“Pasos que rompen la memoria de los años”(II), de Erasmo Nava Espíritu

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Por Redacción

   Continuamos con otra parte  de   “Pasos que rompen la memoria de los años” obra de nuestro amigo y colaborador, el poeta mexicano Erasmo Nava Espíritu, quien nos ha autorizado a publicarla  en sucesivas entregas.  Desde aquí vaya nuestro agradecimiento a su generosidad   y esperamos que sus poemas hagan disfrutar a todos nuestros lectores.

SEGUNDA ENTREGA

UN NUEVO RESPLANDOR DEL SOL…

Amanece en la ciudad.
Yo, me aferro a mi esperanza,
allá lejos:

tiemblan los bosques con sus alas grises y quemadas,
seguidos del dolor latente de los ríos
y la oquedad inerte de buenos deseos,
con la alegría en la mano y un ramillete de leyes olvidado.

Desde lo más lejano allá en el universo
viene volando el sol con «radiación ultravioleta»:
cruza en lo más alto del cielo despejado,
y otras veces permanece quieto: ahí, sólo observando.

Vienen después nuevas primaveras:
con doradas mariposas de lento vuelo
y sus flores de radiantes colores,
a disfrutar con inocencia del resplandor del sol.

Un nuevo resplandor emerge de las sombras,
ahora llegan enormes pájaros zumbando:
unos vuelan cansados por el inmenso mar,
y otros se refugian en antiguas ciudades.

Algo extraño e inaudito pasa aquí en la Tierra
donde los días viajan eternamente y sin retorno,
a las fugaces horas les crecieron alas
y vuelan satisfechas por tiempo indefinido.

El agua en el océano se encuentra embravecida
por toda la inmundicia que llega día tras día;
delfines y ballenas, ya temen por sus vidas;
el cachalote, cuelga su gran cabeza, y muere.

El aire envenenado se llena de tristeza…, y grita:
-¡sálvenme que me muero, parece que es asfixia!-;
serán rojos carbones, o serán centrales térmicas;
serán plantas nucleares, o será la misma muerte.

El suelo chorrea lodo, y sangre que lo mata:
respira sofocado y lleno de erosión;
son muchos los factores que lo han debilitado:
petróleo, sustancias químicas y tala inmoderada …

El planeta cansado de bruces se cayó:
son tantas sus heridas, que anuncian ya su muerte;
los nuevos habitantes, al verlo fatigado,
decidieron llevárselo entre cantos gloriosos:

¡gran planeta del alma que lloras por la noche!,
¡ojalá sobrevivas a esta prueba mezquina!
del humano inconsciente que lleva en la mirada
la huella envenenada que no lo deja ver!…

Nuevas estrellas hay en el firmamento
titilando en espera de un nuevo renacer; ellas,
llegarán a la Tierra con luces de betún y el pelo suelto,
y con una sonrisa descalza en vez de pies.

Descenderán de naves extrañas y brillantes
en playas encantadas y remotas,
caminarán aprisa por toda la costera
de aquel inmenso océano que cruza la bahía.

Con devoción inaudita y por la noche
se detendrán a orar a su dios en el camino;
y ya con su alma renovada:
elevarán sus cantos por el mundo.

Lucharán los nuevos hombres con cubiertas de plata
montados en caballos genuinos y con brío:
irán hacia los montes, al reino de los pájaros
y bajarán al desierto a unirse con lagartos.

Una capa de ozono de enormes ojos rodea al planeta.
La mirada de ella parece que va herida;
el sol potente con rayos color ultravioleta
cruza veloz y trémulo los azulados gases de la atmósfera.

Llegarán nubarrones y lluvias torrenciales,
se borrarán los límites entre el mar y las costas;
habrá un sol sofocante entre caminos y pueblos,
y la esperanza inquieta: vagará sola en el mundo.

Sombra que te levantas como alma piadosa
y reduces los gases y demonios de efecto invernadero:
¡urge contigo evitar una catástrofe de fauces negras y climática!
que reniegue de todo y acabe con la vida aquí en la Tierra;!;

en fin,
¡urge que el ser humano…, vuelva a ser humano!,
y que sus obras le permitan disfrutar la vida aquí en la Tierra!

 

NACEN EN TUS LABIOS ROSAS ROJAS DE ESPERANZA

A Mochitlán: el día de la catástrofe

Estás ahí: quieto y perplejo
con violentas palmeras y hogares sin aliento;
esperas con angustia la claridad del alba
con viento lleno de alegría y que te habite;

mientras tus ríos aúllan
y avanzan como lobos hambrientos en la noche,
y la lluvia arrecia y cubre tu mejilla con sonido de tumba;

en mil pedazos saltan los puentes
hechos con cucharadas de argamasa,
y la esperanza amarillenta de tu gente,
deambula apresurada por tus calles
porque sueña en alcanzar su libertad;

de ser felices: con la lluvia empaparse
bailando y saltando hasta extenuarse;
mientras sus manos trémulas y exhaustas
por las tareas del campo,
a tientas buscan el rayo de luz que te ilumine
en este trance: que es de vida o muerte.

Allá en el horizonte el sol pesadamente se levanta,
tal es una buena señal para nosotros,
porque a la lluvia se la lleva el viento
y nacen en tus labios rosas rojas de esperanza;

aguarda,
hay alguien que se acerca con una luz brillante,
parece que es un Dios que aún no lo reconozco:
te trae flores, y luz
y una campana,
para, en tu mano, poner junto a un cáliz
lleno de amor
y paz.

MI ABUELO
La tarde cae como arcoíris lento y profundo
y los campos de mi pueblo se llenan de alegría.

Alguien sacó el recuerdo y se puso a meditar:
es mi abuelo con su caballo blanco cargado de esperanzas
y su rutina de gigante que nunca lo abandona.

Por el camino escarpado y con pasos que retumban en la lluvia
pasa mi abuelo como un sol de escaso fuego y se detiene,
recorre con su sombra de genio y su silencio de ave
las tierras de labor con collares de niebla y viento seco.

Después con un sombrero ancho que todavía aletea,
arrea sus vacas y becerros con olor a yerbas nuevas;

cruzan en caravana con ojos de leopardo hacia el potrero
y al romper el alba del siguiente día:
ordeña felizmente sus vacas con infinito olor a monte.

Esa felicidad con luz opaca casi mortecina
rueda por la llanura como sonrisa que se apaga;

mientras la noche toma forma de un profundo sueño
y los colores de la aurora se quedan detenidos.

Pero la intensa rutina de mi abuelo aún no termina,
sus peones en las tierras de labor aún lo esperan:
que llegue con su sonrisa de paloma en vuelo
y tome el arado que los bueyes, con mirada de buitre,
tiran de sí como la tormentosa noche.

_¡Abuelo!…, pára un momento tu sedienta rutina y dime:
_eso que brilla intensamente en tu mirada…, ¿es tu alegría?,
_¿es la suave sonrisa que en el tiempo se quedó dormida…?,
_¿o el infinito amor que le tienes a tu gente con murmullo de abejas?,
_descansa abuelo, que tu verdad bañada de silencios ha sido dicha.

 

UN RECORRIDO POR LA GRAN CIUDAD

Hoy, tierra firme entre ayeres…,
silencioso viajo reflexivo por la gran ciudad.

Pareciera que no tengo destino al cual llegar,
pero eso mi viaje no detiene;

salí por Holbein hacia Revolución,
di vuelta en Rubens y luego en Patriotismo,
tomé Viaducto…, y aquí voy:
con laureles en mis sienes, y olas de mar arrebatadas
en mi máquina espacial de único vuelo;

el tráfico, aún fluido, se mueve como un río de colores.

La tarde rojiza, con sus tonos suaves,
anuncia la llegada de la hora pico.

Avanzo,
y esto es como un torrente de inagotable movimiento;
miro a mi izquierda, y hay un muro de contención como la roca;
miro a mi derecha, y hay un muro gris y opaco;
en medio tres carriles llenos de autos
fluyen sin parar…

La mirada levanto al resplandor de los espectaculares;
en ellos, candidatos de mirada fría, siniestra:

-¿será que se arrepienten de sus gastos?
-¿hay alguien que crea en ellos?
-yo no sé,

sigo avanzando, y de repente,
sin darme cuenta:
mi pensamiento me abandona,
se transporta a Mochitlán, mi pueblo;

allá:
un niño corre por el campo con suspiros ahogados
persiguiendo mariposas de alas frágiles y rotas;
mientras su padre,
termina su jornada de trabajo ya casi sin aliento
y desunce los bueyes con sombra de gigantes;
y su madre,
prepara la cena en casa
con amor infinito, y una flama que apenas sí se nota.

Después un sordo viento
golpea mis sienes, y yo,
sigo avanzando por Viaducto,
me apresuro para salir de ahí;

salgo por Eje Central Lázaro Cárdenas,
me dirijo hacia el Salto del Agua;

allí veo agitada por el trajinar del día a mi gente
y al verano callado preparando la huida;

tranquilo…, voy meditando, entre estrellas ahogadas por el viento;

pienso en mí, en la ciudad,
pienso en la inseguridad que hemos vivido en el país
en los últimos años;

me pregunto si el nuevo presidente que ahora llega,
dará una solución definitiva a este problema;

de pronto, la ciudad es invadida por la lluvia…

Di vuelta a la izquierda en Arcos de Belén,
mas no me estacioné ahí;

llegué a Luis Moya, di vuelta a la derecha,
y al llegar a Ernesto Pugibet y Buen Tono,
a un costado de la Plaza San Juan:
mis pensamientos, poco a poco, se empezaron a esfumar,
cuando de pronto vi al «viene, viene», sonriente y diciendo:
-¡por acá jefe!, ¡a la derecha!…,¡todo!…, ¡todo!…, ¡todo!-,
-ahí está bien-.

Apagué el motor, y bajé a ese lugar
en el que deambulan como espantos,
esos seres extraños creados por la gran ciudad.

 

GIRA Y BRILLA SOLITARIO SATÉLITE

Tengo algunas palabras en la mano
con ellas un viaje voy a realizar:
recorreré una, a una, todas las galaxias,
nuevos mundos ante mí aparecerán.

Me detendré en una estrella ultravioleta
a meditar sobre escarpada montaña:
la pequeñez humana, y
sus desgracias que se van haciendo eternas.

En los senderos más oscuros de la noche
caminaré
descalzo hasta que aparezca
el alba
con brillantes colores…,
en silencio profundo.

Mi pensamiento a la Tierra volverá
con luces melancólicas y grises,
a luchar contra tanta injusticia:
como campana que aúlla, y grita.

En la inmensidad azul de la ionosfera
gira y brilla solitario satélite,
día, tras día, por el mundo emite voces:
las personas: ríen, sueñan, lloran
y se van.

 

GUERRERO DE LAS GALAXIAS*
Al Ché Guevara
(I)
La huella incandescente de tus pasos firmes en la Tierra
quedó atrapada en la rueda de la historia humana:
en Bolivia, en el Congo y en Cuba Libre;
tu voz de mil colores encendió la flama en hombres de gris melancolía
y de inmediato enarbolaron la bandera roja libertaria,
fueron ellos como un viento ciego los artífices
junto al valor y fortaleza que a ti caracterizan.
(II)
Magnates trogloditas sentados a la diestra de su dios: oro-amarillo
lanzan ráfagas de feroces injusticias y de miedo atroz a todo el pueblo,
se aferran con mil uñas a la corrupción como a una paloma en pleno vuelo,
practican la violación a los derechos humanos como un ritual ensordecido
y la explotación rapaz chorrea lodo y sangre por sus…poros;
con odio y furia hombres rojos y amarillos montan sus 200 fusiles
y hacen la revolución para acabar con ese monstruo en Cuba.
(III)
Tiembla la tierra y se alza el ejército libertador del hombre nuevo:
salen rebeldes de los socavones, las fábricas y los campos floridos,
llegan aprisa a los frentes de guerra saltando como un espanto en llamas,
lanzan fuego y coraje a los ojos de esos monstruos milenarios;
después llega la desesperanza por el hambre, la sed y la persecución,
pero basta sólo un instante para la recuperación violenta
de esos enigmáticos y audaces guerreros con puño de gigante.
(IV)
Vuelan extraños pájaros con la esperanza sentada entre sus alas,
y el indio: explotado miserablemente, vejado y llevado a la ignominia
por los magnates azucareros y ganaderos de la isla;
él…, recorre las calles y las plazas con su mirada opaca y fría;
mientras el invasor imperialista se arrastra herido por Bahía de Cochinos
y es sorprendido y derrotado en Playa Girón por implacables guerrilleros
bañados por la neblina y enfurecidos con dientes de cuchillos afilados.

(V)

Un reloj invisible de la historia marca la hora de aladas esperanzas
de esos hombres que esperan que lleguen nuevas primaveras:
llenas de justicia con olor a geranio y libertad como un sol resplandeciente;
pasan exhaustas por la calle mujeres con fusiles amarillos
y hombres barbados escuchan alegres la voz del comandante,
mientras serenos y reflexivos pasan con la victoria entre sus manos
y a lo lejos timbrando alegre se escucha la voz del hombre nuevo.

(VI)

Las multitudes cantan a coro y corren exaltadas
con sus pancartas brillantes y de apoyo a la revolución de larga noche,
buscan enloquecidas que se instale la verdad con mirada de habano;
un guerrero de las galaxias de perfecta agonía proclama:
que los frutos de la revolución nacen de los crepúsculos amargos,
y que deben luchar como una campana que queda sin sonido
y de pronto ver nacer la libertad tras una bandada de gaviotas.

(VII)

Un caballero andante con corazón de roca y sonrisa de niebla
combate en los campos floridos de Santa Clara y de Matanzas:
combate con su espada roja y su fusil de fuego,
combate con pistola blanca y ametralladora de jade;
sus balas van cargadas de poesía y pensamientos,
y de esas balas nacen enormes girasoles…,
y de esos girasoles emerge la libertad con un fósforo en la mano.

*Este poema fue incluido en la antología EL CANTO ETERNO, de Movimiento Poetas del Mundo, editada por Apostrophes Ediciones, septiembre 2014, Santa Rosa 276-E, Santiago de Chile, pp. 163, 164 y 165.

(Continuará)

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