La amistad y los amigos / Manuel Medrano


Por
Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

 

    ¿En qué consisten las demostraciones de verdadera amistad? En que tus amigos estén ahí cuando los necesitas y tú, de corazón, estés también ahí cuando ellos te necesitan. Pero, además, hay otra prueba determinante: tenerlos presentes, incluso cuando ellos no se lo esperan.

    Estas últimas semanas de junio y principios de julio han sido tremendamente gratificantes porque he visto verdadera amistad y cariño, al margen de cualquier otra consideración y, sin duda, lejos de cualquier interés. No quiero citar casos concretos, pero las invitaciones a actos y reuniones, incluso particulares, han sido numerosas, así como las deferencias y comentarios amables dirigidos a mí en esos actos. Cuando ninguna ayuda interesada pueden esperar de mí, he sido objeto del honor de ser pregonero de las fiestas en el barrio de Zaragoza en el que se ha desarrollado mi labor política estos últimos siete años, rodeado de muchos y verdaderos amigos. También se me convocó a una celebración deportiva en la que, igualmente sin esperar nada a cambio (por ser imposible) fui objeto de trato cariñoso y se me regaló una placa que recuerda, sobre todo, que somos amigos. Del mundo del arte, donde los amigos vienen de antiguo, el mismo trato de siempre: excepcional. De ámbitos culturales y sociales, demostraciones palpables de que cuentan y contarán conmigo. De amigos que pertenecen a los ámbitos religiosos y militares, más amistad y calor humano a raudales.

     Así que, si se sabe apreciar lo importante de la vida, las relaciones personales sinceras y desinteresadas, transparentes y fieles, yo no puedo estar más satisfecho. Dicen que “en política no hay amigos” y que “en política no hay que tener corazón”. Pues será verdad para quien lo dice pero, para mi, rotundamente no, aunque es cierto que las amistades de antes y las que hemos hecho estos años, no han surgido del interés o la confluencia ideológica: han surgido del trato humano, del roce, la comprensión y el afecto, bien cultivando el que ya existía, bien mimando la relación próxima con las personas que vas conociendo y que demuestran tener una talla humana y unos valores que te hacen emotivamente imprescindible ser su amigo.

 

   Así que estoy emocionado, más por lo que he vivido estas últimas semanas que por lo que he visto los años previos. Y puedo asegurar, poniendo la mano en el fuego, que en esta ciudad de Zaragoza hay personas que valen su peso en diamantes, y que prueban con la calidad de su proceder que tampoco es cierto que haya pérdida de valores en nuestra sociedad, al menos en lo mejor de ella. Están ahí, brillan al sol y, lo que necesitamos, es recordar que tampoco se ve el brillo de los diamantes hasta que no salen a la luz. Yo he visto brillar el alma humana con un fulgor infinitamente mayor que el de cualquier piedra preciosa. Y ha sido un privilegio. Corresponderé a esa nobleza y pureza de sentimientos, que es lo que mi alma y mi voluntad desean.

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