Manifiesto hacia la “Nueva Normalidad” (Reflexiones socarronas tras la primera oleada del COVID-19 en España) / Kynos


Por Raúl Navarro (Kynos)

   Hombres como nosotros, que estuvimos 24 horas en pijama durante casi 2 meses, confinados en casa. Que podíamos rascarnos los huevos a nuestro antojo, sin ningún pudor…

    Hemos vuelto a trabajar a la oficina este mismo lunes, tras días de interminable teletrabajo en casa, o en forzoso ERTE. Tristes de nuevo, nos miraremos frente al espejo pensando en el sinsentido de nuestra existencia mientras nos ponemos otra vez el traje y la corbata para volver “a la mina”, quiero decir a la oficina. A interpretar el papel “acostumbrado” que solemos representar ante la sociedad, el rol de padre, de esposo, de hermano, de hijo, de cuñado.

   Tras esos días de cálidos y amables aplausos a médicos, sanitarios y otros colectivos profesionales. Y el buen rollo generado entre vecinos, volveremos a respetarnos. ¡Estoy seguro! No es necesario imaginar como serán ahora las “nuevas” reuniones de comunidad de vecinos. Se lo digo yo, ¡Una maravilla!, serán como malvas. Sin ninguna disputa verbal o riesgo de “llegar a las manos”. Así de plena es mi confianza en el ser humano. Los hay también incrédulos a este respecto. ¿Y me cuesta saber por qué?… Pues como decía el escritor e intelectual Rousseau “el hombre es bueno por naturaleza”. Lo que no se dice tan a menudo es que el escritor era también un poquito machista. Como refleja esta otra perla suya “El hombre y la mujer no deben tener una constitución semejante de temperamento y carácter, y no deben educarse de la misma manera”. Pero claro, este juicio de valor resulta hoy tremendamente injusto e inmerecido. Pues no podemos juzgar el pasado desde nuestros ojos del presente ¿Verdad? Claro, Rousseau vivía en una sociedad demasiado patriarcal no como la que ahora vivimos nosotros.

    De buen seguro veremos como para el colectivo sanitario y otras profesiones básicas para nuestra economía y sociedad, y que fueron bastante menospreciadas en este pasado reciente, el gobierno acomete las reformas precisas y necesarias para aumentar sus escuetos salarios. Y en su honor se erigirán miles de estatuas, una en cada pueblo y ciudad española dedicada a nuestros particulares héroes. Al medico o sanitario desconocido, al agricultor, a la cuidadora, y un largo etc. Para recordar y no olvidar nunca, esta terrible epidemia llamada COVID19.

  Al hilo de lo que dijo el Jesús más famoso de la historia de la civilización, en el Evangelio según San Juan 8:1-7: “…Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”

   Porque… ¿Quién con su familia no hizo algún bizcocho o tarta?

  ¿Quién no lo olvidó, y entro derecho con sus zapatos hasta la cocina tras subir de la calle? ¿Y no los dejó en la entrada sin haber limpiado las suelas, con un trapo empapado de agua y lejía?

    ¿Quién no compro el periódico o una barra de pan para poder dar 4 vueltas a la manzana, adrede, y sentir un poco de libertad, respirar el aire puro? Para ver el cielo azul y estirar las piernas, torciendo la ley “a sabiendas” y rompiendo las estrictas normas de cuarentena que el Estado y la salud del prójimo nos imponían…  ¿Quién?

  Por ello y por otras maravillosas razones, muchos de nosotro@s ya estamos pensando en variar el rumbo de nuestra forma de vida, en ir a vivir a algún pueblo, quien sabe, en busca de una vida menos esclava y más gratificante.

   Gracias a Dios también, parece que quedó atrás el oscuro tiempo de los “balconazis”. Termino del acervo popular surgido durante el severo confinamiento y que define muy bien al ciudadano o persona, que a modo de censor ofuscado o chivato reprimido, señala y delata la libertad del otro. Vamos… A quien se encuentre afuera circulando por la calle. Este termino de “balconazis” que la mayoría atribuimos su cuño a Alfredo Díaz, para quien no lo conozca, es un portentoso y versátil actor de doblaje, sin cuyos hilarantes memes y videos con Rocky Balboa como protagonista, España de seguro, no hubiera soportado con tan buen humor esta situación, al poder reírnos de nosotros mismos.

  La vida humana vuelve a desbordarse en el planeta azul hacia la llamada “nueva normalidad”. Tras esos días de alegres cánticos que podrían recopilarse en un CD, que se llamara por ejemplo “HITs 2020 – PANDEMIA COVID19 “, con estos 10 temas como los imprescindibles:

1-RESISTIRÉ (Dúo Dinámico, 1988)

2- PERO A TU LADO (Los Secretos, 1995)

3-YOULL NEVER WALK ALONE (Gerry and the Peacemakers, 1963)

4-WE WILL ROCK YOU (Queen, 1977)

5-I WILL SURVIVE (Gloria Gaynor, 1978)

6- EYE OF THE TIGER (Survivor, 1982)

7- DONT LOOK BACK IN ANGER (Oasis, 1996)

8- SEVEN NATIONS ARMY (White Stripes, 2003)

9- MY SHARONA/BYE CORONA (The Knack 1979-2020)

10- WE ARE THE CHAMPIONS (Queen, 1977)

    Siempre podremos llevarlas en un cd en la guantera del coche o si lo preferimos, como lista de canciones en tu móvil, a modo de recordatorio nostálgico o para cuando perdamos el ánimo recordándonos que la vida son dos días… ¡Tomen nota. Porque así va esto!

   Mandar también un mensaje de tranquilidad, pues al estar iniciándose la fase 3, regresa “la normalidad” a nuestras calles. Y con ella también los camellos. Vuelve el reparto habitual y el menudeo de drogas. Las sustancias más adictivas para evadirnos de nosotros mismos circulan de nuevo libremente. Así que los Riders y otros repartidores de comida a domicilio, ceden ya ese pesado cometido a los legítimos camellos. Ya no deben seguir arriesgándose de manera ilícita repartiendo por los edificios de nuestros barrios la solicitada marihuana o “mandanga de la buena”.

    Los ludópatas vuelven también con renovada y feroz ansia al juego en las maquinas de los casinos y al juego online. La rueda que gira sin pausa: vender objetos más o menos valiosos, pedir prestamos abusivos, sablazos a amigos, deudas, robos, ruina económica y familiar… El bucle repetitivo de no ganar nada y perderlo casi todo. Ya sabemos, casas de apuestas en barrios pobres, juego asegurado…

   Veremos a los borrachos habituales, que tanto esperaban este momento.. Parroquianos de los bares celebrando la próxima copa como si fuera una misa, como ese lugar de culto donde joder…que se va hacer allí…pues beber una, y después otra, y tal vez también olvidar…

  Las solicitadísimas mesas de las terrazas, algunos clientes las disputan.

   ¡Yo estaba primero no me ha visto!

   Y en la mesa de al lado: Usted váyase a casa, ya se ha bebido tres cervezas, no ha tenido suficiente ya, deje al prójimo egoísta!… Bla, bla, bla.

    Al igual que los astronautas de la misión lunar Apolo 11 fueran aclamados con honores por los ciudadanos de Nueva York, cuando atravesaban Broadway y Park Avenue el 13 de agosto de 1969, tras el exitoso aterrizaje sobre la Luna. No sería raro que aquí en Madrid, viésemos también una singular comitiva patria para conmemorar la victoria sobre la fatal enfermedad. Un gran desfile como los de Corea del Norte, pero sin misiles… Así veremos pasar por la Gran Vía en largo cortejo: a los sanitarios, médicos, limpiadoras, al ejercito, a la policía, la guardia civil, a la (UME) Unidad Militar de Emergencias, enfundados en sus blancos trajes de desinfectar y con las mochilas de fumigación a sus espaldas. Detrás podrá divisarse un autobús de doble piso abierto, para celebraciones, y en su “proa” sonriente al presidente Sánchez saludando a la gente de la calle emocionada. También estará allí Fernando Simón, aupado a hombros por sus compañeros. Veremos también a ministros y ministras algo desmadrados y perjudicados por el alcohol, agitando enormes botellas de champán como si hubieran ganado la “Champion”, gozando y regando a la jubilosa muchedumbre que se agolpa. Se corearan lemas como “sí se puede, sí se puede” o “Oe, auu, vencimos al coronavirus” “Oe, auu, vencimos al coronavirus”.

    Le seguirán unos elegantes coloridos deportivos sin techo, con el resto de partidos del Congreso, con pancartas con el lema “Todos unidos”. “Todos unidos” por la inestimable gestión que realizó el Gobierno de España para doblegar al “bicho”.

   Y es ahora cuando de verdad veremos para que sirvió y el sentido que tuvo, el tremendo acopio y almacenamiento de rollos de papel higiénico por parte de los ciudadanos. Pues desde los edificios de ambos lados de la ancha avenida madrileña, veremos llover junto a miles de papelitos de colores, desde las ventanas de las casas, largas “aureolas” blancas… quedando colgantes de cables de electricidad, árboles y semáforos. Cayendo sin cesar las improvisadas “guirnaldas” para celebrar y homenajear a los responsables de la victoria, y refrendar así las difíciles decisiones que se tomaron.

   Para terminar y cerrar esta triunfante procesión que rebosará unidad y concordia. Aparecerá finalmente, una reluciente limusina Rolls-Royce  descapotable con Felipe VI, la Reina Letizia y las infantas Leonor y Sofía. Singular cierre borbónico, y ejemplo valeroso al soportar como el resto de españoles, eso si en el Palacio de la Zarzuela, el doloroso confinamiento.

  Pero antes de que llueva papel higiénico por los cielos de Madrid. Os contaré la historia de dos jóvenes, Jonathan y Zoe, de 17 años. Que se conocieron un viernes, más concretamente el 28 de febrero, durante un concierto de “Taburete”  en la Sala “La Riviera”. Los dos habían perdido a su grupo de amigos y tras quedarse solos, casualmente se encontraron de manera mágica. Fue una noche inolvidable, como os podéis imaginar. Todo muy romántico y eso… Para ambos es su primer amor, pero les alcanzó un poco de mala suerte. ¡Ostias! Quien iba pensar que sólo un mes más tarde de comenzar esta intensa relación, se viera truncada por el inoportuno virus. Así que ahora llevan mas de dos meses separados, soportando el “no verse” como buenamente pueden, viviendo con sus respectivos padres. Él en Vallecas y ella en Fuencarral. Dos barrios obreros separados tan solo por 12 km. Una distancia física asumible en Madrid, si te mueves con transporte público, pero que ahora con este maldito virus parece insalvable. En la última vídeollamada con “Houseparty”, a modo de broma, Zoe dijo que si trazaran un línea imaginaria entre ambas casas, el punto medio sería la Plaza de Toros de “Las Ventas” en la calle Alcalá. Jonathan no dejo pasar la idea y le propuso quedar allí mismo, en ese punto, el próximo viernes por la noche a las 22 hrs. Como en ese momento, con la desescalada se estaban levantando un poco las restringidas normas, y la vigilancia policial era mas “relajada” en el horario del paseo. Decidieron “acometer” el esperado encuentro. Así el plan fue coger unas bicis de alquiler con la app “Donkey Republic” para verse por fin. No puedo desde luego ponerme en su piel, ni saber que pensamientos y emociones pasarían por sus cabezas durante esos 6 kilómetros que cada cual recorriera hasta poder coincidir y disfrutar de tan descabellada cita.

    Cuando se vieron, a unos 20 metros, Jonathan y Zoe se acercaron corriendo el uno al otro, se abrazaron y besaron sin importar ninguna prohibición, sin importar quien los mirara, sin importar nada… Como pudieron, con una mala y torpe excusa lograron entrar en el primer portal que tenían a mano. En las escaleras del rellano del 5º piso, podía haber sin duda restos de coronavirus o incluso ébola, pero el deseo apasionado e irrefrenable no piensa en tales minucias o tonterías. Cuando uno es joven, ya se sabe, las hormonas revolucionadas, la atracción física y las ganas de follar forman un coctel explosivo muy difícil de controlar.

   Abajo calzoncillos, abajo bragas. Las nalgas se iban refrotando y deslizando apoyándose sobre las brillantes barandillas cromadas…con o sin virus en estas superficies, no lo sé… pero como si no hubiera un mañana.

  Ya veis que por prudencia he omitido algunos detalles íntimos, que no viene al caso relatar, sólo por mantener unas normas básicas de seguridad e higiene, aunque sea narrativamente hablando.

Podemos llamarlo un apretón o una urgencia sin medidas de protección, o un excitante y peligroso coito sin “goma” de por medio… No sé que más pasó. Si Zoe quedo embarazada o no… Pero eso en todo caso, será sin duda, otra historia…

   Este sistema-mundo, al igual que un castillo de arena al borde de la playa al que se le desmoronan sus torres y murallas por la llegada de una ola, espera la llegada de la próxima ola inevitable, que lo arremeta con un mayor fuerza de impacto. El coronavirus ha sido el hito mas desequilibrante tras la Segunda Guerra Mundial. El capitalismo ha sufrido la primera e inevitable crisis. Y vislumbramos el comienzo de un nuevo y desconocido ciclo. Como bien describe en estas líneas el escritor japonés Haruki Murakami :

    «Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata la tormenta.»

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