Las palabras malsonantes / José Luis Llera


Por José Luis Llera Gil

     La verdad es que nuestros medios de comunicación, manipuladores y exclusivos recaudadores de ingresos,  están adquiriendo tintes…

…de una permanente grosería motivada, no sé por qué, bueno sí que lo sé, equivalente a de aquellos  otros países  con nuestra misma forma de hablar, pero que a lo que me refiero y para ellos no tiene tanta preponderancia.

    Es una vergüenza, tener que oír por TV preferentemente y por la radio también,  con menor tilde, en donde deben velar por nuestra educación y la de nuestros jóvenes, palabrotas que hace algún tiempo no se oían en  estos medios, y que ahora  impunemente las oyes con repetición exhaustiva para gozo de unos cuantos y lamento de otros más.

   No hay día que, en las pocas horas que veo o escucho la T.V., no oiga palabrotas malsonantes, cuando no blasfemias, que suenan como bombas en nuestros oídos.

   Estas palabrotas, no son precisamente una libertad de expresión, sino una libertad de dicción  que antes no existía.

   En las T.V. que nos ofrecen programas de todo tipo, hay hasta títulos que hablan de tetas y culos, aventura en pelotas, con la mayor impunidad, y no digamos cuando oyes que “ estoy jodido”, por tal y tal cosa. ¡ Que vergüenza¡

   Hace unos pocos días escuché decir  “yo blasfemo todos los días  porque soy ateo”, y no sabe este ”figuras” que precisamente el ateo es quien más piensa en Dios.

   No me gusta tocar estos temas porque siento pena por nuestros jóvenes que ya no saben casi hablar correctamente por la utilización de móviles y otros aparatos, y porque dentro de poco tiempo lo harán también intercambiando groserías verbales.

   Hace años, cuando comenzaba a despuntar la democracia, tuve la mala recordada ocasión de estar unos minutos con un significado político y con un sindicalista de izquierdas.  Fueron atendidos por mí con gran educación pero llegó el momento en el que el sindicalista se permitió  pronunciar alguna blasfemia contra la Virgen del Pilar. Ello me sonó tan desgarradoramente mal que no puede por menos que decirle que frenara sus impulsos  o le dejaba solo con su amigo político, el cual que me dio una explicación irracional pero al menos sirvió para  que  el sindicalista dejara de  utilizar estas prácticas no sé si para hacerme daño a mí o por ser su mala, muy mala, costumbre.

   Es lamentable que, como digo anteriormente, dentro de algunos años por la lección que recibimos permanentemente, consentida y apoyada por determinados políticos y otros  hombres que tienen la posibilidad de hablar en ciertos medios, nuestras expresiones irán acompañadas de palabrotas groseras, cuando no blasfemias que hoy, y a muchos de nosotros,  siempre dan  rabia.

    Quienes hemos viajado  con frecuencia al extranjero, hemos procurado dar  siempre una buena  imagen de aptos  para la vida educada y normal, pero vienen otros que,  sin reparo alguno,  no se privan de intercalar algunas palabras, muchas, demasiadas, fuera de lo normal que hacen dar una imagen de ignorancia supina a los españoles en general, aun cuando hay  honrosas excepciones.

  De esto se tienen  que ocupar los políticos que en elevado número están en el Consejo de Ministros y no de  tonterías que además nos hacen tanto daño.

Artículos relacionados :