Exquisito solomillo de novillo en El Condumio


Por Antonio Conejo Villarejo
Fotografías: Rafael Esteban

     Días pasados fue toreado un novillo en plaza de la finca “Los espartales” (propiedad de Ramón Olid en Belchite) por el fotógrafo Francisco Cano “Canito, nacido en 1912 (99 años), siendo asistido en la faena por el novillero valenciano Jorge Expósito, “Juanjo” de la Escuela de Torrero y Adolfo Campos, director de un programa taurino en Radio La Ribera de Algemesí (Valencia)



    Una vez matado el toro, un utrero de nombre “carnicerito de Chernobil”, nuestro amigo Ramón Olid,( presidente de la Federación Aragonesa Taurina y de la Peña Taurina de Torrero) tuvo la gentileza de destinar un excelente solomillo del bicho para que otro amigo, Carlos Sáchez, propietario del Bar Restaurante El Condumio, (Plaza de Santa Cruz en Zaragoza), se ejercitara elaborando un extraordinario guiso que fue celebrado por todos los asistentes a tan singular degustación.



   Y para deleite de nuestros lectores, aquí está la receta del inspirado cocinero extremeño ¡y que se repita!:

Guiso de toro de la abuela al estilo de Campillo

Ingredientes:

-800 grs. de carne de toro
-Sal
-Un poco de pimienta
-Una cebolla grande
-2 cabezas de ajos
-2 patatas
-Medio litro de vino tinto
-Una taza de aceite
-3 cucharadas de vinagre
– Una hoja de laurel
-1/2 kilo de papada de cerdo cortada en finas lonchas

Elaboración

    Coger una buena puesta de carne para que salga jugosa. En un puchero se echa el aceite, cuando está un poco caliente se van echando los trozos de la carne de toro se rehoga un poco y se echan todos los ingredientes, los ajos son mejor enteros. Las patatas se parten pequeñas como los dientes de ajos, se echan por encima y cuando han cogido un poco de color, se echa el vino y el vinagre, se tapa bien (con papel de estraza). Se cuece durante dos horas y se sirve en base de lonchas de papada blanca de cerdo

Francisco Cano «Canito»

   Francisco Cano Lorenza nace en Alicante, en el barrio de La Goteta, el 18 de diciembre de 1912. Es hijo de Vicente Cano, que actuó de novillero con el apodo «Rejillas». Su padre montó un pequeño negocio de alquiler de sillas y toldos, en el que Canito dio sus primeros pases a una res, que se había escapado del Matadero.

   A los 17 años, Cano prueba fortuna como boxeador, dentro del peso mosca. (Se iguala por su talla a otro gran fotógrafo taurino, Pepito Aguayo, que llegará a ser el cámara de Luis Buñuel). Prueba luego otro de los caminos clásicos para escapar de la pobreza, en aquellos años: se tira al ruedo de Alicante, como espontáneo, en una novillada y va a parar al calabozo. Debuta luego como sobresaliente junto a las novilleras hermanas Palmeño. Interviene en algún festejo en Orihuela, en Alicante, sufre su primera cornada…

   Durante la guerra vive en Madrid, lo acoge y esconde en su casa su gran amigo Gonzalo Guerra Banderas, que le introduce en el mundo de la fotografía; es ayudante de laboratorio en una fábrica de cosméticos y sigue intentando ser torero. Utiliza primero una máquina Brownie; luego, una Leica, a la que acopla un tubo, a modo de objetivo. No pocos se burlan de este «torero-fotógrafo». Pero él tiene la ventaja de que conoce las dos técnicas: sabe captar el momento adecuado, en el que brilla el arte o se produce el percance…

   Decide Cano dejar el traje de luces y vivir de la fotografía. Poco a poco, le van encargando reportajes los maestros: Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez, Luis Miguel Dominguín… En Alicante, consigue las mejores fotografías de un percance que sufre Manolete.

   Más adelante, colaborará Cano con publicaciones como ABC, Marca, El Ruedo, Aplausos… Pero ha sido básicamente lo que en la profesión se llama un freelance, de acuerdo con su temperamento: “A mí me gustaba la independencia, la libertad”, afirma el fotógrafo.

   Mantiene una estrecha relación con la familia Dominguín, especialmente con Luis Miguel. A fin de que le saldara unas deudas, Cano le acompaña a Linares (Jaén), donde obtiene el mayor éxito profesional de su carrera, lo que le marca como fotógrafo para siempre: es el único reportero gráfico que está en Linares la tarde trágica y que hace un reportaje de la cogida y la muerte de Manolete. Las imágenes que tomó Cano aquella tarde y la madrugada siguiente dieron la vuelta al mundo. Obtuvo un beneficio ecónomico mínimo por ellas, pero Cano quedó ya para siempre como el fotógrafo de la muerte de Manolete. Fotografió el cadáver amortajado del diestro con el crucifijo entre las manos, y a su viuda desconsolada por el fin de un amor imposible. Estas imágenes tuvieron gran repercusión en la prensa e impacto en la sociedad, ya que la mayoría de los españoles conocía al torero sólo por sus declaraciones de voz en la radio, y las fotos de Cano descubrieron también el rostro del mito.

   Hoy Cano sigue viajando de ruedo en ruedo para seguir captando instantáneas del arte taurino que tanto le fascina. Su trayectoria comienzó a los 30 años, y hoy sigue en activo, acumulando 67 años de profesión y 97 años a las espaldas.

   Después de más de seis décadas como profesional, su archivo fotográfico posee, sin duda, una riqueza excepcional.

Fuente: http://www.ganaderoslidia.com/webroot/canitof/canitof.html

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