Lo más parecido al Paraíso

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Por Jorge Álvarez 

  Es lo que le espera al viajero al llegar a Colonia del Sacramento, en Uruguay. Desde Madrid son 13 horas, en vuelo directo hasta Buenos Aires. ¿Y por qué a ese sitio? Porque vale la pena pasar un par de días en una de las grandes capitales del mundo.

   Recorrer sus calles, con fachadas que nos muestran un paisaje urbano parecido a Madrid es a todas luces recomendable. La tierra del tango vale la pena y más aún si el viajero lleva euros o dólares en su bolsillo. Desde el puerto se observa al majestuoso “charco”, el Río de la Plata, que comparte con Uruguay.

  Una vez repuesto de la travesía y en un viaje de una hora, hay 3 empresas que lo realizan a diario, vía ferry se accede a la ciudad de Colonia del Sacramento que da pie al título de esta nota. Las naves son cómodas, el viaje un placer porque se puede incursionar en la tienda un free-shop que abre sus puertas con una gran oferta de bebidas, perfumes, gastronomía y ropa.

    O sea que por un poco más de medio día estará en una tierra que encierra, que guarda y exhibe orgullosa vestigios de la colonización española y portuguesa en sus calles y en sus construcciones. Esta ciudad es uno de los 19 departamentos en los que se divide el país y es “la puerta de entrada” más elegida para ingresar a suelo uruguayo. Colonia del Sacramento fue declarada por la UNESCO como “Patrimonio de la Humanidad” por la conservación de su patrimonio. Es decir que quien, como yo, la elige es para descansar de una manera plena y sin sobresaltos.

     El casco viejo conserva el empedrado original de sus calles que se remonta a varios siglos atrás y encierra, en unas cuantas calles, la historia con bares y restoranes muy pintorescos que se pueblan de voces de turistas del todo el mundo. Las cámaras de fotos y las filmadoras no están en sus estuches ni un momento porque todo el paisaje “exige” al viajero atesorar esas imágenes.

     La vida discurre entre gente educada y formal que está dispuesta a ayudar al turista en todo momento e incluso a enseñarles a beber el mate en bombilla, la bebida por excelencia del país, a quienes lo soliciten en un bar hablando en el idioma del viajero. La ciudad es ideal para recorrerla caminando, sin apuro, o se puede alquilar un coche similar a los carritos de golf para movilizarse hasta las playas.

    Tanto la hotelería como la gastronomía son de un nivel muy bueno. Entre los primeros destacan hoteles que van desde 3 a 5 estrellas junto a las posadas y el hostel, la opción para los más jóvenes. Todo lo descripto hasta ahora es muy conveniente al cambio con respecto al peso uruguayo. Con la caída del Sol que se “hunde” en el Río de la Plata se encienden las luces multicolores de los pequeños bares de la Rambla en contraste con los grandes establecimientos de la avenida principal. Rincones con mesas iluminadas por velas crean una atmósfera ideal para compartir un trago, una cerveza con una picada de jamón y quesos. O de mariscos. O una pizza. El vino uruguayo, la variedad Tanat, es muy bueno y va bien para acompañar al célebre asado rioplatense.

    Salones de té ofrecen algunas opciones ideales para quienes quieren obviar la cena y esperar al nuevo día mirando el río sentado en un bar bebiendo de a sorbos un bourbon a la luz de velas. Y si tiene suerte presenciar un ensayo para el Carnaval de la murga y su música, el candombe que hace bailar a todos por su contagiosa alegría. Bueno hasta acá llego. No se arrepentirá el día que decida conocer esta tierra. De usted depende conocerla.

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