Por José Angel Biel
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De nuevo ha vuelto a ocurrir. Las regiones con más votantes imponen sus exigencias en detrimento de las que menos electores tienen. La comisión bilateral Andalucía-Estado presidida, en la parte estatal, por el vicepresidente Manuel Chaves y por la ministra Rosa Aguilar aprobó ayer ceder, a través de una encomienda, la gestión del Guadalquivir a la Junta de Andalucía.
Una solución que deja en entredicho la sentencia del Tribunal Constitucional que parecía haber acabado con las aspiraciones andaluzas de gestionar en exclusiva el río Guadalquivir.
El pacto contempla la creación de un grupo de altos cargos de las dos administraciones que se encargará de encontrar una solución al conflicto. Solución que pasaría por no quitar a la Junta de forma completa la gestión lo que podría suponer modificar las leyes estatales.
Rápidos han sido los gobiernos central y andaluz, ambos del PSOE, en darle la vuelta a una sentencia del TC, no vaya a ser que el granero de votos socialista se vea mermado ante las próximas elecciones. Y mientras, en Aragón seguimos esperando a que el Gobierno central se tome en serio la cesión de la gestión de la reserva hídrica del Ebro contemplada en nuestro Estatuto. Esta celeridad y esta voluntad política contrasta, una vez más, con la pasividad con la que el Estado trata las reivindicaciones aragonesas.
Con todo esto, cabe preguntarse de qué nos sirve a los aragoneses que estemos representados en el Congreso por siete diputados del PSOE y seis del PP. La respuesta la acabamos de ver. Pero no todo está perdido, Marcelino Iglesias, como número tres del PSOE que es, defenderá los intereses de los aragoneses rebelándose contra su partido y Eva Almunia desde aquí lo apoyará.
En Aragón somos pocos en comparación con otras autonomías pero entre todos podemos hacer mucha más fuerza. Lamentablemente, el número de votos de una comunidad autónoma es proporcional al caso que te puedan hacer en Madrid, y más en periodo electoral, pero aunque no podamos equipararnos en número de votantes si podemos cambiar las cosas votando aragonesismo.
