‘Tocata’, de Ricardo Huerga, y otros acordes (y desacuerdos)


Por Don Quiterio

  ‘Tocata’. El tema del miedo, que a todos nos afecta y muy particularmente a los jóvenes, es apasionante y cinematográficamente ha dado mucho de sí.

    Una vez más, y con la extrema sensibilidad que le caracteriza, Ricardo Huerga (‘Enredados’, ‘Un minuto más’, ‘Una historia de ruido’, ‘Linke!’, ‘True colors’) convoca a algunos de sus alumnos del instituto zaragozano de secundaria Pedro de Luna para la realización del cortometraje ‘Tocata’, según un guion de Marco Martínez, que nos habla, esto es, de esa sensación de agobio que no te deja respirar, pensar o actuar. El miedo escénico de un joven estudiante de piano –interpretado por Eduardo Marín- sirve de motor al profesor cineasta para evocar otros temores, desde las relaciones íntimas hasta el rechazo familiar. El pánico, nos dice un filósofo alemán contemporáneo, no brota del alarmismo, sino que es el alarmismo el que brota del pánico.

  Llegará un día en que nuestra historia, todo lo que somos y tenemos, no habrá existido para nadie. Por eso existe el pánico, pues no podemos dar por descontado que llegue un futuro que nos recuerde. El miedo, el pánico, es la versión neopagana del apocalipsis. El escenario inspira a los personajes de ‘Tocata’ un temor metafísico. Y el realizador parece evocar aquella teología del delirio de masas a cargo de Hermann Froch, para quien “pánico total” significa éxtasis negativo. En ese miedo, en efecto, se vive una desesperación metafísica, es decir, la incorporación del yo a la ruina del mundo. El pánico, como el sarampión, solo se pasa una vez. O tal vez no.

  Todos los participantes de ‘Tocata’, desde los intérpretes hasta los iluminadores, pasando por las funciones de producción, montaje, música, vestuario, ambientación o sonido, contribuyen al buen acabado de este pequeño gran acorde. Ahí están, para corroborarlo, Carlos Gil, Andrea Sierra, Leyre Fuertes, Alexandro Cerezo, Isabel Gil, Nuria Pérez, Lucía Castillón, Óscar Cubero, Clara Beltrán, Irene Usón, Raquel Martínez, David Guerrero, Elena Lasheras, Chantal Prados e  Isabel Górriz. Como siempre, Huerga nos sumerge en una historia emocional, sentimental, una vieja conversación familiar que a todos nos reúne. Un admirable relato, al fin y al cabo, de vida y vínculos, de pensamiento pretérito y contemporáneo, con unos adolescentes que encuentran reflexiones que les interpelan.

  Con el encanto de los sobrios encuadres, los primeros planos, la cámara lenta (y rápida), los momentos oníricos, los travelling, la presentadora Natalia Delgado o las voces interiores de Ariadna Morón, Javier Mendoza, Luna Lozano o Gisela Medina, ‘Tocata’ nos habla, en realidad, de la libertad, esa voluntad de tener el valor de abrir la puerta. La mental. La cultural. La tradicional. Significativo, por tanto, es el momento de cambio de escena a través de las puertas. Al más puro estilo del cineasta soviético Lev Vladimirovic Kulechov, el pionero que demuestra la fuerza de la asociación de ideas y la creación de estados de ánimo mediante el montaje.

  Acaso tendemos a ordenar y clasificar las cosas. Somos seres que necesitamos de un orden, ya sea externo, ya sea interno, que gobierne nuestra vida. Y nos haga pensar que tenemos todos los aspectos bajo control. Desde esa perspectiva, el caos, como variable no esperada, no tiene cabida. Hacemos uso de etiquetas que ordenan nuestro mundo como ordenamos nuestra habitación, aunque seamos conscientes de que el polvo, como elemento entrópico, va a seguir posándose. Del mismo modo ocurre con el miedo escénico (o del tipo que sea), que nos paraliza al enfrentarnos –culturalmente- a los demás.

  Tenemos una tradición que ejerce de elemento de orden, sí, pero mentalmente nos puede bloquear. Se tienen ganas de hacer algo, pero te sientes incapaz. Por miedo nos hundimos, pero hay que nadar hasta encontrar la orilla. Lo primero, y fundamental, es cuidar y fomentar nuestra autoestima, que es la que nos da fuerza para enfrentarnos a lo que más tememos. Ese paso es capaz de hacernos vencer cualquier tipo de miedo. ¿Quién no tiene algo que superar o vencer?

  Al final, el ‘otro’ yo del joven pianista desencadena los aplausos del respetable ante la tocata interpretada. Un magnífico desenlace aderezado, como broche, con la actuación de la pareja de ballet clásico formada por las bailarinas Sofía López y Lucía Larrosa. ¿Quién dijo miedo?

  ‘Una taza de café’. Entre el ensayo fílmico y el videoarte se desarrolla este cortometraje de suspense dirigido por Rosa Gimeno (‘Bailar al son’, ‘Un sueño breve’, ‘Mallarmé’, ‘Sin conexión’), en el que cuenta la tranquilidad de un probable asesino ante su posible víctima, que después de consumar el hecho (o no), con su navaja de barbero ensangrentada, se toma una taza de café mientras mira, absorto, la televisión. Una pieza interpretada por Antuán Duchamp (Toni Delcamp del’Arpa), también autor de la banda sonora, y con fotografía a cargo de Santiago García. Aparecen del mismo modo pinturas de la artista Asun Valet, citas de Oscar Wilde (“La belleza de lo cotidiano”), dibujos animados de Los Picapiedra o se incide en los colores blancos, grises, rojos y negros. Cine experimental que parece hacerle un guiño a Tim Burton y su barbero diabólico –el de la calle Fleet-, y que nos habla, en su armónica composición, de lo frágil de la ligereza del pensamiento y lo contemplativo frente al peso de lo circunstancial y lo rápido. Como la obra de Asun Valet.

  ‘Lo Gorrorroi’. Primera película en aragonés inspirada en las creencias populares sobre unos diminutos seres mágicos de los Pirineos. El argumento cuenta la historia de un pequeño y travieso habitante del valle de Bielsa, una suerte de gnomo con gorro rojo, y la acción está ambientada en la guerra civil, cuando el duendecillo tiene que emprender, para escapar, un viaje a Francia. Se trata de un corto de doce minutos dirigido e ilustrado por Saúl Irigaray, con guion y narración de Chusé Raúl Usón, según el libro homónimo que ambos publican en 2016 para Garabato Books, la editorial que coordina el propio Irigaray. La parte técnica de animación corre a cargo de la alumna de la escuela de arte de Zaragoza Patricia Sánchez, como proyecto de fin de carrera. La pieza también cuenta con las voces y las músicas de los vecinos de Bielsa.

  ‘Zoel García de Galdeano, el legado’. Mediometraje documental realizado al alimón por Pedro Miana y Mirella Abrisqueta (autora igualmente de ‘Cicatrices de piedra’ o ‘La bolsa de Bielsa’, este último codirigido por José Ángel Delgado), en el que se propone descubrir al personaje del título, uno de los pioneros que dedica su vida a saber y dar a conocer las matemáticas, y autor de la primera revista científica española dedicada exclusivamente a esta disciplina. El documental sigue sus pasos por Pamplona, Toledo, Madrid, París y Zaragoza, ciudades que marcan su vida. Navarro de nacimiento, García de Galdeano fallece en la capital del Ebro en 1924 y encarna el espíritu divulgador, modernizador y europeísta de la ciencia en el cambio de siglo. ¿Acierta Napoleón Bonaparte cuando concluye que “los sabios buscan la sabiduría, los necios creen haberla encontrado”?

  ‘Recosiros’. Documental de Vicky Calavia, la que tiende palabras con María Moliner, sobre la literatura en aragonés, centrado en doce escritores -y escritoras, que no quiero líos- de los siglos catorce al veinte (Nieus Luzia Dueso, Chuana Coscujuela, Gregorio Oliván, Juan Francisco Aznárez, Pedro Arnal Cavero, Enrique Bordetas, Cleto Torrodellas, Veremundo Méndez Coarasa, Francisco Solana, Vicente Solano, Ana Abarca de Bolea, Johan Ferrández d’Heredia), según los textos de Óscar Latas. No faltan los bustos parlantes, marca de la casa, de Marta Marín, Conchita Girón, Rafel Villader, José Ángel Sánchez, Víctor Juan, Pilar Benítez, Chusé Inazio Nabarro o el propio Latas. ¡Qué lata!, que diría Juan Luis Buñuel.

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