El despertar de Buñuel

156Buñuel
Por Antonio Tausiet
www.tausiet.com

“Dialogar con un muerto: un género antiguo, que he intentado trasladar al gusto de hoy. Pero hay muertos que se callan y otros que hablan. Este era el caso de Luis Buñuel. Sorpresa: él no había perdido sus frases mordientes, su mirada brutal, su reír hasta llorar. Me bastaba con escucharle. Hay muertos más vivos, a veces, que los que creen haberles sobrevivido”.
(Del texto de presentación del libro)
    Jean-Claude Carrière escribió con Luis Buñuel los guiones de seis de sus películas, además de otros no realizados. También fue quien redactó en 1982, al dictado del cineasta, su autobiografía (Mon dernier soupir, “Mi último aliento”, traducido como Mi último suspiro). Al final de ese libro, Buñuel expresa su deseo de poder levantarse de entre los muertos de vez en cuando, e informarse de la marcha del mundo comprando algunos periódicos.

    Esa idea es la que sirve de excusa narrativa a Carrière para redactar su texto. Recordando las palabras de Buñuel, compra unos periódicos y se los lleva a la tumba, en el cementerio de Montparnasse. El muerto se incorpora y conversa con el vivo, en varias visitas semanales.

    La innegable sensibilidad artística de Carrière fluye por el texto, inspirada por la fuerte personalidad de su maestro y amigo. La anécdota argumental, narrada con fluidez, es el sustento de los recuerdos del escritor, que son los que nutren la mayor parte del libro. Tanto es así, que el mismo año, Carrière publicó Mémoire espagnole (Para matar el recuerdo. Memorias españolas, 2011), cuyo núcleo esencial vuelven a ser los recuerdos compartidos con Buñuel, aunque pretende llegar a ser un ensayo sobre la idiosincrasia española.

     Pese a que en ocasiones se entremeten párrafos prescindibles de la filosofía social del guionista, esta falsa segunda parte de Mi último suspiro es una delicia, un ensayo disfrazado de novela en estado de gracia. En los momentos en los que el cadáver descansa, Carrière hace un recorrido minucioso, no sólo por las jornadas de trabajo compartidas entre ambos, sino también por sus charlas: buena parte del texto son palabras de Buñuel entrecomilladas, reproduciendo numerosas reflexiones inéditas suyas. Las frases del personaje resucitado son también reminiscencias del pensamiento del Buñuel vivo, de su humor, de su ética y de su modo de hablar.

    Carrière disfruta recordando momentos clave, como el del homenaje a Buñuel de los grandes directores de Hollywood, ya relatado en el libro de 1982, pero ampliado aquí.

    Un error imperdonable del mundo editorial en castellano ha obviado la traducción de este libro, provocado seguramente por la repetición de algunas reflexiones y vivencias con respecto a los de 1982 y 2011, estos sí publicados en español. Pero nada sería más fácil que publicitarlo como lo que es: la segunda parte de Mi último suspiro, una magnífica recopilación de reflexiones y situaciones inéditas del cineasta aragonés universal.

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