“Milagro de seducción” / Raúl Navarro


Por Raúl Navarro «Kynos»

 *Diario / / Cannes, 12 de mayo de 2003.

    La fina lluvia mojaba las calles, semidesiertas a esa hora de la noche. Las 22 horas mas o menos… ¡Rápido! Me dije.

    Y me hundí mas en mi gabardina gris.  Apretando el paso, pues quedaba medio kilómetro aun para llegar al Majestic Barrière. El lujoso hotel donde Laura se alojaba dos días, para recibir el homenaje que el prestigioso y glamuroso festival de cine de Cannes, le rendía. ¡No podía llegar tarde! Además, para la destacable “ocasión” había alquilado un traje en una distinguida tienda del bulevar de La Croisette. Y estaba realmente nervioso, si… ¡No era para menos! Había soñado tantas veces con aquel momento. Y estaba ahora tan cerca de el… Que mis oídos creían escuchar su voz femenina susurrante, atrayéndome. Por fin llegué. Un impecable coche oscuro aguardaba aparcado bajo las escaleras. Mientras un tumulto de paraguas , fotógrafos y medios de prensa se arremolinaban en la entrada, junto al toldo esperando a la diva del celuloide. Tras dar varios empujones, pude avanzar entre la gente, seguro de que mi “lugar”, debía estar aun más cerca, en primera fila. Los flashes brotaban en oleadas de ráfagas de las cámaras, en destellos de luz… clich, clich ,clich

   Y Laura Elena Harring apareció. Sobrenaturalmente seductora, flotando sobre aquellas amplias escaleras… Como una virgen vestal entre mortales. Sus “imposibles” labios y un vestido verde de lentejuelas completaban el milagro. Al pasar cerca de mí, su abanico dorado cayó sobre la alfombra roja. Los “gorilas” se acercaron apresuradamente preocupados. Pero fui más rápido. Laura  les hizo un gesto con su mano y no tuvieron mas remedio que detenerse tras ella. Así que me agaché y lo recogí, devolviéndoselo como un caballero. Estaba hipnotizado por sus ojos… Entonces Laura acerco su boca a mi mejilla y me dio un tierno y cálido beso…

    ¿Porqué haría aquello… y delante de tanta gente? ¡Nunca lo sabré!… ¡La gloria es tan hermosa y a la vez tan efímera! Tras aquello, los guardaespaldas se la llevaron rápidamente y la metieron en la limousine. Durante unos instantes Laura, tras el cristal del vehículo, mantuvo en mi una mirada curiosa y apasionada… Fueron unos breves instantes. El coche arrancó suavemente… Y yo quede solo,  perplejo en sus ojos  atrapado por aquel espejismo.                      

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