Pollerías (verano 2024)


Por Martín Ballonga

Por Martín Ballonga

     ¡Un éxito sin igual del Pollo Urbano! Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores


   “
No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”, decía Oscar Wilde. Las plumas más representativas de la escena literaria fueron las protagonistas de la feria libresca 2024 de Zaragoza, confirmándose el parque Grande Labordeta como el lugar idóneo para esta celebración.


   Ahí pudieron encontrar los visitantes las muchas y diversas novedades de las editoriales locales, nacionales e internacionales, porque la palabra, desocupado lector, es el tesoro más grande que tenemos. Escribir, para Francisco Umbral, “es la manera más profunda de leer la vida”.


   Se puede leer la vida, ciertamente, en infinidad de libros. Incluso los malos libros no dejan de ser una manifestación incondicional por la cultura, aunque no siempre los intelectuales lo han tenido tan claro, pues personajes como René Descartes, en el pasado, mantenían que “los malos libros provocan malas costumbres y las malas costumbres provocan buenos libros”, lo cual resulta todo un tratado de filosofía.

 
  ¿Para qué sirve un libro, ya sea bueno o malo, auténtico o mediático? ¿Qué está leyendo? Con estas preguntas nos acercamos el equipo de redacción de ‘El Pollo Urbano’, con Dionisio Sánchez a la cabeza, para que contestaran, si les placía, las ilustres personas a las que abordamos en esta feria libresca. Pasen y vean.


   Claudia Pérez Forniés (consejera de Educación del Gobierno de Aragón): “Como elemento decorativo. Me explico. Aunque no aparezca reseñado en los manuales de bricolaje, el libro es un excelente motivo decorativo que luce un bonito salón. Para ello, hay que elegir con criterio los tomos de los libros que vayamos a comprar para que hagan juego con los sofás o el mueble del comedor. Esta alternativa es mucho más práctica que comprar falsos tomos de cartón que nos hagan enrojecer cuando invitemos a algún amigo lector y descubra el truco al intentar hojear un presunto libro”.


   Víctor Serrano (concejal de Urbanismo e Infraestructuras del consistorio zaragozano): “Como potenciador muscular. O sea, si desea modelarse un cuerpo de culturista y no tiene dinero para comprarse un juego de pesas, utilice sus libros. Comience sus ejercicios con libros de bolsillo y antologías poéticas. Vaya subiendo de peso, semana a semana, hasta acabar los ejercicios con los ‘Episodios nacionales’ de Galdós. En unos meses, lucirá unos bíceps que serán la envidia de sus amigos”.


   Alejandro Nolasco (vicepresidente primero y consejero de Justicia de la DGA): “Como elemento de castigo. A ver. Desde tiempos inmemoriales, los libros han sido utilizados como instrumentos de castigo mucho más efectivos que el tradicional látigo o fusta. Basta con hacer que el castigado coloque sus brazos en cruz y colocar sobre las palmas de sus manos sendos libros, dependiendo su tamaño de la severidad de la punición. Ideal para reconducir la educación de los hijos revoltosos o para añadir un punto sadomasoquista a sus relaciones sexuales”.


   Mar Vaquero (portavoz y vicepresidenta segunda de la DGA): “Como soporte para fijar muebles. Para esa mesa que cojea porque el fabricante no era muy diestro en carpintería, o nos la vendió a mitad de precio, nada mejor que un libro. Olvide las cuñas de madera, que producen molestas astillas, y coloque un ejemplar debajo de la pata más corta. Seguro que encontrará en su biblioteca el tamaño adecuado para subsanar elegantemente su defecto”.


   Octavio López (consejero de Fomento, Vivienda, Movilidad y Logística): “Uno de los lugares más tranquilos para leer es el cuarto de baño. Algunos adelantados a su tiempo se han hecho construir en sus viviendas bibliotecas en el excusado para no perder el tiempo cada vez que el vientre aprieta. Pero en los duros momentos en que se sufren dificultades de defecación, la elección del libro adecuado puede ayudar a aligerar el cuerpo sin riesgo de padecer hemorroides”.


   Manuel Blasco Marqués (consejero de Medio Ambiente y Turismo): “A mí leer, lo que se dice leer… Bueno, sí, algún tebeo. De hecho, el programa que he diseñado en torno al medio ambiente y la sostenibilidad se centra en un tebeo para concienciar a los jóvenes sobre el ahorro del agua. ¿Sabía usted que en cada baño se consumen doscientos litros de agua mientras que con una ducha solo la mitad? ¿O que el treinta por ciento de la que se consume en un hogar se va por el retrete? Para dar ejemplo, en mi casa de Zaragoza, que tiene cinco baños, ya está el fontanero trabajando”.


David Arranz
(portavoz adjunto de Vox): “Leo mucho. A veces, demasiado. En un mismo día puedo leer una hoja parroquial, un prospecto de aspirinas, el pasquín de un vidente, la frase guarra en los aseos de una taberna, un SMS que me desconcierta o incluso un libro. Leo tanto, así es, que, en ocasiones, lo esencial se me escapa”.


   José Miguel Martínez Urtasun (crítico gastronómico): “Dicen los expertos que un pueblo que no se ilustra corre el riesgo de embrutecerse. Pero seamos realistas, pues un pueblo que no tiene nada que leer no es en absoluto más peligroso que aquel otro que carece de algo para masticar. ¿Alguien duda de que al pueblo llano se le calienta la cabeza justo cuando se le enfría la cocina?”.


Carmen Puyó (especialista heráldica de reseñas cinematográficas): “Paso de los libros en papel. Yo soy de tableta. El papel, solo para envolver. La tableta que más me gusta es la de chocolate con leche. La de chocolate puro y negro para ciertos momentos. Y si tienes el día goloso porque acabas de ver una película de Pedro Almorrana, pues te puedes comprar tabletas de chocolate con avellanas. O con almendras. O con pistachos, que las hay. O, si la economía no va muy boyante, de cacahuete repelado frito. ¡Qué ricas las tabletas!”.


   Irene Vallejo (escritora): “El libro es un fruto del árbol del conocimiento. Yo prefiero el libro de papel, objeto tangible. No tengo nada contra el libro electrónico, pero prefiero el papel porque es un producto del árbol y los árboles son una de las mejores cosas del mundo. Logros de la naturaleza. Algo así decía Epicuro. ¿O era Cicerón? El libro de papel es una pieza aromática, una bomba intelectual, un misterio plagado de ideas y pasiones que encienden la cabeza y el corazón del lector”.


   Un vagabundo
: “¡Para libros estoy yo! Le estaba dando de comer a mi compañero Rufus y una patrulla de la policía local de los cojones me pide la documentación del chucho. Como no tenía papeles, llaman a la perrera y se lo llevan. Y aquí estoy, solo, abandonado, sin mi única compañía, que me la han quitado, doce años después de haberle criado, cuidado, siempre fiel. No hay derecho. No hay vergüenza. Y lo matarán estos burgueses hijos de mala madre…”.

Artículos relacionados :