Mujeres únicas y peligrosas

Por Cristina Beltrán

     Algunas mujeres no son conscientes de su potencial, tienen claras ciertas cuestiones y luchan por ellas, aunque salgan de la norma y se precipiten a sonados escándalos, aunque su arduo trabajo y dilatada obra…

…hayan servido de base a innumerables teorías, formas de ver el arte, la cultura o la política, pocas son las que han traspasado con nombre propio los umbrales de la época en la que vivieron y una vez que han desaparecido la historia tiene tendencia a borrarlas.

    Hago referencia a una realidad. Gracias a las investigaciones -la gran mayoría de mujeres- se han rescatado algunas de ellas, pero nos hemos perdido el potencial de estas referentes y con ello lo que habría facilitado para las jóvenes ver otros horizontes y situarlas de otra forma en el mundo para tomar con más seguridad y arropamiento las riendas de su propio destino. ¿Cuántas forman parte del olvido?. ¿Cuántas quedan por rescatar?.

   El cuestionamiento de los poderes tradicionales, el sueño de la justicia social y el sueño de la igualdad siguen presentes. Las mujeres que actúan premeditadamente y con criterio propio, continúan catalogándose como peligrosas.

   No importa la profesión o el área en la que estemos pensando, una mujer con ideas diferentes y propias dispuesta a defenderlas, sigue siendo peligrosa.

     Esmeralda Royo en su artículo para el mes de abril de 2023 en esta misma sección “nosotras” de El Pollo Urbano nos recuerda con su soberbia pluma a la abuela de Frankenstein, la inglesa Mary Wollstonecraft, la cita como defensora (en el S. XVIII) de que si no te dejan entrar a un lugar, lo mejor es dar una patada a la puerta. Mary Wollstonecraft concibió a su segunda hija y murió en el parto, esta hija fué Mary Shelley, la joven genio que escribió la primera novela de ciencia ficción de la historia “Frankenstein”, sin haber conocido a su madre, heredó su carácter y provocó con su forma de vivir el mismo rechazo social. Una saga familiar que aún nos sirve de referente.

      Me interesan las mujeres únicas, genuinas y empoderadas. No necesariamente tienen que contar con una gran formación, ni un alto nivel económico; hablo también de las que son capaces de salir adelante pese a todas las dificultades que tienen que vencer. Me refiero a esas a las que “la alta cultura” desecha. Haciendo una búsqueda rápida en internet de las mujeres más influyentes de la historia y de las actuales veremos los nombres de Ada Lovelace, Marie Curie, Cleopatra, Dolores Ibarurri, Simone de Beaouvoir, Amelia Valcárcel, Laura Freixas… en fin, afortunadamente la lista es muy extensa, fueron únicas y sobresalieron, algunas de ellas pasaron el listón del tiempo, sus teorías y estudios cuentan con amplio seguimiento.

      Hay otro círculo activistas combativas del feminismo, muy próximas a nosotras y más o menos reconocidas, se mueven en asociaciones y barrios, son mujeres imprescindibles para mantener la llama y coordinar las actividades en torno a eventos reivindicativos tristes o con alegría no podría concebirse el feminismo de calle sin ellas. Pese a las discrepancias continúan con su agenda. Son mujeres únicas y según para quien pueden ser peligrosas, nunca para la reafirmación de los derechos que tenemos, nunca son malas para la gran mayoría de las excluídas. Y después está en el círculo íntimo, en el más pequeñito, La lucha de las anónimas: Quedan aún, y soy testigo de ello, amas de casa que no pueden solicitar su paga de discapacidad porque su marido no las deja, porque si ellas cobraran algo no lo podrían soportar y las amenazan. Concretamente, la señora “X” tiene miedo porque su marido le ha dicho que si entra dinero para ella en casa la rajará, aún así sigue adelante, se siente como una presa a la que han tenido toda la vida encerrada y si ahora saliera de esa cárcel no sabría que hacer. Agradece la atención y el tiempo que le prestan en las pocas ocasiones en las que logra salir a la calle de compras o a realizar gestiones. Hasta con jamón del bueno pagaría a las personas que la escuchan y se ponen en su lugar. Quedan aún muchas mujeres “X” anónimas, educadoras de sus hijos y silenciadas, escondidas en las cocinas de todas nuestras ciudades y pueblos. Estas mujeres únicas y anónimas también son peligrosas porque ellos saben que no pueden entrar en su cabeza, aún atadas y con la pata quebrada son capaces de trasmitir educación, amor y entereza a sus hijos e hijas y entre la vecindad. Aún anuladas son capaces de buscar un pequeño oasis para leer, para pensar, para seguir y sobre todo para decir a quien las escuche que no caigan, que sean valientes.

    (Ojalá te quedes viuda pronto señora “X” que tu mente y tu cuerpo se vean libres de tu carcelero. Que disfrutes de ese vacío que va a dejarte y lo vayas llenando con alegría en estas horas de tu vejez. Ojalá veas pasar su cadáver mientras haces bonitos y cortos planes de futuro)

   La lucha por sobrevivir de las mujeres anónimas las hace únicas y peligrosas,siembran semillas de duda y esperanza para que a otras no les ocurra lo mismo, no son heroínas ni participan socialmente en nada reseñable, pero saben y tienen muy claro que es lo que no volverían a hacer.

     En las redes parece que todo está ordenado y fluye, hasta los conflictos feministas parecen atados por cuerdas invisibles de lealtades insostenibles de cara a la galería, pero en realidad esa multitud de mujeres anónimas es la que ha sostenido y sostiene tantas reivindicaciones, este sistema no se demora ante sus propias víctimas .

   Hay muchos tipos de mujeres únicas y peligrosas. No se queden con las apariencias.