“Al Paso” Germán Díez, (La Almunia de Doña Godina 1965)


Por Cristina Beltrán

    No es esta la sección de artes, ni la de críticas o letras en El Pollo Urbano.

      Doy un repaso de eventos y los traslado a la sección nosotras, escribo sobre temas que me han gustado o me interesan, estoy abierta a sugerencias, este mes me doy el permiso de volver a comentar sobre el Espacio Huecha.

    En Alberite San Juan ocurren cosas sorprendentes. Miguel Ángel Domínguez y Marta Domínguez Alonso, son sibaritas que disfrutan en casa propia de placeres elitistas que nadie más puede. Eligen a sus invitados y pasan a la acción con unas formas sencillas e impecables, tanto que, tras la exposición de Paco Rallo, junto a la música que pinchó Pedro Bericat y al libro que presentó Martínez Forega, quedé con ganas de un regreso al lugar en vivo y en directo, la excusa perfecta; reencuentro con el artista Germán Díez para ver sus últimas creaciones.

   No me lo pensé mucho, ante la posibilidad de una excursión dominguera en buena compañía para conocer a interesantes gentes de lugares cercanos, abiertos a la poesía y el arte como estupenda combinación. Un lugar para el encuentro con personas como Víctor Barrios o Chamorro, un espacio para el relajo y la buena conversación. Una visita a los alrededores llenos de pueblos especiales, como éste.

   Permitidme expresar, lo que la obra de Germán me produjo, no sabéis como lo entiendo y duelo en la materia que utiliza.

    Me duele mirar en profundidad, hasta el minúsculo detalle del paisaje de la naturaleza que destila, cada objeto escultural que contemplo más deprisa de lo debido, porque me niego a ver los múltiples significados que le encuentro.

    Hemos sido criadas las gentes bajo unos yugos marcados por el sexo entre nuestras piernas y tú, Germán, hablas para seres. Para el mundo mundial. Más allá del género, sean ricos o pobres; pequeñitos o grandes. Elevas lo artístico para que se eleven a un pensamiento distinto fuera de fronteras terrenales, aunque muy pegadas a la tierra están. Más allá del valor económico otorgado, mucho valor tiene.

Tu relato es universal y va más allá de lo que como hombre te han enseñado a mostrar. Las emociones difícilmente se explican cuando el entorno no apoya, aún así sacas de las entrañas, de las tuyas y de donde haga falta, la sensibilidad extrema para predicar al mundo que tienes mucho que dar, que hacer, que mostrar.

   Dilatamos los días en ocupaciones que nos envuelven por la necesidad de pertenecer, asumir y desarrollar el rol que nos imponemos o imponen, pero la libertad de expresión artística e innata, vaga aguardando en la mente más allá de lo cotidiano.  Al final irremediablemente se desboca a través de las manos para crear formas nuevas de desechos. Ejemplo de esos desechos, apuntes  caligráficos de monjas, recortados y utilizados con paciencia infinita para colocar las minúsculas escamas alrededor de un palito.

   Eso, que tal vez, no sabes explicar para que sean los demás quienes pongan nombres, etiquetas o relatos de crítica, bien podría llamarse “alma”, porque tú tampoco le buscas más explicación, lo complejo es llegar a elaborar a través de los laberintos mentales cada una de las piezas, ensamblarlas como una continuación y darlas por terminadas con el equilibrio que las cubre, para que sean una única historia por separado y en sí misma.

   Las mujeres rápidamente intuimos los símbolos eternos, hemos aprendido a reutilizar la piel y el esqueleto de todo bicho viviente, las piedras, el agua y todos los elementos naturales como algo instintivo y obligado para la supervivencia, para la salud, para la renovación y porque son imprescindibles para avanzar a pesar del cansancio.

   Tu sanas tu vida obteniendo el elixir último, la esencia de lo que ha sido o cobijado vida, para mostrar el trofeo como un homenaje a ella.

   El paseo obligado y necesario de cada día nos lleva sin rumbo, pero sabiendo perfectamente por donde vamos, por el conocimiento y reconocimiento rutinario del camino… a pisar la misma tierra, las hierbas secas, los palos rotos, los cantos rodados del cercano río o el creciente hormiguero que tan vivito él ha sido aplanado por nuestro propio zapato, sin darnos cuenta. En cada paseo la búsqueda continua inconsciente para encontrar ese pequeño fragmento que va a ser fundamental para la narración de la nueva obra.

   La obra que Germán Díez expone en el Espacio Huecha, me lleva a días de paseo en busca de reposo para el alma, así es fresca y seca, con las trazas áridas de la tierra penetradas en los ángulos huecos de cada nuevo objeto artístico creado.

   Situarnos delante de sus obras es sentir la inmensa soledad de un artista creando a partir de la muerte y el desecho en la naturaleza, apreciar que la camisa de una serpiente es bella. Los trajes y huesos de los animales se aprovechan y dan mucha marcha para crear arte, materiales naturales, desechados, encontrados al azar o buscados sin saberlo.

   Jesús Soria con su poesía es un complemento perfecto, maridan sus artes como el buen vino, además escribe en El Pollo Urbano, de él me siento incapaz de escribir porque me pareció que rozaba la perfección, así que mejor seguirlo en su sección de letras y leer sus publicaciones, por favor, no se lo pierdan esa poesía dice más en los huecos y silencios de sus textos que muchas en kilómetros de lecturas.  
    Podría hacer alusión a las interesantes trayectorias de éstos 2 hombres, no voy a dejar de nombrar a Cristina Marín Chaves gracias a la cual contamos con buenas imágenes fotográficas para iluminar los textos…. a las anécdotas y conversaciones que se produjeron en el evento, pero créanme, daría para un libro condensar un solo domingo, el artículo de hoy me ha dejado muy satisfecha hablando de su arte sin necesidad de aditivos.

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