Por Marshal
Murcia qué horno eres. Que no se ofenda el personal, la pillé en un mal momento y hasta un paisano me dijo con cierta chufla que lo contara, que había quien no se creía que pudiera hacer tanta caló en la península.
En anteriores entregas hablaba de lo poco conveniente de realizar este tramo de la Eurovelo 8 en pleno verano.
El término canícula tomó una nueva dimensión para mí en la ola de calor de Murcia, en que llegaría a ponerme a 47°C a la sombra. Pedalear pronto o al atardecer fue la solución. Y beber litros y litros de agua.
Llegué a la comunidad murciana y su capital fue la primera parada. Un relajante y económico albergue con piscina me dio la bienvenida tras un par de días de acampada libre.
Pero lo más sorprendente, para bien, es que toda la comunidad tiene señalizado al detalle el trayecto de la Eurovelo, lo que hace que puedas prescindir hasta de mapas. Una buena labor.
Murcia capital, además, es una ciudad muy fácil para moverse en bici, así como los alrededores, pues tiene numerosas pedanías que extienden la ciudad muchos kilómetros a la redonda. El río Segura y los parques aledaños facilitan mucho la labor.
De Murcia volví a la costa mediterránea. Hasta San Pedro del Pinatar donde llegué de noche cerrada y tuve suerte de pillar alojamiento. Intentarlo por libre es difícil en la zona entre los montones de invernaderos y el tráfico.
La zona vuelve a ser otro apocalipsis urbano con un añadido que ya me habían comentado: el mar de plástico.
A lo largo de la pedalada me iba a cruzar con miles de hectáreas de invernaderos y campos de agricultura intensiva.
Como se ha podido saber estos días toda esa agricultura descontrolada tiene un coste ambiental muy alto. Lo vería en los siguientes kilómetros, en el agonizante Mar Menor.
Supongo que antes de la sobreexplotación agrícola la laguna interior debía ser un lugar precioso.
Cuando yo recorrí la costa los empleados de Tragsa se afanaban en quitar toneladas de algas con palas y excavadoras.
Estas algas, causantes de la falta de oxígeno, encuentran nutrientes sin fin de los vertidos agrícolas indiscriminados y que tampoco hace falta ser un genio para intuir de dónde vienen. Cualquier turista a poco que pasee se encontrará con agricultura intensiva en zonas que, además, chocan por ser un auténtico secarral.
Aún así la zona tiene varios pueblos más relajados que la atestada zona de la Manga. Eso sí, con muchos establecimientos cerrados, la zona no es demasiado apetecible. También en todo el entorno hay formaciones geológicas de bastante interés fruto de la erosión y varios espacios naturales protegidos.
Esa misma mañana fui rodeando la Unión, ciudad célebre por sus minas abandonadas y su festival flamenco que dejé a un lado de la ruta. Desde allí a Cartagena es una carretera un poco incómoda pero de bajada.
Me habían comentado ya que la deteriorada ciudad portuaria había pegado un cambiazo en las últimas décadas y realmente me sorprendió.
El casco histórico, la ciudad romana y el frente marítimo son una gozada. Personalmente me pareció interesante el Museo de la Guerra Civil situado en un refugio antiaéreo y el de Arqueología subacuática. Comer tampoco está nada mal y es bastante económico.
Salir de la ciudad equivale a subir una cuesta que esquiva las instalaciones militares y que lleva al parque de Tentegorra, una zona arbolada donde los cartageneros suben de picnic. La parada es muy agradable, aunque las fuentes no tienen agua.
El tema del agua es muy problemático fuera de las grandes ciudades. Es mejor llevar reservas pues la zona es especialmente seca. Gracias especiales al agricultor que me trajo una botella de agua mineral cuando andaba con solo unas gotas en el bidón.
La ruta se adentra por pequeñas poblaciones y rodea la reserva natural de Sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán. Un paraje que reservo para futuras visitas. La zona está bastante despoblada, con escasa cobertura y pocos establecimientos. Interesante ver cómo se las han ingeniado a lo largo de la historia para aprovechar los pocos recursos hídricos. Hay una ruta temática.
Dormí en los campos de cultivo de Tallante, entre pequeñas casitas de campo.
Desde la sierra bajé a Mazarrón, localidad dispersa en varias pedanías, con playas pequeñas y de la que me gustó Bolnuevo con sus Gredas. Unas caprichosas formaciones geológicas de piedra arenisca.
Desde Bolnuevo e adentra la pista que transita por una zona de calas nudistas poco frecuentadas a las que no se puede acceder en coche, lo que las convierte en un lugar especialmente tranquilo.
Al terminar este tramo me apenó ver por un lado de nuevo el mar de plástico y por otro varias playas atestadas de autocaravanas y furgonetas. Defiendo la acampada libre y respetuosa, pero no la acampada motorizada a lo bestia y en una zona natural.
Ya llegaba al fin de mis días de vacaciones y la última tirada me llevó a Águilas, última ciudad murciana y frontera con Almería.
Me despedí de Murcia con un menú de pescaíto frito de toque ya muy andaluz. Un paseo por la ciudad y empezó la odisea de volver. Pocos buses, cercanías lentos… Así que tuve que coger tren a Murcia capital primero, luego otro hasta Valencia y, desde allí, lo más rápido fue coger un bus hasta Zaragoza.
Me han quedado ganas de volver. He encontrado con un Mediterráneo que es mucho más que chiringuitos playeros y hordas de turistas. Lleno de Historia (así con mayúsculas) e historias.
Aún sin alejarse mucho de tu propio entorno uno siente que se mueve… siempre un poco más lejos.
Tramo Murcia-Águilas de la Eurovelo 8
Tramo 226kms.
Ficha técnica
Tarragona-Águilas del 3 al 15 de Julio de 2021
Distancia total recorrida 923km
Alojamiento en camping, albergue y acampada libre
Bicicleta VSFahrradmanufaktur T300
Cubiertas antipinchazo Schwalbe Marathon Plus
El blog del autor: http://yosiplauma.blogspot.com/