Por Andrés Sierra
Las flores estaban muy bonitas, y no era precisamente primavera, si no más bien entrado el otoño.
Claro, yo estaba mirando una floristería, y ya se sabe, incluso en el crudo invierno también hay flores muy bonitas, que vendrán de donde vengan, tal vez, muy seguramente, haciendo miles de kilómetros.
Es como los melones fuera de temporada, a saber de donde vendrán y los kilómetros hechos aunque, en realidad hay tantísimos productos viajando de un lado para otro que da mucha rabia ese gasto energía cuando al lado hay lo suficiente cerca de donde uno vive y poder comer. Claro está, si queremos gambas de Huelva y estamos viviendo en los monegros, habrá que traerlas, como no.
Es una cuestión de vivir “alegremente”, alguien decía: ser pobres pero vivir como ricos.
Me he repetido una y mil veces, qué culpa tengo yo. Intento hacerlo todo cuanto puedo lo mejor posible –igual es poco, no lo sé- pero me lo propongo.
Peor también soy consciente de que los poderosos, no les interesa para nada lo del cambio climático, están a lo que están, es decir, ganar dinero tener poder, etc… ¡buena gente, claro que sí!. Un funcionamiento evidentemente nefasto.
Esas personas son malas porque sí, no les queda otra, pero de cualquier forma podrían tener interés en ayudar a los demás, sobre todo a los pobres, así que acabaré con mi último ¿poema, pensamiento? Y dice:
Somos malos; a veces
hasta somos buenos.
Espero que todo vaya bien.