El patrullero de la filmo: El testamento de Andrzej Wajda


Por Don Quiterio

   La filmoteca de Zaragoza ha programado ‘Los últimos años del artista: Afteringe’ (2016), de título original ‘Powidoki’, el testamento cinematográfico del polaco Andrzej Wajda, que fallece al poco de terminar su rodaje.

    Con un guion de Andrzej Mularczyk y una banda sonora a cargo de Tadeusz Mieczkoswki, el filme es un homenaje al pintor vanguardista polaco Wladislaw Strzeminski, quien a pesar de haber perdido un brazo y una pierna en la primera guerra mundial, y de haber sufrido el acoso del estalinismo, que incluso destruyó parte de su obra, se mantuvo como una de las figuras artísticas más importantes de Polonia, lo mismo que el propio Wajda, que también sufrió guerra y persecución. Un emocionado retrato de un pintor enredado en los complicados acontecimientos históricos bajo, esto es, el régimen de Stalin, que pone de relieve la importancia de la libertad interior y supone un sincero reconocimiento de un gran artista hacia otro.

  Wajda rueda tantas películas fallidas como logradas, pesadas como el mármol o efervescentes como la revolución. Participa en la resistencia polaca durante la segunda guerra mundial. Estudia pintura en la escuela de bellas artes de Cracovia. Se gradúa en 1952 en la prestigiosa escuela de cine de Lodz, donde realiza tres cortometrajes. Junto a Jerzy Kawalerowicz y Wojciech Has, es el cineasta polaco más importante de los que empiezan en la década de 1950. Después viene la generación de la diáspora capitaneada por Roman Polanski y Jerzy Skolimowski, quienes se van de Polonia por los motivos ideológicos por los que Wajda se queda, aunque también rueda en Francia y Alemania. Gran admirador de Aleksander Ford, uno de los maestros de los albores del cine sonoro polaco, Wajda es su ayudante en ‘La juventud de Chopin’ (1952) y ‘Los cinco de la calle Barska’ (1954). También es guionista en filmes de Konrad Nalecki y de Bohdan Poreba. Dirige su primer largometraje en 1955, ‘Generación’, primera entrega de la llamada “trilogía de la guerra”, junto a ‘Kanal’ (1956) y ‘Cenizas y diamantes’ (1950), un conjunto que contiene ya todo el talento y todos los matices de su sensibilidad poética. Su universo, en el que menudean los motivos heroicos y trágicos, se refleja a través de un romanticismo brutal, viril y cruel, y es extraordinariamente brillante y complejo, lírico y barroco, lúcido y audaz. En algunas de sus obras se consagra al tema de la Polonia de su tiempo en filmes a menudo influidos por la temática occidental.

  Wajda pertenece a la generación que conoce los horrores de la guerra y lucha en la resistencia, realidad humana dolorosamente vivida –y poéticamente expresada- que aflora patéticamente en sus filmes ambientados en la época de la contienda: “Dios nos ha dado a los directores de cine dos ojos para que por uno veamos a través del objetivo y por el otro estemos atentos a lo que sucede a nuestro alrededor”. Un grupo de cine que cambia la retórica primaria existente por las amargas fábulas ( Kazimierz Kutz), la minuciosidad documentalista (Jerzy Hoffman), la introspección histórica (Janusz Morgaenstern), la lucha por la liberación (Jerzy Passendorfer), las animaciones (Kazimierz Urbanski) o las personales visiones de los más vivos problemas (Stanislaw Rozewicz).

  De temperamento directo y sincero, que pasa de lo pintoresco a lo emotivo, Wajda se ha considerado a sí mismo como un “violento romántico” y ha reconocido que “ese modo de vida y de pensamiento se vuelve difícil en una sociedad estabilizada”. Siempre ha intentado –y en esto recuerda a su compatriota Andrzej Munk- ilustrar la toma de conciencia de que los actos heroicos o generosos no pueden realizarse si son inútiles, pero que, sin embargo, “en cada hombre hay, a lo mejor, una inspiración”. Buena prueba de ello es su prolífica filmografía, con casi una cincuentena de títulos en su haber: ‘Los brujos inocentes’ (1960), ‘Samson’ (1961), ‘Las puertas del paraíso’ (1967), ‘La caza de las moscas’ (1969), ‘Paisaje después de la batalla’ (1970), ‘La tierra de la gran promesa’ (1974), ‘La línea de sombra’ (1976), ‘Las señoritas de Wilko’ (1979), ‘El director de orquesta’ (1980), ‘El hombre de hierro’ (1981), ‘Danton’ (1982), ‘Crónica de los sucesos amorosos’ (1986), ‘El anillo del águila coronada’ (1992), ‘Pan Tadeusz’ (1999), ‘Katyn’ (2007), ‘El junco’ (2009), ‘Walesa, la esperanza de un pueblo’ (2013)…

    Esta obra testamentaria de Andrzej Wajda, interpretada por Boguslaw Linda, Aleksandra Justa, Bronislawa Zamachowska y Jacek Beler, se ha incluido en un pequeño ciclo del cine polaco más reciente, que la filmoteca de Zaragoza ha programado y por el que han desfilado los largometrajes de ficción ‘Ostatnin rodzina’ (Jan Matuszynski, 2016), la asombrosa historia del pintor surrealista Zdzislaw Beksinski y sus atípicas relaciones familiares con el trasfondo de la Polonia de las décadas de 1970 y 1980; ‘El síndrome de Amok’ (Kasia Adamik, 2017), en torno al escritor y fotógrafo Krystian Bala, y ‘Slonce, to slonce mnie oslepilo’ (Anka y Wilhelm Sasnal, 2016), nueva versión de la novela de Albert Camus ‘El extranjero’.

  Junto a estos filmes, también se han programado un un buen puñado de cortos polacos de reciente producción, tanto animaciones, ficciones o documentales: ‘El baño’ (Tomasz Ducki, 2013), ‘Escondido’ (Piotr Szczepanowicz, 2009), ‘Best friend’ (Przemek Adamski, 2013), ‘Una tarde’ (Izabela Plucinska, 2012), ‘Debut’ (Katarzyna Kijek, 2016), ‘Weizi’ (Zofia Kowalewska, 2016), ‘Levadura’ (Artur Hanaj, 2015), ‘Educación’ (Emi Buchwald, 2016), ‘Tres conversaciones sobre la vida’ (Julia Stanieszewska, 2016) y ‘Juega conmigo’ (Milena Dutkowska, 2016) .

  Se han podido ver, igualmente, dos filmes englobados en unas jornadas libertarias de CGT: el documental español dirigido por Valentí Figueres ‘Vivir de pie’ (2009), con el esclarecedor subtítulo de ‘Las guerras de Cipriano Mera’, y la coproducción francobelga ‘Dos días, una noche’ (2014), de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, un drama ambientado en una zona industrial cerca de Lieja, donde una trabajadora en una fábrica de paneles solares tiene que luchar por su puesto laboral frente a sus propios compañeros. Con el apoyo de su esposo, esta mujer solo dispone de un fin de semana para convencerlos de que renuncien a una prima para que ella pueda mantener su empleo. Son las terribles horas de la realidad social y profesional de una trabajadora acogotada por su empresa y dejada al albur de la conciencia de sus compañeros. Magnífico filme, de los autores de ‘La promesa’ (1996), ‘Rosetta’ (1999), ‘El hijo’ (2002), ‘El niño de la bicicleta’ (2011) o ‘La chica desconocida’ (2016).

  Finalmente, la filmoteca ha programado dos piezas documentales dirigidas respectivamente por los zaragozanos José Manuel Herraiz y Verónica Sáenz, ‘Buscando a Djeneba’ (2003-2014) y ‘Gurs, historia y memoria’ (2017). El primer trabajo trata sobre una mujer albina de Mali llamada Djneba Traoré, que el realizador (‘Suenen los tambores’, ‘El pez’, ‘Agustín Sanz, el arquitecto fiel’. ‘En un lugar llamado Foces’, ‘Limbo’, ‘Los cielos españoles’) conoció cuando era adolescente, a la que hizo una entrevista para un cortometraje estrenado en 2008. Ahora retoma su figura pasados los años junto a la sueca Sophie Sarin, quien regenta un hotel en ese país africano. Es la historia de ese reencuentro, de la peripecia vital de una mujer africana musulmana que se sabe especial por su albinismo, una condición genética rara, no una enfermedad. Esta condición afecta a la agudeza visual, lo ven todo peor, y también deben protegerse del sol.

  ‘Gurs’, por su parte, es un recorrido por la historia del campo de refugiados francés del título, que estuvo activo durante la guerra civil española y la segunda guerra mundial, y en el que estuvieron multitud de aragoneses. Hizo de lanzadera con los campos de exterminio nazis, pues si en un principio sirvió de refugio para todos los republicanos españoles, terminó como ‘almacén’ de siete mil judíos alemanes. Entre testimonios (de Dorita Biec, Raimon Villalba, Esperanza Martínez o Emilio Vallés), fotos de época e imágenes en movimiento, se va hilvanando un relato que no ha terminado de contarse. El campo quedó destruido tras la invasión aliada a la Francia ocupada, por lo que la realizadora (‘A vinos’) reconstruye el emplazamiento gracias a la animación de Paco Roca, a partir de los detalles y relatos que cuentan los familiares de los exiliados. Con producción de Fernando Yarza y Anabel Beltrán, participan en ‘Gurs’ Luisa Gavasa y María José Moreno (voces en off), Pablo Contreras (banda sonora) y Julián Casanova (documentación), además de Severino Pallaruelo o Yosu Chueca. Memoria e historia.

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