a la más antigua nobleza rural, sus especímenes son más bien grandotes, de aspecto rústico, pero su piel, fina y delicada, muestra un hermoso color entreverado de verde y rojo. Sale a la mesa como si llegara de una cruenta batalla, heroicamente hendido por su mitad, mostrando su roja y jugosa pulpa, y, a pesar de tan cruenta herida, reidor y alegre, y la boca se llena de jugos a la vista de tan atractivo alimento. Su noble sabor, un punto dulce en su acidez, no precisa de otro aditamento que un polvo de sal y un generoso chorro de aceite de esas aberquinas de la tierra, pequeñas, sabrosas y sufridas.

    Para la preparación de este regio tomate hay que servirse de gestos cuasi litúrgicos, como para un sagrado sacrificio: se corta por la mitad atravesando su fina y delicada piel, con movimientos precisos y solemnes; sobre ambas mitades, mientras su jugosa sangre fluye, un polvo de sal y un generoso chorrito de aceite virgen. Tras este rito de consagración sale a la mesa para ofrecerse en una alborozada eucaristía a todos los comensales.


Fuente: http://servando-mibarricada.blogspot.com.es/2012/06/mito-y-teoria-del-tomate-de-zaragoza.html

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