Cossio y Pardinilla en el Corazón Verde

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Por Daniel Zamora

     El Blues.

   Dificil definición. ¿Tristeza?, ¿Melancolía?,…¿Alegría?

    Si, alegría.

    Decía Miles Davis que un día su profesora en el Juilliard de Nueva York , les explicaba el significado del blues aludiendo al origen esclavo de los negros y a su tristeza diaria, cuando Miles le replicó:

– Mi padre no fue esclavo, es dentista, yo no me he despertado triste y sin embargo, esta mañana, he comenzado tocando un blues.

            Alegría, eso era lo que me dejaba en el cuerpo, cuando me iba a casa, bordeando el canal, la sensación de la actuación de Ernesto Cossio y Joaquin Pardinilla en “El Corazón verde”.

            “El corazón verde”, un verdadero pulmón verde espiritual dentro de Zaragoza. Un enclave privilegiado en esta ciudad que  poco conocimiento tiene entre la gente que nos gusta encontrar “esos lugares”.

            Un lugar pegado al canal donde poder comer, beber un buen trago, estar a gusto, escuchar buena música, encontrarte con amigos, y no darte cuenta que el tiempo pasa hasta ….

            Ahí nos encontramos alrededor de ochenta personas para escuchar al dúo de guitarras, Cossío-Pardinilla, Pardinilla-Cossío, tocar blues. Un gran BLUES.

            Repertorio tradicional, no excesivamente conocido pero no por eso menos interesante. Un gran ambiente. Gente conocida. Comentarios cómplices. Risas añadidas.

            Un colchón perfecto para dejar caer con delicadeza los temas que a lo largo de la noche, y en dos partes, nos dejaron esta pareja. Con sus guitarras y la voz de Ernesto, desgarrada y brutal, como los temas que desarrollaron. El Tradicional “Railroad Worksong”, un canto de trabajo, que la voz de Ernesto dejó en el lugar que merecía, marcando de entrada el principio de la actuación.

            Le siguieron “River runs deep” de J.J.Cale, donde las guitarras empezaron a encontrarse, “Deep river blues” de Doc Watson, “Cajun moon” del “gitano Cale” y de un “How long blues” de Leroy Carr y Scrapper Blackwell, con su académica cadencia de blues.

Acompañando a la voz siempre presente de Ernesto, el guiño cómplice de Joaquin, las medias sonrisas, las miradas furtivas y el completo convencimiento de los allí presentes de las horas de entendimiento y preparación; de que el “Folsom Prison Blues” de Johnny Cash, lo podrían haber improvisado solo por calidad, pero no fue así, ni “Call me the Breeze”, trabajo y duende,….. BLUES.

            La segunda parte vino precedida de la primera. No es un perogrullo. La primera calentó, la segunda asentó. La música salió fluida, visceral, risueña. Los comentarios de Cossío solo aportaban distensión y relajación a unas guitarras que sí que hablaban solas, sentando cátedra sobre un estilo tan difícil y a la vez tan sencillo cuando lo que dejas salir por las manos no es nada más que sentimiento.

            Excelente la versión del tema de Steve Winwood: “Can´t find my way home”, bajando un escalón el tempo de esta composición de buen blues inglés. Los temas se precipitaron en esta segunda parte con un par de Tom Waits: “The heart of saturday Night” y “Temptation”, seguidos port “Perpetual blues machine” de Keb´Mo o el fin de fiesta con dos temas de Muddy Waters: el conocido “Hoochie coochie man” y el electrizante “I got y mojo working”.

         Parece tan sencillo.

         Recuerdo que al final de una actuación del Festival de Jazz de Zaragoza, en concreto de Christian McBride, me encontré con el también excelente guitarrista zaragozano Alonso Martinez, y antes de cualquier comentario técnico me dijo: “que fácil es el jazz”.

          Es así. Todo acto en la vida parece sencillo si se hace con preparación y sobre todo corazón.

         La técnica es imprescindible (y en el caso de esta pareja va sobrada) pero el sentimiento es fundamental y esta pareja lo derrocha.

          Gran noche, repetible cien por cien. En este entorno tan especial o en cualquier otro.

          Volveremos a encontrarnos. Seguro.

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