Por Al Caponi
Tras un reñidísimo Congreso, Aliaguetti ha conseguido hacerse con el férreo timón del Partido Aragonés Revolucionario cuando la disidencia estaba convencida de que le iban a arrebatar armas y bagaje y construir un nuevo partido mucho más acorde con sus intenciones políticas, al parecer muy alejadas de las que representaba el renovado capo
¿Cómo se encuentra su Eminencia?
-Como un toro. ¿Qué se pensaban estos aprendices? Esta chavala de dónde creía que había salido? Lo que está claro es que le comieron el tarro y ahora se ha quedado compuesta y sin partido. Los voy a borrar del mapa.
¿Ya sabe su Majestad quien movía los hilos de la marioneta?
-¡Naturalmente, Caponi! ¡Yo no me he caído de un chopo y sé cómo funciona esta casa! ¡Pues menudos maestros he tenido! Lo que pasa es que hay algunos se creían que iban a mandar desde la sombra y eso, amén de no tener idea de la política Revolucionaria es desconocer la teoría de los fluídos y su comportamiento. ¿A quién le debo yo guardar el puesto? ¡A nadie!
Ahora se va a enterar estos listillos quien es el jefe. Yo soy en Gran Timonel y, además –pon esto bien claro, Caponni,- el Gran Eolo de las Praderas, los valles y el sol de Aragol. Yo y nadie más que yo. Todos los disidentes a cascala. Stalin se va a quedar pequeño comparado conmigo…
Jodo petaca, Gran Eolo…Entonces va a destuir también a Serguei Enunbretti, el lento de la tundra?
-En ello estoy. Creo que voy a rescatar a Trillonetti y a toda la vieja guardia para que Aragol esté a la cabeza de España, de Uropa y del mundo en materia de energías renovables. Y en cada placa solar pediré a las empresas que me coloquen a un disidente para que se ase y de cada pala de un molino la cabeza de los que han querido mandarme a cascala. Aliaguetti no es Tonetti. Voy a ser más que Pol Getti.
¿Y contará Su Gran Eolo con nosotros?
-Por supuesto. Sé, por mis espías, que lleváis tiempo socavando la disidencia. Y eso tendrá su premio…
¿Cuándo Eminencia?
-Muy Pronto. De momento toma 20€ y dale la mitad a tu jefe. Dile que ya le llamaré.
A sus pies, Gran Eolo.