Fiebre monárquica en Zarabola: Juan Carlos Beloki abdica en el Principe Felipe Jeromín

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Por Frank Costelo *

    Los recientes acontecimientos ocurridos en torno a la familia real española, han recorrido como un sunami las más importantes capitales del país desarrollando una fiebre monárquica que no respeta ni las convicciones ideológicas más radicales. Tal ha sido el caso del ferviente socialista  Beloki y de su valido de extrema izquierda el príncipe Jeromín.

   Saltándose a la torera los problemas que achacan a su partido, el anciano alcalde ha decidido abdicar en su favorito y conocido baluarte de la izquierda más radical, el príncipe Felipe Jeromín. Y lo hizo convocando a los zarabolianos a la Plaza del Pilar y tras el preceptivo toque de los maceros municipales, se asomó al balcón del Ayuntamiento entre los gritos y alaridos de la multitud  y tras pedir silencio insistentemente, comenzó su discurso:

   “Zaragozanos, en mi proclamación como alcalde asumí el firme compromiso de satisfacer los intereses de Zarabola. Hoy cuando vuelvo la mirada no puedo sentir más que orgullo y gratitud hacia vosotros. Orgullo por los sueldos que me habéis puesto y  gratitud porque seguís cogiendo el tranvía, incluso en momento de dificultades y aunque falle más que una escopeta de feria».

      Siguió su emocionado discurso haciendo algunas observaciones sobre la nueva situación surgida con la crisis económica, para afirmar que: «Todo ello ha despertado en todo el equipo municipal  un impulso de superación, de corregir errores y abrir caminos. Aquí queda como ejemplo de actuación revolucionaria “Esto no es un solar” o los vitales trayectos de los ebrobuses que se llevan a cabo para unir las “dos orillas” pese a las protestas de los reaccionarios madereros del PP».

     Tras una salva de aplausos y gritos de “¡Jeromín, Jeromín!”, con lágrimas en los ojos prosiguió:«He querido ser el alcalde  de todos los zarabolianos , me he sentido identificado y comprometido con vuestras aspiraciones vaciando el centro de la ciudad y arruinando a todos sus comerciantes, he gozado con vuestros éxitos (hemos conseguido que el Real Zaragoza no baje a Tercera)  y he sufrido con vuestro dolor cada vez  que la policía municipal os fríe a multas o cuando la voracidad de Gimenotti os infla a impuestos. Habéis de saber que estos difíciles años de gobierno tripartito me  han permitido hacer un balance autocrítico de vuestros  errores y de vuestras  limitaciones como sociedad».

   La plaza del Pilar rugió y un nutrido grupo de socios de la peña “Podemos” de Las Fuentes comenzó a entonar el “Soy de Aragón” haciéndose un silencio preñado de emoción en todo el recinto. Al acabar el cántico, todas las gargantas de la multitud rugieron al unísono; “¡Jeromín, Jeromín!”. El provento edil, luego de sonarse los mocos se irguió sobre el trono y espetó a las masas: «Una nueva generación reclama el papel protagonista, el mismo que correspondió a la generación que estuvo en Sidi Ifni, en el Sahara español, a la que yo pertenezco. Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven que saque adelante la segunda línea del tranvía, que arruine a los bares prohibiendo las terrazas, que adjudique  las barras  de las fiestas a dedo y organice una cultureta de palito y zanahoria para contentar rojetes mientras los cachaforrun se hacen con todos los resquicios económicos de la ciudad. Esa generación es la que encarna mi favorito ¡Felipe Jeromín”.  El vetusto alcalde hipó de emoción mientras bramaban los asistentes a la plaza. Finalmente balbuceo: «El Príncipe Felipe Jeromín  tiene la madurez, la preparación y la pasta  necesaria  para asumir con plenas garantías la Jefatura del Ayuntamiento. Pueblo de Zarabola, socialistas comarcales, progresistas de Aragol ,no os dejéis comer el tarro con primarias ni leches….¡El sucesor ha de ser Jeromín!”.

   Al terminar estas palabras, crujió el pavimento de la Plaza del Pilar. Y desde el balcón, apenas se le oyó concluír al senil corregidor: “Quiero expresar mi gratitud al pueblo zaraboliano, a todas las instituciones, a la Expo, al Club Náutico   y a cuantos me han ayudado a llevar la vara. Y a mi esposa, cuyos coloquios cafeteros, su amor a Porto Venechía, su colaboración y generoso apoyo no me han faltado nunca. Guardo a Zarabola en lo más hondo de mi corazón».

    Imposible reflejar en estas líneas  el vocerío que recorrió la plaza durante más de quince minutos con un grito unánime: “¡Jeromín, Jeromín!”

* Frank Costello: periodista  mafioso italoamericano que ascendió a los puestos más altos del mundo del crimen, controlando un vasto imperio del juego a lo largo de los Estados Unidos y teniendo una influencia política como ningún otro jefe de La Cosa Nostra y que ahora ha entrado en la nómina de El Pollo Urbano. ¡Bienvenido al club!

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