Por Manuel Medrano
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¿En qué consisten las demostraciones de verdadera amistad? En que tus amigos estén ahí cuando los necesitas y tú, de corazón, estés también ahí cuando ellos te necesitan. Pero, además, hay otra prueba determinante: tenerlos presentes, incluso cuando ellos no se lo esperan.
Estas últimas semanas de junio y principios de julio han sido tremendamente gratificantes porque he visto verdadera amistad y cariño, al margen de cualquier otra consideración y, sin duda, lejos de cualquier interés. No quiero citar casos concretos, pero las invitaciones a actos y reuniones, incluso particulares, han sido numerosas, así como las deferencias y comentarios amables dirigidos a mí en esos actos. Cuando ninguna ayuda interesada pueden esperar de mí, he sido objeto del honor de ser pregonero de las fiestas en el barrio de Zaragoza en el que se ha desarrollado mi labor política estos últimos siete años, rodeado de muchos y verdaderos amigos. También se me convocó a una celebración deportiva en la que, igualmente sin esperar nada a cambio (por ser imposible) fui objeto de trato cariñoso y se me regaló una placa que recuerda, sobre todo, que somos amigos. Del mundo del arte, donde los amigos vienen de antiguo, el mismo trato de siempre: excepcional. De ámbitos culturales y sociales, demostraciones palpables de que cuentan y contarán conmigo. De amigos que pertenecen a los ámbitos religiosos y militares, más amistad y calor humano a raudales.