Por Marshall
Si lo tuyo es el cicloturismo, o el ciclismo en general, sin duda Eslovenia es una buena elección. Yo me plantée el viaje sin grandes planes pero, desde luego, terminaría superando mis expectativas. En principio, mirando el mapa, si algo hay en Eslovenia son cursos de agua. Ríos de aguas…
…increíblemente transparentes que pueden servir de guía para cruzar el país. Una idea refrescante que resultaría no serlo tanto.
Me pilló una ola de calor en que se batieron récords en los Alpes Julianos, que ocupan buena parte del Noroeste del país, tanto de temperaturas absolutas como de días consecutivos de calor extremo. Nada distinto a lo ocurrido en toda Europa, pero que hizo más dura la pedalada. Una situación climática que ha superado los simples episodios y que empieza a ser preocupante.
Lo primero fue llegar allí. Para los aragoneses está ahora un poco más fácil. Por mi parte llegué a Eslovenia vía Venecia. Al aeropuerto Marco Polo llegan cientos de vuelos diarios, entre los que se incluyen dos semanales desde Zaragoza. Y el recorrido desde Venecia, a poco más de cien kilómetros de la frontera eslovena, es plácido y lleno de lugares interesantes.
Aeropuerto Marco Polo-Gorizia en bici (Ruta aproximada)
Ya que la cosa iba de ríos, hay varias opciones para cruzar la frontera. La más habitual por Trieste, pero yo elegí Gorizia, o Gorica en esloveno, que se extiende a los dos lados de la frontera natural que es el río Isonzo.
Gorizia es una ciudad con su parte barroca, parte neoclásica y con un burgo encaramado a una colina desde la que unos cientos de metros nos separan de la frontera. Calles empedradas, bastante encanto y algunas cuestas. Un poco antes está Gradisca de Isonzo, un pequeño pueblo amurallado de estructura barroca.
Al otro lado del río Isonzo Nova Gorica es una ciudad de casinos, locales de dudosa reputación y muchos centros comerciales que hacen competencia a Italia con precios más baratos. La ventaja: nada más pasar la frontera tienes varias alternativas para pedalear, una de las cuales es un trayecto señalizado paralelo al río, que se transforma en el Soča al otro lado de la frontera y acompaña un recorrido montaña arriba hasta su nacimiento.
El Soča es un río de aguas cristalinas que conduce al Parque Nacional de Triglav a través de pequeñas poblaciones bastante tranquilas. Imprescindible tomarse un rato para aprender sobre el escenario bélico de las Batallas del Isonzo en la I Guerra Mundial. 300.000 vidas se perdieron en una serie de encarnizadas batallas que terminaron en tablas. Especialmente interesante el museo de Kobarid, localidad que es, a la vez, una buena puerta de entrada al Parque Nacional.
En todo el trayecto una buena muestra de playas fluviales para todos los gustos. Debido a la ola de calor pasé buen tiempo a remojo. Cascadas, excursiones para todos los niveles muy bien señalizadas, paisajes alpinos idílicos y algo inevitable: subir.
En un parque tan montañoso como el de Triglav es inevitable toparse con unas cuantas cuestas y un puerto de montaña que es el auténtico coloso de Eslovenia: el puerto de Vrsic, paso asfaltado más alto del país.
Un puerto que también tiene su historia, más allá de su pendiente media del 14%. Es la conocida como carretera de los rusos, construida por prisioneros de guerra de este país en torno a 1916 y que tiene, aparte de las espectaculares vistas a los Alpes Julianos, una capilla ortodoxa rusa atendida por un guía espontáneo que explica la historia de la obra.
Nova Gorica a Puerto de Vrsic (aproximadamente)
También puedes llegar a odiar a los moteros y su ruidera, que se antoja tan inapropiada en ese escenario. Miles de ellos visitan el país y recorren las rutas más habituales. Por suerte hay unas cuantas zonas en las que hay carriles segregados para bicis y rutas alternativas, pero en los espacios naturales la carretera es única.
De las posibilidades del Triglav opté por descender hacia la pequeña ciudad de Kranjska Gora, de evidente aire austriaco, como hay varias en Eslovenia.
Todas las ciudades del Imperio austrohúngaro tenían una gran plaza rectangular en torno a la que se agrupaban los centros del Poder terrenal y celestial y que ejercía de mercado. Es un modelo que encontraría también en Kranj, Novo Mesto o la misma Liubliana.
Una cómoda ciclovía junto al río Sava, otro río que me acompañó muchos kilómetros, te cambia el escenario a la industrial Jesenice: una urbe horrible dedicada a la metalurgia y que es útil como parada de aprovisionamiento.
¿He dicho ciclovía? Eslovenia, en los últimos años, se ha vuelto un destino muy popular, pero, además, saben de las condiciones naturales y el atractivo como lugar para todo tipo de ciclismo y han hecho una inversión en infraestructura ciclista que me atrevería a decir los sitúa en los primeros puestos de Europa. Podrás encontrar información, señalización específica y alquiler de bicis casi en cualquier punto del país.
Desde allí se vuelve a terreno natural protegido y es sólo un paso hacia la postal por excelencia de Eslovenia: el lago Bled.
El Bled es un pequeño lago glaciar con una isla central, la única en Eslovenia, en la que hay varias construcciones y dominado por un castillo. Todo esto en un entorno de bosque templado y ríos. El inconveniente: está muy bien comunicado y recibe miles de visitantes al día que generan un tráfico infernal en unas carreteras bastante angostas.
Ni pensar en alojarse allí o tomar ni un café. Los precios son prohibitivos para una economía mediterránea. Pero un paseo y un baño en el lago, por supuesto. Mejor si pillas el atardecer (tuve suerte) y luego sólo queda seguir el curso del río Sava.
El río Sava es muy simbólico en la historia de la desaparecida Yugoslavia. Une varias de las que fueron sus más importantes capitales y desemboca en el Danubio en Belgrado. También cambia el paisaje que pasa del bosque montañoso a extensiones de cereal, praderas y bosque de ribera.
Para llegar hasta Liubliana desde casi cualquier punto del país, hay varias ciclorutas que esquivan la saturada carretera estatal y, por ejemplo, nos permite disfrutar de Kranj, una ciudad también netamente imperial, que ha hecho de la cerámica su banderín de enganche.
Cuando hablo del Imperio me refiero al vasto reinado de los Habsburgo. Es por ello que en todo el trayecto uno va encontrando el águila imperial, escudo de esta dinastía. A ella se deben buena parte de los edificios más esplendorosos de Eslovenia.
Kranj es casi un pueblo grande, como muchas de las cabeceras administrativas eslovenas, pero merece la pena disfrutar y pasear sus calles y exposiciones. Dede allí es otro paseo de cicloruta por campos de cultivo que deja en la capital, a la que dedicaré una entrada aparte. Una ciudad que me encantó. Por cierto repleta también de bicis y con todas las facilidades para moverte en ella.
Desde Liubliana hay varias opciones, todas ellas interesantes. Por mi parte un tercer río me iba a acompañar, en este caso el río Krka, palabra que se antoja impronunciable, así que yo metí una e aleatoria y parece que me entendían. Sería una constante. Muchas palabras de esloveno o serbocroata son una sucesión de consonantes que se antoja impronunciable, pero la buena voluntad local ayuda a entenderse.
Tomé rumbo Sudeste hacia Novo Mesto y, ya de paso, atravesé una de las zonas donde resiste la exigua población de lince boreal del país, no lejos de Zuzemberk, villa amurallada que tiene a este animal por escudo.
El paisaje volvió a cambiar a zonas de bosque mixto y moverse por carreteras secundarias y pistas es lo ideal. Es fácil cruzarse con corzos y ciervos y prácticamente no hay turismo.
La pega fue la lluvia. Hasta llegar a la costa una borrasca me acompañaría varios días, acompañada de vientos racheados que hicieron incómoda la pedalada, unido a los sube-bajas marca del país.
Novo Mesto es una pequeña ciudad somnolienta encajada en un meandro del río que visité con un buen chaparrón pero que merece un buen rato. Todos sus alrededores tienen castillos, villas amuralladas y es la capital de Baja Carniola.
Decidí seguir el curso del Krka y llegar a una de las zonas con más población de osos de toda Europa (hasta 600 ejemplares hay en Eslovenia) y un modelo de convivencia al tiempo que atractivo turístico.
La zona está especialmente despoblada y los alojamientos son pocos. En la zona del macizo de Sneznik y bosque de Zdrocle se encuentra una de las pocas extensiones de bosque virgen en Europa. De hecho recientemente fueron declarados patrimonio de la Humanidad.
Noches de lluvia, un erizo que viene a saludar, jabalís rondando… Todo un paraíso natural y la pedalada siguiendo un río que es frontera me llevó a Croacia. Pero esa es otra historia.
Ficha técnica.
19-27 Julio 2022.
Parada de dos días en Liubliana
Distancia aproximada 556km.
Desnivel positivo 5200m
Bicicleta VSFarradmanufaktur Deore T-300
Alforjas Ortlieb, parrillas Tubus y Racktime.
El blog del autor: http://yosiplauma.blogspot.com/2022