Basura


Por Cristina Beltrán

       Observo un lienzo recogido al lado de un contenedor,candidato a ser repintado. Me lo regaló una amiga que sabe mis aficiones.

   Es de los años setenta, escena de caza, perros blancos de manchas marrones, patos verdes y rojos en un río azul gris como su cielo con nubes blancas tan grises como el blanco gris que divide al cielo del río, de trazos ocres en gama variada para plasmar los carrizales de las orillas, rocas pequeñas por dar un poco de volumen y árboles de buena factura a punta de pequeños toques de paletín y pincel; no muy distinto a cualquier cuadro que regalaban con el tresillo o de la sección decorativa de El Corte Inglés en su gama alta. Cuadros de paisajes hechos por artistas copistas para ganarse el pan, pagados por horas o por metros o por tamaños en repetidos motivos y movimientos, con el tipo de óleo que entrara en el lote. Eso si, enmarcados por dorados y exuberantes marcos de madera policromada, que al fin y al cabo es lo que da prestancia. Siempre me han atraído esos formatos.

     Admiro lo rescatado de las basuras en las sombras de la noche. En noches de juerga y risas, con la complicidad y la confianza que da coger basurillas en compañía; o en mañanas luminosas e inapropiadas para recoger lo tirado, cosas inútiles para unas y tan sugerentes para otras…¿cuántas obras he pintado con materiales reutilizados? ¡Y lo bien que vienen los marcos para reutilizarlos! ¡Y lo bien que quedan! ¡Y el empaque que dan!, ¿cuántas artistas reciclamos? Para mí es un desperdicio ver algunos objetos y no aprovecharlos. Cuento con bastantes colegas apuntadas a estas aficiones, aunque cada vez lo hacemos menos; bien porque nos hacemos mayores, bien porque no estamos para atesorar demasiados trastos en nuestros espacios. No, no es síndrome de Diógenes, es un impulso irreverente e irremediable que dispara nuestra creatividad en cuanto vemos algo que nos llama la atención y es susceptible de ese uso esperado para una buena ocasión. Llega a nosotras como la solución para un espacio concreto, la obra que va poner el broche a nuestro proyecto, idea o decoración, el regalo que va a gustar a alguien muy especial o la necesidad apremiante de recoger ese objeto que nos va a alegrar la vida en ese momento. Es un tesoro en la basura puesto allí para nosotras.

    Creo que las adversidades hay que tomarlas como retos para aprender de ellas, incluso en las cuestiones de salud, mi salud es frágil, tengo que entrar en profundidad a poner soluciones y parches, mi cuerpo es débil , aunque me acompaña una personalidad fuerte haciéndome olvidar a menudo mi propio cuidado, me dejo llevar por pasiones o rutinas aprendidas y difíciles de cambiar. En fin, sin entrar en detalles y como consuelo, “No hay mal que por bien no venga”. El parón físico es la mejor medicina, y el recogimiento en casa junto a lo más íntimo me ofrece una mirada distinta  y necesaria a mi alrededor.  Me ordeno y pongo orden, buenos momentos para acometer el arreglo, la restauración, o al menos el proyecto de dar buen uso a los tesoros recogidos… ¡Cuánta basura aprovechable! Basura en mi persistencia de ser positiva, de la buena. La basura me ha dado muchas alegrías.

    En una ocasión rescatamos un tesoro acomodado en la puerta de una casa muy céntrica y de buena solera todos los utensilios de quien fuera un diseñador, fotógrafo y aficionado a la vida del circo, de esa noche conservo un libro encuadernado de la revista “El Circo” una curiosidad preciosa encontrada junto a botes metálicos de carretes fotográficos, letras de metal, plantillas heterogéneas de reglas con abecedarios de muchos tamaños y raras bandejas utilizadas por magos prestidigitadores en espectáculos circenses. Nos han servido en algunos trabajos y aún siguen cumpliendo su papel tras años encontradas.

   Una tarde, hace años, saliendo del Bonanza pletórica por los chistes, la buena música clásica y la conversación con Manuel García Maya, en un contenedor de obra, junto a los escombros reposaban dos enormes ovillos de cortinajes con puntillas y motivos del diecinueve aún sujetos a dos hermosas barras de hierro forjado que actualmente sirven de pasamanos para las escaleras de mi casa, las cortinas las tengo a buen recaudo, servirán de fondo para decorar una hermosa pared.

   Saliendo de una visita al hospital provincial, sujeto por la rueda de un contenedor verde de basura doméstica, me llamaron los ojos anónimos de un señor dibujado al carboncillo por Ciriaco Párraga, pintor al que le doy las gracias por llevarme a descubrir otro curioso universo, además de disfrutar de una buena obra en mi salón. Segura estoy de que quien no dio importancia a ese trabajo, no tiene ni idea de arte y cultura, además de ser poco respetuoso con sus antepasados.

    En un vertedero, al tirar trastos, recogí un sillar romano para sentarnos en el quicio de la puerta de casa del Villar, magnífica piedra.

    Podría contarles miles de anécdotas en torno a persianas, cuadros, marcos, sillas y singulares objetos obtenidos del abandono a su suerte, podría escribir retahílas de historias sobre el agradecimiento de volver a utilizar posteriormente lo que en principio es desechado por alguien.

   Los muebles antiguos regalados por viejos o encontrados me han proporcionado  momentos muy agradables y creativos de restauración, obteniendo piezas muy útiles y únicas en perfecto estado de uso luciendo en mis rincones más originales.

   Hay basura muy valiosa, actualmente es un gran negocio, tanto la basura como el reciclaje, hasta las mafias obtienen muy buenos beneficios de ellas, maniobrando para monopolizar los desechos que nuestra sociedad no quiere ver.

    No todo el mundo entiende la filosofía del reciclaje y la reutilización de elementos, hay a quienes se les caen los anillos con la sola referencia, como si fuéramos traperos ( lástima de profesión perdida, como otras que rondaban el mundo del aprovechamiento  de los utensilios) para estas gentes, nada que objetar, sigan desechando preciosidades que no valoran, otras las recogerán y se las volverán a vender a precio de oro… Ja, ja, ja.

   Las mujeres tenemos un instinto especial para el aprovechamiento, especialmente las mujeres de pueblo o de clase obrera acostumbradas a estirar el dinero y capaces de poner remiendos a las más hermosas telas por muchos años que tengan.

   Hace años nuestra basura era mayormente biológica y se echaba al corral para de los animales domésticos, era bien escasa la basura y tenía una concepción muy peyorativa, había muy pocas cosas consideradas tan inútiles como para ser basura. Hoy el mayor volumen de nuestros desechos son plásticos y de ellos nace una gran industria y un gran declive planetario, las ecofeministas están dando muy buenos ejemplos para frenar el cambio climático, tenemos otra forma de ver el mundo.

   Con los pies en la realidad del suelo que pisamos, siendo incisiva y sincera en materia de basura, diré que hay auténticos desechos de la humanidad, se encuentran en todos los continentes, proliferan, a mi pesar entre la política ( ya saben, a mí me gusta la política, casi todo es política) pura basura entre humanos, habría que meter en un gueto a los desechos humanos para que se devorasen entre ellos. Además de la basura radioactiva, el calificativo de basura  solamente se lo adjudicaría a algunas personas, la mayoría y más terrible BASURA tiene alto poder adquisitivo. El resto del planeta creo que es bastante aprovechable.

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