Inter-animación


Por José Joaquín Beeme

    Kubo regala a mis ojos una vieja y muy querida alternativa a la animación que llamaré in-between, animación dentro de la animación, quiebro secuencial del estilo dominante en un largometraje donde se prueban, por vía de juego y hasta desafío, otras técnicas de dibujo, color, composición, montaje.

     Cuando los animadores de la Laika ponen en movimiento las figuras de origami, alarde de gracia y levedad, moviliza mi memoria de espectador la borrachera sicodélica de Dumbo, el rotoscopio Fleischer para el Submarino amarillo y su lisérgica Lucy, las carambolas de Roger Rabbit mientras Algo se cuece, el desquiciado baile fosforescente de Oogie-Boogie en Pesadilla antes de Navidad, la pixelización galopante de ¡Rompe Ralph! o, ahora mismo, los tatuajes en danza de Vaiana/Moana. La vena díscola, no pocas veces, ataca en los mismos títulos de apertura: la escuela Disney abunda en esto (Robin Hood, 101 Dálmatas, Los Increíbles, Monstruos S.A.), y los sucesivos Kung Fu Panda, el Tintín spielbergiano… O de clausura: Ratatouille, Wall-e, Lego movie… Por no hablar de las dos Fantasías o de Allegro non troppo, que son una continua celebración de la discontinuidad imaginativa. Por eso esta nota, de imposible exhaustividad, es una (auto)invitación a buscar y encontrar más rupturas heterodoxas, más giros inesperados en la larga vida de la toon-anarquía.

Artículos relacionados :