La Tellito


Por Cristina Beltrán

     Conocida como “La tellito” en las milicias desde principios de la guerra civil y por su rostro recogido en una preciosa fotografia de la revista Estampa el 31  de octubre de 1936 desde donde se dirigía enérgicamente a la gente, encima de una camioneta en una plaza de Madrid.

Palmira Julia Tello Landeta ( Madrid 2 – 09 -1920 / 2 -1- 2016)

       Amaya Hidalgo, a partir de la primavera del 39. Casada por un capitán de unidad con Ernesto Niño, que murió a los diez días de la boda en el frente. Participó en la batalla de Guadalajara y trabajó con las brigadas internacionales.

      En una grabaciones familiares  veo su imagen ya madura y serena relatando sus recuerdos de la guerra ya imborrables, reflexionados en un cómodo sillón de jardín con un libro en la mano y los años pasados e inexorables encima de las cejas. Habla con los ojos perdidos en los recuerdos del horizonte, a través de los cristales de sus gafas, recordando  la ilusión y el trabajo. Meditando sobre la derrota y el  triunfo de los unos a pesar de la razón de los otros, de las consecuencias que les tocó pasar, advirtiendo que nunca se arrepintió. – la lucha mereció la pena, lo volvería a hacer dijo en algunas ocasiones, por los cerca de 3 años que intentaron cambiar  la concepción de España –

    Una mujer muy joven que sola, arengaba a las gentes con sus palabras sacadas del alma.

    Estaba dentro de la organización y sabía lo que pasaba, intentaron huir en barco hacia Argel pero  no cabían más y cerraron cuando estaba en las puertas, viendo el panorama escapó, tenía 19 años vuelve a Madrid, al barrio de Vallecas, curtida y abatida por las intensas experiencias, donde unos amigos no perseguidos la acogieron,  gente sencilla y del pueblo,no podían exponerse a los abatares de la dictadura, tuvo que huir a Zaragoza donde tenía conocidos,  llegó un domingo y el lunes ya estaba trabajando en un taller de costura, había mucha gente antifascista y  muy discretos, nadie decía nada, allí conocerá al compañero y amor de su vida, el pintor  Ciriaco Párraga, en Zaragoza estuvo desde el año 1940 al 44,  después se trasladaron a Bilbao de donde era su compañero, al  barrio del Coto, allí vivieron 40 años, ella, entre la costura y las tareas de la casa, Sin embargo era mujer empoderada, de las imprescindibles, su imagen ha servido de motivo de carteles de combate y de portada de libros, su compañero realizó algunas obras de buena factura tituladas “Perdimos la guerra” y “Maternidad” de 1940 en Zaragoza, donde alumbró a su primera criatura. “Ocios hogareños” “Interior” y “Mujer leyendo” (obra magnífica a la cual Blas de Otero le dedicó un poema) serán obras donde Párraga la inmortalizará. Por el miedo a represalias se hizo llamar Amaya Hidalgo en recuerdo a Dolores Ibarruri y al Quijote y porque así lo escogió al llegar a Bilbao con mucho miedo. Vivían de la pintura y del reconocimiento de Ciriaco donde tenía amigos que los apoyaban.

     Si Tellito hubiera reblado, si no la hubieran avisado a tiempo y urgentemente, habría sido fusilada junto a las 13 rosas y 43 hombres en las tapias del madrileño cementerio del Este, el 5 de agosto del 39.

  Una mujer fortaleza, una mujer como otras dando su trabajo, su esperanza y su corazón para conseguir un mundo nuevo en el que albergaban libertad, igualdad y compromiso.

   La vida lleva su curso y  los hijos siguen su camino, su compañero fallece y Palmira se aisla ahondandose en sus pensamientos. Sigue incansable y en 1985 se traslada a El Casar de Talamanca (Guadalajara), donde residirá hasta los 92 años y tal vez sea todavía recordada. Discreta y lectora empedernida.

 Viajó varias temporadas a Estados Unidos para estar con su hija donde continuaba asistiendo siempre que podía a diversas manifestaciones de apoyo a derechos y libertades de las mujeres  y de los excluidos.

  Ingresa los 95 años en un hospital por primera vez en su vida —septiembre de 2015—, ya no volvería a casa. Falleció en el Infanta Sofía el 16 de enero de 2016.

    Palmira, Tellito, Amaya, tu vida sirvió para sembrar la semilla de la libertad en tu hijo y en tu hija,en toda tu hermosa familia y en la gente que investiga la historia para que lo vergonzoso no se reproduzca. Tu vida fue un ejemplo de humildad, serenidad y trabajo. Aprender la historia a través de mujeres como tú siempre merece la pena, sobre todo porque nunca la aprendimos en la escuela, sobre todo porque has dejado tu testimonio y no buscaste medallas, sobre todo porque fuiste una mujer libre y solidaria, desde tu nacimiento a tu muerte y esa es una suerte que nadie te pudo arrebatar.

   La fuerza e ilusión por los ideales que  transmitías te han sobrevivido y a través de tus herederos se expanden. Has sembrado muchas semillas de libertad.

   Por tí, por todas tus compañeras pero más que nadie por mi misma y por las que vendrán, van éstas líneas.

Artículos relacionados :