Corte y poda de carrascas del ISSIPU

 


Por Lolita Piedrahita

   Como ya viene siendo tradicional, a primeros de Marzo se efectúa la poda y corte de las carrascas preceptivas en las zonas que tiene adjudicadas el Instituto Superior de Silvicultura Improductiva del Pollo Urbano (ISSIPU) en Hinojosa del Campo (Soria) con destino a leña.

   Estas operaciones se llevan a cabo siguiendo los estrictos criterios de los forestales de la zona que a petición del Instituto pintan con un spray azul aquellas carrascas que han de dejarse para lograr el clareo adecuado para su mejor desarrollo. Lo mismo ocurre con la poda que ha de realizarse siguiendo  criterios que signifiquen, en definitiva, una mejora para el árbol.

   A esta labor, en el límite del tiempo autorizado, se aplicaron Sánchez y Oscar Saura que dejaron sobre el terreno las ramas y árboles cortados para, con posterioridad, proceder a su troceo y transporte hasta su lugar de almacenaje. Operación de la que daremos debida cuenta en el próximo número y que constituye una excelente excusa para reunirse buena parte de los miembros de la familia del responsable del Instituto.

   «La poda se basa en el desequilibrio que se produce entre las ramas y las raíces del árbol, al reducirse la parte aérea pero no la parte radical, que sigue intacta, suministrando la misma cantidad de savia bruta o ascendente hacia los receptores verdes encargados de su transformación en savia elaborada.

El árbol tiende siempre a equilibrar la balanza entre suministradores y receptores, formando tallos y hojas suplentes (no incremento del grosor del tronco) y con ellos también frutos. La savia, que en principio estaba destinada a las ramas cortadas, pasa tanto a las ramas que han quedado en el árbol como a las yemas nuevas.

Es evidente que la cuantía de las ramas cortadas no puede rebasar ciertos límites, que vienen impuestos por diversos factores: la edad de la planta, el suelo, clima, la competencia con otros especímenes, las plagas, etc.

Las podas excesivas o inacordes con la situación del vegetal traen como resultado un desequilibrio inestable que provocará desde la perdida de productividad, longevidad prematura y hasta la muerte.

Otro importe factor que puede agravar las consecuencias de una poda, son los cortes y las heridas que se producen al eliminar las ramas. Estos se convierten en vías de entrada de hongos, insectos, etc., causando enfermedades, perdida de perímetro fisiológico, pudriciones, y oquedades máximas cuando los cortes no cicatrizan. La pronta y total cicatrización de las ramas cortadas es un factor limitante de la poda que siempre hay que tener en cuenta.

Pese a lo que pueda escucharse en el campo, e incluso a algunos técnicos, las podas no son necesarias para la vida del arbolado. Debemos tener en cuenta que los encinares existieron por sí solos desde miles de años antes de la aparición de los primeros podadores. Por el contrario, en general suelen acortar la vida del arbolado.

No obstante, las funciones de la poda pueden ser las siguientes:

-Dar la forma adecuada al árbol o mantener la ya lograda (poda de formación).

-Incrementar o mantener la producción de bellota (podas de mantenimiento).

-Producir leñas, ramón y bellotas (podas de producción).

-Reconstituir el follaje de árboles decrépitos (podas de rejuvenecimiento).

   Las podas reducen el crecimiento diámetrico del árbol, y por tanto, su capacidad de cicatrizar las heridas, y favorecen la entrada de enfermedades y plagas al interior del árbol, a cambio si están bien realizadas, mejoran su producción (MONTOYA OLIVER, J.M., 1993).

Fuente: http://encina.etotana.com/9-6-7.htm

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