Música amatoria / Fabián Prez


Por Fabián Prez

      En la música dicha popular, las referencias al acto amatorio en sí mismo, sobre todo con intenciones picaresca, han existido,…

…desde los albores de la civilización, hay referencia de este hecho, en crónicas de la antigüedad clásica, del imperio romano y más atrás aún en el tiempo, en España abundan hacia el final del siglo de oro, el hombre siempre lo reconoció como algo digno de ser mencionado en el canto, claro está.

    En la música clásica, culta, erudita o de escuela –táchese lo que no corresponda- uno de las más antiguas referencia a la vida sexual quizás sea la asombrosa obra de Gesualdo da Venosa “Moro lasso” una increíble obra de finales de los mil quinientos que parece un objeto fuera del tiempo, como el Mecanismo de Anticitera , sus armonías, sobre todo en los primeros compases recuerdan una deconstrucción tonal que volveríamos a escuchar recién a finales del siglo diecinueve o principios del veinte, y, sería a modo de ver de algunos especialistas, algo asi como un homenaje al orgasmo, impensable para la mentalidad pacata de su época, otro anacronismo. Gesualdo compositor y asesino serial según parece, tuvo una vida digna de ser recordada, pero esto quedará para otro momento.

    En la opinión de algunos musicólogos el poema del éxtasis de Scriabin, en el siglo veinte retomará el tema, en la partitura hay indicaciones muy claras como “Con un placer sensual siempre creciente” y cosas por el estilo. El programa de la primera parte tendría por título “Su alma en la orgía del amor”, aunque el autor se cuidó de no ponerlo en la partitura. Scriabin llegó a sostener que la música es el arte supremo, que contiene implícitamente a todas las otras, me imagino que esta es la razón por la que no escribió música de escena, dado que estas son consideradas la unión de las artes y él lo consideraría una redundancia. Como las personas que abusaban del LSD, los cuales ven los sonidos y escuchan los colores, este maestro apostaba al valor natural de la sinestesia, y asociaba colores a notas musicales, habiendo llegado a crear un “órgano de luces”. Por la época en que lo escribió, Alexander estaba muy cerca del círculo intimo de Madam Blavatsky, y por consecuencia en la Sociedad Teosofica.

    Dos obras orquestales describen con detalle y precisión sentimientos y sensaciones propias del acto amatorio, algo así como poemas sinfónicos dedicados a este tema, ambas de singular e imperecedera belleza: El Intermezzo de Manon lescaut de Puccini, y el segundo movimiento del Concierto para Piano de Maurice Ravel, el oyente atento de estas maravillas musicales no tendrá inconveniente en reconocer las etapas propias de esta actividad, desde el juego previo hasta el éxtasis. Puccini se muestra como un amante apasionado el juego previo parece breve, enseguida va al grano, por así decirlo, los contratiempos y síncopas del tema y el acompañamiento recuerdan el movimiento de los cuerpos, para ilustrar el orgasmo, Puccini convoca a las más poderosas fuerzas de la orquesta.

    Ravel parece ser, por el contrario, un amante mucho más refinado, se toma su tiempo, las caricias y miradas a su pareja se escuchan en la voz del corno inglés, el obstinado ritmo de la mano derecha del piano ilustra la pasión de los amantes, y su concentración en lo que hacen, al terminar, un acorde en las trompas, parece unirlo con el cosmos, ya no necesitan nada más.

    Ya en éste siglo el inglés Thomas Ades nos sorprende con su ópera Powder her Face, sobre todo en aquella escena donde la protagonista práctica sexo oral a su criado. Bueno, ya no falta nada.

     La violencia sexual no está ausente en los pentagramas de los maestros. En Rigoletto de Giuseppe Verdi, Gilda sufre una violación en manada, y en la escena más dramática de Bomarzo, del argentino Ginastera, se da a entender que un menor de edad es abusado. En su época, esta fue prohibida por el gobierno de turno debido a que, a entender de la dictadura gobernante en Argentina “el argumento de la obra y su puesta en escena revelan hallarse reñidos con elementales principios morales en materia de pudor sexual”, supongo que el General Onganía –digámoslo de una vez- tampoco se encontraría cómodo viendo Tannhäuser, Salome o Wozzeck, la cual dicho sea de paso, contó con una puesta en un teatro de Viena, hace algunos años, que incluía actores pornográficos.

    En Don Giovanni de Mozart, su protagonista degrada el sexo hasta el nivel de un mero acto mecánico, pero también de sorna, abuso, desprecio y venganza…como en las fábulas donde debe haber una moraleja, a manera de  enseñanza, el protagonista pagará sus culpas como se merece.

    En Tannhäuser, que ya mencionamos, Wagner va mas de frente, la ópera comienza lisa y llanamente con una orgía en los dominios de la diosa Venus…

   Invito al lector a escuchar las obras que he mencionado, por ejemplo en algún sitio de streaming de videos, como Youtube y si el lector está entrenado en lectura musical, y le interesa el tema, puede obtener las partituras en imslp.org.

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