Digno de Groucho / Jorge Álvarez


Por Jorge Álvarez

     Quienes me conocen o han leído algo mío, en diarios, revistas o blogs, saben que siempre en algún momento del texto aparecerá…

…alguna cita del genial actor, comediante y escritor Groucho Marx. Es que él solo necesitaba unas cuantas palabras para describir una situación por más compleja que esta fuera. De haberlo conocido le hubiera pedido que me obsequiase algunas de sus frases que le dieron fama como esta: “usted en qué va a creer ¿en lo que yo le digo o en lo que ven sus ojos?”

   Estas 19 palabras resumen de manera magistral lo que fue el gobierno de los Fernández-Kirchner en la Argentina. Tanto Alberto, quien oficia de presidente como Cristina su vice y en la vida real la que detenta el poder tratan de hacer creer a sus gobernados que aún vivimos en los primeros años del siglo pasado.

    Para ello se erigieron, en la obra de teatro que representan con suerte dispar entre quienes no son ni peronistas ni de izquierda, en los faros que iluminan y marcan el camino al pueblo que todavía, según ellos, vive en las cavernas.

   Intentan emular a Fidel Castro, a Hugo Chávez o a Nicolás Maduro en tratar de crear un pensamiento único entre quienes, según su óptica, son seres inferiores los que sin su guía sucumbirían ante el avance del liberalismo o el capitalismo. Todavía no se animan, supongo que porque él es un dictador premium, a imitar a Kim Jong-un quien a los 8 años recibió de regalo de cumpleaños de su padre el uniforme y el grado de general del Ejército de Corea del Norte.

     Cuentan con cortesanos fanatizados en todas las estructuras del Estado y con periodistas alquilados capaces de transformar algo nimio, insignificante del gobierno en algo épico y trascendente que se repite por los canales de televisión durante 12 horas. Incluyen en sus nóminas a personajes que por ser repulsivos e incapaces irritan a la ciudadanía.

     Como el ministro de Salud, advertido por el ex embajador en China, del virus mortal meses antes de que se desatara la pandemia que afirmó en un acto circense a voz en cuello que “no hay posibilidades que tengamos Covid-19 porque China queda lejos”. Hoy, tras ocho meses, el país cuenta con el triste privilegio de ser el segundo en el mundo que peor gestionó la sanidad algo que se nota ya que el 20 de marzo comenzó el aislamiento obligatorio y, desde entonces, los infectados por Covid-19 alcanzaron la cifra de 1.407.277, con 38.216 muertos.

    Pero… en la soberbia propia de los alcahuetes y de los resentidos un ministro allá por la mitad del 2020 se animó a declarar con sorna: “menos mal que no está Macri -el ex presidente- porque habría 10.000 muertos”. ¿Y algún periodista salió a señalarle su error grosero de cálculo? No porque desde su creación el peronismo no admite error propio alguno.

     Cosa que una vez más quedó al descubierto en el velatorio de un afamado ex futbolista, que organizado por el gobierno fue un muestrario de un cúmulo de errores groseros, torpes, ridículos y absurdos propios de un populismo rayano en lo tragicómico si no hubiera terminado en una batalla campal entre gente que fue a despedir al ídolo con delincuentes comunes que se disfrazan de fanáticos del fútbol.

   La sede del gobierno nacional fue tomada por una turba que exigía que no se cerrara el paso a quienes habían aguardado horas, aguantado a pie firme el Sol y la improvisación de citar a la ciudadanía, el presidente soñaba reunir a un millón de dolientes, que desfilarían durante 48 horas según había previsto él o la viuda de Kirchner para transformar la pasión y el fanatismo en un acto político que les permitiera tomar oxígeno antes de concluir el primer año de gobierno.

     Pero organizado por el gobierno ¿qué podía fallar? Todo. Nunca le consultaron a la ex viuda ni a sus hijas sobre la extensión que ellas querían que tenga el velatorio. Y mintieron sobre que la familia había pedido velarlo en la Casa Rosada cuando habían pensado en el estadio que lleva el nombre del fallecido. O en otro.

    Y ¿cómo terminó el culebrón? Que como no cometen errores lo que ocurrió fue por culpa de la familia del muerto, en primer término luego del Jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de la policía que trató de mantener el orden y de recuperar la sede gubernamental disparando gases a la turba.

    De esto extraje dos conclusiones. La primera, que el velatorio de Carlos Gardel reunió más cantidad de personas que colmaron las calles en silencio y no hubo incidente alguno y la segunda que me quedo “más tranquilo” sabiendo que los mismos que no pudieron organizar un velatorio serán los encargados de distribuir las vacunas para el Covid-19 que comprarán a Rusia.

   Llegamos al final del año y es mi deseo que para mí, para nuestras familias, para el Staff de El Pollo Urbano y sus lectores 2021 venga cargado de salud, de certezas en lugar de dudas y bienestar. Hasta que esto suceda y como diría Groucho ¿a qué le va a creer usted a lo que ven sus ojos o a lo que yo le digo?

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