Sobre que cambiar de espacio…./Agustín Romero Barroso


Por: Agustín Romero Barroso

SOBRE QUE CAMBIAR DE ESPACIO, NO ES CAMBIAR DE SER, O DEL TURISMO

      Que yo no culpo a la gente que hace turismos para limpiarse y alejarse, para protegerse, siquiera un tiempecito, de los lugares cotidianos en que vive -o más bien muere- en estas sociedades….

….avanzadas y en Crisis Bancarias y de las otras de fondos, que esconden otras crisis de valores y de alternativas, cegadas por los miedos, odios e ignorancias del Capital y todo lo inculcado por el mismo: desde la carrerita universitaria al voto siempre a los mismos pájaros, desde el auto de motor de explosión a las ciudades superpobladas de carne de cañón. Desde las modas mentales de la memoria histórica hasta la del 15-M y sus secuelas para entretener de lo importante, a cierto personal juvenil, no sólo en edad, con esas puerilidades.

     O más canallesco es hacer creer que cambiando de espacio se puede cambiar de ser, y eso es lo que vende el Turisteo y su Espectáculo, los que venden los «Lugares Exóticos y con Historia». Y lo peor y remate de todo, en la perversión del ser, es hacer creer que las gentes que los habitan son auténticas y no meros decorados zombis…, eso mata más que la cotidianidad de estas sociedades abotargadas. El turisteo como modalidad de mentira publicitaria y conversión de la vida en circo programado y pan racioando.

     Cuando en el vacío de alguna vida, llena de dolor y muerte, irrumpe y pervierte el Espectáculo, en forma de cosa, lugar, espacio idílico, puesto ahí por el Turisteo, las consecuencias son fatales, la muerte del alma total. A eso se encamina que demasiadas vidas, en esta sociedad opulenta, en Crisis, busquen lo que no encuentran en su vida, y lo hagan, para su mal, fuera, en esos idilios romanticoides, entre sus gentes, entre sus folclores, costumbres, sexos, falos, salidas y entradas y todo lo demás. La muerte del alma es uno de los signos de este tiempo. Desalmados andan buscando en un laberinto marcado como juego inane.

     Quevedo escribió su Buscón con unos veinticuatro añitos. Y ya sabía esto y se las sabía todas con esto. Termina, ese genial libro, diciendo algo así de que se determinó pasar a otras tierras, creyendo que por cambiar de lugar o país, cambiaba de identidad o condición. Y lo dice con esa sorna inigualable del nanay sobre eso que dice. Es la ironía al final del sarcasmo que es toda la novela.

     Viajar no es hacer turismo ni transportarse lejos y lejos. Los mayores viajes se dan en poco espacio.Tal vez sin salir de casa o dándose un paseo por la calle de una aldea. Conoce tu aldea y conocerás el mundo. Leer y viajar hacen al sabio. Por eso un amigo, que es piloto de aviones comerciales, es tanto y acumulda ya horas de saber y sabidurías varias. También, como Quevedo, se las sabe todas y todos.

      El turismo es un gran invento, dijo la peli castiza y acertó. Después de la bombilla eléctrica y el teléfono móvil, anda casi empatado con la Crisis y la Democracia Real Ya.

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