El triunfo del oligopolio: ¡Renovables si pero no así!


Por José Luís Cester

   Más de cien años llevan las grandes eléctricas concentrando el mercado para su mayor beneficio. El monopolio es a las empresas lo que la mayoría absoluta es a los partidos: el Nirvana.

    Pequeñas centrales de generación fueron construidas a principios del siglo pasado construidas por empresas locales para dar energía al entorno. Con el tiempo se integran para conseguir economías de escala y mejor estabilidad de la red. En ese proceso iban creciendo empresas de mayor tamaño. Sin ánimo de explicar toda la historia del sector eléctrico en España, llegamos desde E.R.Z., Sevillana y otras hasta la actual ENDESA. Y desde Hidrola e Iberduero a la actual Iberdrola. Con las otras empresas del oligopolio ha sucedido algo similar.

   Cuando han tenido dificultades el estado las ha ayudado tal y como sucedió con las centrales nucleares. Era por el interés general. Y en el caso de ENDESA, después de conformar un gran grupo saneado, se vendió a la empresa pública italiana Enel.

    En la década de los años dos mil se inició un proceso de liberalización del mercado en la parte relativa a la actividad de comercialización. Ellos mantenían toda la generación y la distribución. Con mayor o menor acierto se ha llegado a una situación en la que ellos han perdido una cuota en la comercialización del veinticinco o del treinta por ciento. Eso ha tenido como consecuencia una mayor competencia en el mercado y por tanto una mejora y estabilización del precio para los consumidores. El mercado ha funcionado razonablemente bien hasta el momento actual en el que se han puesto de manifiesto muchas deficiencias que habrá que subsanar.

    La distribución, que la realizan las propietarias de las redes eléctricas, no se discutió. Esa actividad es monopolio regional de cada una, es una actividad que no tiene riesgo empresarial pues cobran según lo que regula el BOE (muchas veces “redactado” por ellos) y les da por tanto un beneficio seguro y sin posibilidad de tener competencia en un futuro cercano.

   La generación, antes de la decidida apuesta por las energías renovables, también era toda de ellas. Sólo una pequeña cuota del mercado de comercialización quedaba fuera de su control.

   Después de la aplicación de directivas europeas y tras una resistencia numantina por su parte, se eliminó el peaje al sol. Fantástico: ¡ya se puede hacer autoconsumo!. Pero éste tropieza de nuevo, y de frente, con la capacidad de la red de distribución. Y ¿de quién es esa red?, de los mismos.

     Qué bonito sería que, con el autoconsumo, cubriendo todos los tejados, el problema energético y de sostenibilidad se resolviese. Pero no hay capacidad en la red ni superficie de tejados suficientes para eso.

    Pero la tecnología de generación renovable ha mejorado y su coste se pone al alcance de competir con el mercado eléctrico. Y además las grandes se confían y descuidan la ocupación de las capacidades en las subestaciones permitiendo a nuevas iniciativas independientes reservar esa capacidad de evacuación.

     El bien más preciado en la actividad de construcción de nuevas plantas de generación, la obtención de los permisos para conectar y evacuar la energía, es solicitada por una gran cantidad de empresas independientes.

    Esto, después de la construcción de dichas plantas, permitirá que, en el mercado eléctrico, además de los cuatro grandes, haya más oferta de venta de energía posibilitando una mayor competencia reduciendo el control que tiene el oligopolio.

       Pregunta: ¿alguien piensa que después de más de cien años concentrando el sector eléctrico van a permitir fácilmente dejar escapar el monopolio?

     Con Franco las grandes compañías eléctricas ganaron la batalla a la industria. Se convirtieron, de hecho, en un fin en sí mismas, en lugar de ser un medio para mejorar la competitividad de las empresas españolas.

    En Aragón tenemos una grandísima oportunidad: viento, sol y espacio suficiente. Y muchas iniciativas empresariales independientes de las grandes eléctricas. Estas iniciativas compiten para desarrollarse contra las grandes que, en muchos casos, además, están en mejor posición pues son propietarias de las redes de distribución y de los centros de transformación donde se conectan las nuevas plantas de generación.

    Todos ellos, para el desarrollo de las nuevas plantas de generación, se tienen que poner de acuerdo con el territorio. En muchos casos son felizmente recibidos, pero en otros no. Y las energías renovables hay que ponerlas donde hay recurso: viento y sol. La ubicación de las renovables no tiene mucha flexibilidad.

     Agricultores de subvención, supuestos ecologistas de ciudad y los abonados a la queja continua, se han levantado al grito de ¡RENOVABLES SÍ, PERO NO ASÍ!

    Deberíamos hacer una reflexión, todos, antes de cargarnos una iniciativa que permite mejorar el mercado y desvincularnos de los combustibles. Y esto no será un camino corto ni fácil.

   Sin entrar en una relación detallada, las consecuencias de una protesta visceral poco razonada pueden ser las siguientes:

-Los ayuntamientos tendrán menos recursos y por lo tanto menos capacidad de asentar territorio

-Los propietarios de los suelos se quedan sin una mayor renta que legítimamente pueden obtener por la oposición de agricultores o ganaderos que los tienen cautivos

-Aragón pierde oportunidades de implantación de más industria con acceso a energía asequible

    Sin duda, lo que puede suceder es que las iniciativas independientes, exhaustas ante tantos obstáculos, abandonen con pérdidas importantes de dinero y garantías, dejando libre la evacuación para que más adelante las de siempre desarrollen el parque de renovables a su ritmo y por supuesto manteniendo el control del mercado. Esa es la misma canción de siempre.

    Cierto es que hay que cuidar el medio ambiente. Pero para eso están las medidas correctoras. Nada se pretende hacer sin cumplir la ley, ni sin asumir compensaciones. Pero cuanto más tardemos en independizarnos de los combustibles, más tiempo tendremos que pagar precios desorbitados por la energía. Y si se hace al ritmo marcado por el oligopolio para que sigan siendo los dueños del desarrollo renovable, ellos seguirán marcando el precio de la energía en el futuro.

   Los que dicen renovables sí, pero no así, creen luchar contra el oligopolio. Pero, o se engañan, o nos engañan. Y esto nada tiene que ver con lo que hacía Franco con los pantanos, les echaban de la tierra y punto. Ahora se puede negociar.

    ¡Ojo! Todos sabemos de sobra que hay movimientos supuestamente legítimos y honestos, alimentados por quienes tienen intereses espurios. Habrá que analizar quien es el beneficiado por estos movimientos para entenderlos mejor.

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