Escartín, el último bobalicón de la política de Aragón


Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano

elpollo@elpollourbano.net 

    Como era de esperar, y cuando la nave podemita  terminó de acomodar su singladura gubernamental por la mar nacional, los verdugos…

…del partido morado comenzaron a retomar los asuntos pendientes para que la maquinaria partidista continuara insuflando seguridad al aparato que la mantiene. Desde que el camarada Estalin  organizó las estructuras comunistas que lo llevaron hasta el embalsamamiento como último acto de sometimiento ejecutado por sus afines, los partidos políticos se subrogaron todos sus modos de actuación siempre con el fin de mantener la estructura partidaria por encima de sus propios conmilitones. Partidos de derecha, de centro y, naturalmente, de izquierdas, todos  han aceptado como norma incontestable  el mismo patrón: el jefe es Dios y el aparato su Evangelio. Nadie, pues, puede  ni siquiera albergar duda alguna sobre la infalibilidad del jefe. Por tanto, dentro de la estructura partidaria no es posible movimiento alguno que no esté refrendado por  el caudillo en cuestión. Ni siquiera para una foto es admisible cualquier movimiento autónomo, como ya brillantemente aseguró Alfonso Guerra

    Nuestro bobalicón Escartín –cual aprendiz de botica del medioevo- creyó que su juvenil apuesta por  su propia persona frente a la propuesta que lanzó al ruedo  aragonés  el aparato central que lo llevó a un momentáneo triunfo iba a ser perdonada por el despiadado pájaro cantor que tenía como secretario general aragonés, un tal Echenique, al que ahora, en olor a poderío rampante,  ya se le ha visto el plumero políticamente sangriento en varias ocasiones. ¡Qué va! Cumpliendo estrictamente la normativa estalinista, ha esperado el momento adecuado para descerrajarle al novato huertano de Osera  una  “gestora” que lo mantenga al pairo hasta que el buitre Echenique escoja al más afín a sus tesis de tradicional sometimiento partidario.

     En España nuestros partidos tienen su origen en dos tradiciones: en el parlamentarismo liberal de la burguesía urbana y en los sindicatos y cajas de resistencia de los movimientos obreros. Con el tiempo, la extensión del derecho de sufragio y las revoluciones tecnológicas como la televisión o Internet después, aquellos partidos de clase se han  convertido en maquinarias institucionalizadas para ganar elecciones.

    Así  las cosas,  la  selección de los cuadros en todos los partidos se ha convertido en una cascada de designaciones que realizan los propios miembros del aparato partidario (cooptación le llaman los listos). Y como en España los propios partidos tienen para con sus militantes menos obligaciones que una comunidad de vecinos, ha podido ocurrir como en el caso de Podemos que pudo haber sido el primer partido nativo digital español, pero ante la  falta de regulación legal se ha desparramado (y muy a gusto) a la construcción de un sistema de elecciones primarias a cargos públicos pensado para consolidar al líder y anular cualquier discrepancia o debate. Es decir,que si en todas partes cocían habas, en Podemos, a calderadas.

    Aunque lo cierto es  que si se quiere avanzar en que los partidos conecten con la realidad- cosa que es casi seguro que no es una prioridad política -, es evidente que si queremos que esta aburrimiento social cambie es imprescindible que la democracia interna de los partidos deje de ser un asunto privado en manos de sus dirigentes ¡Casi  ná! ¿Quién le pone el cascabel al gato?

    Volviendo al asunto que nos ocupaba, el mismísimo Escartín anda por las esquinas lacerándose y pidiendo perdón porque, entre otras cosas, le ha debido coger el gusto a la heroína de la nómina,  porque 250.000 pesetas al mes no son moco de pavo para cualquier pajarito que llega del nomadeo a la mesa y el mantel  cortesano (nunca mejor dicho), y más tal y como  está el mundo laboral que, si te descuidas, cualquier día hasta cierran la General Motors y nos tenemos todos que ir a pedir curro de conductores de carritos y malabaristas de la escoba en FCC.

    En política, hay que apechugar con lo hecho. Llorar solo sirve para los cantantes de rancheras. ¡Y los hay muy buenos en el género!  Cuando uno se mete a jugar a la cosa pública, hay que saber cuatro cosas y sobre todo tener grabado a fuego en el cerebro un principio elemental: jamás se  puede ir contra el “aparato” a no ser que ya te hayas negociado por adelantado el pase a otro partido siempre y cuando el camabalache lo hayas negociado cuando en el tuyo estabas en horas altas. Por ejemplo, Escartín tenía que haberse negociado – si hubiera querido un pase al el Psoe  Lambanero-   en plena formación de cuatripartito. Entonces valía unos euros. Ahora, no vale nada, ni siquiera una caña mal tirada. Por ello morirá y ni sus compañeros le cantarán un corrido ya que, para algunos, ese agujerito que va a dejar les va a venir de perlas: 250.000 del ala libres más algún que otro cado de asesor que distribuir entre los gorriones que aletean cerca del de la silla de ruedas ¡Qué triste es la vida de los políticos bobalicones!  Porque en otros oficios también los hay, y hasta “tontos del culo” pero ,¡ay!, casi todos con nómina. Y con nómina hasta el más tonto hace chufletes. Por eso, cada día más son más –y llegarán a ser la totalidad-, los funcionarios los trincan el menudeo de la representación pública. Entre otras cosas porque su simple estancia en la cohorte de los milagros (también llamada Parlamento)hace correrles el contador aunque sean más inútiles que los Abundios que cada año nombra la Peña Caracolera.

    Queda una cosa pendiente en esta reflexión. ¿Quién es el “cuco” en esta operación de persecución y muerte del bobalicón? En el Pollo, como siempre, está la solución. En fin, amigos y compañeros ¡A caballo! ¡Yihíiiiiii! ¡Salud!

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