Pisa fuerte De Pisón

091901 BARCELONA Ignasi Martinez Pich—n autor del libro compilacion de relatos de la guerra civil titualado "Partes de guerra" Forografiado en la Gran Via de Barcelona © PUBLICO EDU BAYER

Por Carlos Calvo

     A sus cincuenta y cinco años, Ignacio Martínez de Pisón pisa fuerte. La prosa cristalina –al estilo azoriniano- de este aragonés, que pasó la infancia en Logroño, creció en Zaragoza y vive hace más de treinta años en Barcelona, ha merecido el premio nacional de narrativa por su novela ‘La buena reputación’ (Seix Barral, 2014), en virtud al “retrato del mundo judeoespañol en Melilla en la época del protectorado y el complejo desarrollo de una red de relaciones familiares en el marco de un relato extenso, muy fiel a la tradición novelesca”, según el dictamen del jurado, entre los que se encontraba su ‘padrino’ José-Carlos Mainer.

   De Pisón, así, toma el testigo del fallecido Rafael Chirbes (ver artículo en esta misma sección), quien se llevó el año pasado el premio, una de las personas que con más lucidez ha meditado sobre los errores de la llamada transición.

    Yo no sé si el recurso de los que no tienen imaginación es contarnos cosas, según la reflexión de Vauvenargues, o si los escritores excelentes escriben poco, por decirlo con Joubert. Da lo mismo, porque Martínez de Pisón es un buen contador de historias, un todoterreno que igual escribe artículos o cuentos o reportajes ensayísticos o novelas. Desde que debutara con apenas veinticuatro en la ficción con el libro ‘La ternura del dragón’ (1984), De Pisón ha ido publicando sin descanso: ‘Alguien te observa en silencio’ (1985), ‘Antofagasta’ (1987), ‘Nuevo plano de la ciudad secreta’ (1992), ‘El fin de los buenos tiempos’ (1994), ‘Carreteras secundarias’ (1996), ‘Foto de familia’ (1998), ‘María bonita’ (2001), ‘El tiempo de las mujeres’ (2003), ‘Enterrar a los muertos’ (2005), ‘Las palabras justas’ (2007), ‘Dientes de leche’ (2008) o ‘El día de mañana’ (2011).

    Igualmente, De Pisón ha participado en antologías y libros colectivos como ‘El cuento hoy en España’ (1988), ‘Cuentos barceloneses’ (1989), ‘Estrategias de la memoria’ (1990), ‘Aeropuerto de Funchal’ (2009) o ‘Partes de guerra’ (2010). Lo último que he leído suyo, aparte de sus reseñas en ‘La Vanguardia’, ha sido un capítulo dedicado a la transición española del volumen ‘Cuarenta años con Franco’, coordinado por el historiador turolense Julián Casanova, una visión global sobre la dictadura franquista y su larga duración como rasgo distintivo de la historia de España en el siglo veinte. En esencia, ¿no fue la transición una siniestra maniobra merced a la cual una cifra elevada de españoles ha vuelto a ganar por segunda vez la guerra?

    ‘La buena reputación’, que de eso hablamos, nos sumerge en la herencia recibida del pasado, el sentimiento de la pertenencia, la necesidad de encontrar nuestro lugar en el mundo, en torno al relato de tres generaciones de una familia, sirviéndose de ella para contar la historia de España, un país que empieza a abrirse lentamente a la modernidad. Lo dice el propio autor: “Siempre me ha gustado la sencillez estilística pero también las novelas que cuentan las cosas que nos ocurren a todos y forman parte de la vida normal. Y en las historias de las familias sí que crece una red de pequeños acontecimientos que, de repente, se vuelven trascendentes. Y lo que hago con los personajes de ‘La buena reputación’, que son todos ficticios, es lo que haría si contara la historia de mi propia familia”.

    Es con ‘Carreteras secundarias’ cuando el escritor zaragozano alcanza cierta notoriedad, al ser, además, adaptada al cine en 1997 por Emilio Martínez Lázaro, con guion del propio De Pisón: las correrías tragicómicas de un hombre maduro y su hijo adolescente por esos caminos durante el ocaso del franquismo. Y el cine ya se cuela como una faceta más de su oficio, aunque lo tuviera que aprender sobre la marcha, con trabajos para la gran pantalla como ‘Chico y Rita’ (2010), una animación codirigida por Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono Errando, o, antes, ‘Las tres rosas’ (2007), otro filme de Martínez Lázaro según una adaptación de este, Pedro Costa y el zaragozano del libro de Carlos Fonseca, la historia de la humillación y fusilamiento de unas jóvenes durante el inicio del franquismo, falsamente acusadas de atentar contra el dictador.

    La obra de Martínez de Pisón también ha sido adaptada al teatro: en 1990 su relato ‘El filo de unos ojos’, incluido en su obra ‘Alguien te observa en silencio’, fue llevado a los escenarios. Cine y teatro. Literatura e historia. A De Pisón, en efecto, le gustan los acontecimientos históricos, no en vano su tatarabuelo materno era el general carlista Francisco Cavero, que aparece en los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós y en una novela de Ciro Bayo. De hecho, al decir de Enrique Vila-Matas, sus escritos le deben mucho al realismo galdosiano, aunque uno no lo tenga demasiado claro. Le gusta, en fin, revisar la memoria olvidada, por así decir, de la historia española y sus efectos en el presente, una suerte de biografía sentimental acaso para alcanzar la identidad. Precisamente es la identidad el factor que le hace contar su tiempo, la época en que vive, y para hacerlo regresa al pasado, mira hacia atrás, hurga en la memoria y en la historia. Indagar en los demás también es hacerlo en uno mismo.

    Más allá de los gustos de cada cual, Antón Castro lo califica como “el narrador transparente que desvela los insondables secretos de familia”. De Pisón, para el crítico literario, “es el narrador natural, el contador de historias de siempre. Rara vez se pierde o se embolica en malabarismos, florituras o demoras. Límpido y exacto, va directo hacia donde quiere”. Y añade: “El zaragozano se reconoce influido por Gustave Flaubert y por maestros españoles como Galdós, Baroja o su paisano José María Conget, pero su realismo es de una factura más inquietante: siempre hay una sombra, un escozor, una semilla de inquietud. Siempre le han apasionado autores como Anne Taylor, Tobbias Wolf –cuyo influjo es visible en ‘Carreteras secundarias’, acaso más que el de Salinger-, Natalia Ginzburg, Alice Munro, pero también otros escritores como John Cheever, Daniele del Giudice –al que tradujo-, Héctor Abad Faciolince o Philip Roth”.

    A fin de cuentas, lo cotidiano y lo misterioso acaban por encontrarse en ‘La buena reputación’, donde el autor se detiene en el gusto por narrar la voluntad del individuo de conservar su mundo interior frente a las amenazas del exterior. Y la tradición africanista le hace pensar en Barea, en Sender o en José Díaz Fernández, que hablaron, esto es, del protectorado antes de la guerra civil, un tema que al zaragozano siempre le ha interesado mucho. Ya lo dice Antón, pisa fuerte De Pisón.

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