Lohengrin es una ópera romántica en tres actos con música y libreto de Richard Wagner. La historia del personaje homónimo está tomada de un romance alemán medieval, especialmente el Percival de Wolfram von Eschenbach y su secuela, Lohengrin, escrita por un autor diferente, a su vez inspirada por la tradición del Caballero del Cisne y forma parte del Canon de Bayreuth.
Teatro Real WAGNER; Lohengrin. Abril 2014.
Dirección musical: Hartmut Haenchen / Walter Althammer. Dirección de escena: Lukas Hemleb Escenografía: Alexander Polzin. Figurines: Wojciech Dziedzic.Iluminación: Urs Schönebaum. Dirección del coro: Andrés Máspero
El rey Heinrich: Franz Hawlata / Goran Jurić
Lohengrin: Christopher Ventris / Michael König
Elsa: Catherine Naglestad / Anne Schwanewilms
Friedrich von Telramund: Thomas Johannes Mayer / Thomas Jesatko
Ortrud: Deborah Polaski / Dolora Zajick
El heraldo: Anders Larsson
Cuatro caballeros: Antonio Lozano, Gerardo López, Isaac Galán, Rodrigo Álvarez
Coro (Intermezzo) y orquesta (Sinfónica de Madrid), titulares del Teatro Real.
No abundaremos en prolegómenos, dada la variada y extensa información que, sobre Wagner y su obra, se puede encontrar en diversos medios, especialmente en la Red.
Son ya bastantes “Lohengrines” los vistos en mis muchos años de aficionado operístico en muy diversos escenarios y algunas veces he sufrido puestas en escena que hacían preferible cerrar los ojos y dejarse llevar por la excelsa música wagneriana, que mirar las tropelías que ciertos directores de escena perpetran sin consideración alguna a la inteligencia del espectador y, por supuesto, al espíritu de la obra del gran compositor. Desde un aula de colegio a algo parecido a una granja o un gallinero, uno ha visto de todo. Ahora le toca el turno a una siniestra cueva donde el Caballero del Cisne ( sin cisne) y sus acompañantes, se mueven con dificultad por un suelo irregular y en un espacio que, a veces, medio teatro se queda sin contemplar. Uno se pregunta por qué en estos magníficos escenarios un iluminado director escénico limita el espacio y lleva la acción a un rincón donde, dada la configuración de los teatros de ópera “a la italiana” la mitad de los asistentes de los pisos se quedan “con visión reducida o nula”.
En fin, tras estas consideraciones pasemos a comentar la obra. Vi los dos repartos en días sucesivos. Nada que objetar, en general, a la pulcritud de músicos e intérpretes si bien a mí me gustó el mal llamado “segundo reparto” que de segundo no tiene nada, y que se podría llamar reparto alternativo.
A destacar, en este último y sobre todo lo visto, la impresionante Ortrud de Dolora Zajick, un monstruo en escena a quien el iluminado de turno vistió -como a todos los demás- de algo así como payaso y mendigo en plan skijama, look que no le va nada a su físico. Pero hasta de esto nos olvidamos.
Me gustó mucho, pero mucho, la Elsa de Anne Schwanewilms: contenida, controlando la evolución dramática del personaje. También me pareció mejor el Lohengrín de Michael König que el de Ventris, aunque el físico le traicione y más con el susodicho vestuario, o vestimenta.
Uno, que es wagneriano, se deleita sin analizar demasiado los detalles. De mi gusto el espectacular final del primer acto, la orquesta y coros -sobre todo estos últimos rozando la excelencia- y, salvo lo expuesto al principio sobre la escenografía, un Wagner para aplaudir a rabiar…