Por Gonzalo Fernández de Barrena Machón
Tras más de veinte años de inactividad, la Peña Unión Flamenca ha vuelto para quedarse. Y así lo hizo notorio el pasado 29 de enero en la inauguración de su nueva sede (C/ Cantín y Gamboa, 17-19) con una juerga flamenca donde no cabía un alfiler.
Por allí pasaron todos los artistas de la ciudad, dando lugar a un espectáculo inmejorable que se quedará grabado en la memoria de los asistentes durante mucho tiempo. Que no les cunda el pánico a aquellos que no pudieron acudir; cada semana organizarán vermús flamencos para el deleite de los aficionados.
Además del plano musical, en la Peña Unión Flamenca aún se mantienen vivos otros objetivos de antaño: utilizar el arte flamenco como medio para promover el respeto y la convivencia entre comunidades y desafiar los prejuicios hacia el pueblo gitano.
Para ello, se creará una escuela flamenca inclusiva; se ofrecerán formaciones en baile, compás, cajón y guitarra flamenca, promoviendo así la colaboración entre gitanos y payos. Pero no acaba ahí.
También se impartirán talleres introductorios sobre disciplinas de distintas culturas como la danza del vientre, percusión africana, tango argentino o la local jota aragonesa.
No cabe duda de que la Peña Unión Flamenca ha regresado con más fuerza que nunca para que el barrio de La Magdalena y la ciudad de Zaragoza sean lugares donde imperen la diversidad y el respeto. Y, todo esto, con unas palmas por bulerías de fondo. Casi nada.