OPERAMÍA: «La Walkiria»

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 Por Miguel Ángel Yusta

«El anillo del nibelungo 
es un ciclo de cuatro dramas musicales con texto y música de Ricard Wagner que tiene como hilo conductor la posesión de un anillo mágico, forjado por el nibelungo Alberich, que otorga a quien lo posee el dominio del mundo. ..»RICHARD WAGNER

La Walkiria 

Sesión 25 de mayo de 2014.

Dirección de escena. Robert Carsen.  Escenografía y vestuario. Patrick Kinmonth .Iluminación.
Manfred Voss. Producción. Buhnen der Stadt Koln (Colonia)

Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu

 REPARTO

    Sieglinde: Anja Kampe; Siegmund: Klaus Florian Vogt; Brünnilde:Irene Theorin; Wotan: Albert Dohmen; Hunding: Eric Halfvarson; Erika: Mihoko Fujimura. En otros papeles:Daniela Köhler, Sonja Mühleck, Maribel Ortega, Kai Rüütel,Pilar Vázquez, Ana Häsler, Anna Tobella y Kismara Pessatti.

     Recogemos de la presentación del Gran Teatro del Liceo estas líneas preliminares que, sin duda, ilustrarán al lector no introducido en la obra de Wagner. Añadimos que el ciclo se está representando a razón de una obra por temporada, hasta la de 2015-16.

    «El anillo del nibelungo es un ciclo de cuatro dramas musicales con texto y música de Ricard Wagner que tiene como hilo conductor la posesión de un anillo mágico, forjado por el nibelungo Alberich, que otorga a quien lo posee el dominio del mundo. Todos sus habitantes -dioses, hombres y nibelungos-están dominados por el deseo de poseer el anillo excepto el protagonista: Siegfried, un héroe libre de las servidumbres gregarias del poder y del oro. “El anillo del nibelungo” -precedido por el prólogo (Das Rheingold)-es la historia del origen (Die Walküre), la gloria (Siegfried) y la derrota (Götterdämmerung) de este héroe. Wagner quiso crear así un mito -como los grandes mitos de la civilización griega-que no fuera una mera anécdota, sino una fábula sobra la naturaleza humana con un valor universal e intemporal, y se basó en textos épicos medievales (siglos XI-XIII ) como el “Canto de los nibelungos”, a fin de crear una mitología genuinamente alemana.

    Robert Carsen, director de escena de la Teatralogia, ha ideado una dramaturgia alejada de la grandilocuencia, que invita al espectador a fijarse en lo esencial de la obra».

La Walkiria es Iréne Theorin. Los dioses ya no lo son tanto…

     Absoluto triunfo de todo el reparto, aunque la palma se la llevó la espectacular Brünnilde de Iréne Theorin. También los hermanos protagonistas tuvieron su gran noche. De Klaus Florian Vogt puede gustar más o menos ese timbre que discuten algunos wagnerianos ortodoxos para su Sigmundo, pero a mí me pareció seguro y brillante, con calidad vocal y escénica excelentes, así como la Sieglind de Anja Kampe, con alguna inestabilidad en los agudos al inicio de la larga jornada, aunque afianzada progresivamente. Halvarson excelente, punto. Un poquito por debajo el Wotan  de Dohmen, aunque convincente, y correcta Fujimura. Las ocho  walkirias cumplieron ampliamente, yo destacaría a la soprano Daniela Köhler (Helmwige). La orquesta en esta tarde  sonó con seguridad en todas las secciones, destacando el metal, aun con algún decibelio de más. Pons miraba demasiado la partitura, pero la responsabilidad es grande y la obra también. La escenografía desmitifica y «humaniza» la dramaturgia wagneriana: los dioses ya no son tan dioses y los efectos son mínimos, dejando paso a la excepcional música de Wagner. A mí me parece que también la «teatralidad» tiene su mérico e importancia pero, al menos, Carsen no se carga la obra, cosa muy de respetar en estos tiempos de locuras escenográficas…

    En resumen, cinco horas ( con intermedios) que se pasan volando – y gozando- para los buenos amantes de la Música, con mayúsculas, del inmenso genio  de Richard Wagner.

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