Las adicciones/Jorge Alvarez


Por: Jorge Alvarez

 

    A quienes las padecen la familia y la sociedad en su conjunto ponen lo mejor de sí para que el sujeto se recupere. Vemos casos a diario de gentes que trata de salir de la droga,

del juego compulsivo que licúa fortunas, del alcoholismo y de tantas otras cosas que comprometen seriamente su calidad de vida. Y con el apoyo en grupos de auto-ayuda, más la ayuda de la psicología, un buen porcentaje lo logra. Eso es lo bueno del ser humano: a partir de un error poder enmendar su vida. ¿Pero qué hacer con los adictos a poder? ¿Algún político recurrirá a la terapia que le permita comprender que el mundo seguirá girando sin ellos? ¿Por qué el poder es tan adictivo? Porque quien accede a un puesto público encumbrado, Jefe de Gobierno o Gobernador, busca todas las maneras posibles para entronizarse en el cargo. No importa que cientos de miles le hagan saber que va por el camino equivocado. Son, según le dirán sus asesores, cortesanos o amanuences, quienes se oponen a un futuro mejor. Porque el político habla del futuro, pero nunca mira el presente.

     Aquí o allá la situación se repite. Clonados en su accionar los Jefes de Estado buscar perpetuarse. Hay excepciones, los menos, como lo fueron los ex presidentes del Uruguay, Tabaré Vázquez y de Chile, Michele Bachellet quienes tras su paso por el Ejecutivo se marcharon a casa. No sólo se debe buscar la cura para el cáncer, también deberíamos conseguir los anticuerpos que nos permitan, a nosotros simples mortales, seguir aguantando a los enfermos del poder.

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