OPERAMÍA: «L`elisir d`amore»

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Por Miguel Ángel Yusta

    Emotiva reposición en el escenario del Principal de una ópera que no se representaba en Zaragoza desde 1976, cuando aquellas históricas temporadas de ópera, con María Fleta como Adina.

L’elisir d’amore, de Gaetano Donizetti

Teatro Principal de Zaragoza

29 de abril / 1 de mayo de 2014

 Dirección musical: Andrea Albertin

Reparto:

Adina: Ainhoa Garmendia

Nemorino: Gustavo De Gennaro

Dulcamara: Carlos Chausson

Belcore: Piero Terranova

Giannetta: Ruth Iniesta

    Emotiva reposición en el escenario del Principal de una ópera que no se representaba en Zaragoza desde 1976, cuando aquellas históricas temporadas de ópera, con María Fleta como Adina.

    Con una escenografía sencilla, honestidad y una inmensa fuerza de voluntad y trabajo, la Asociación de Amigos de la ópera de Zaragoza, colaborando con Opus Lírica de San Sebastián, han puesto de pie esta ópera que compuso Gaetano Donizetti (Bergamo 1797-1848) en cuya música como ya anoté en el reciente comentario sobre el “Elisir” visto en el Real el pasado mes de diciembre  (L’elisir d’amore o La joie de vivre. Operamía Enero 2014) se expresa un extenso abanico de sentimientos y emociones llenos de belleza y complejidad. Las setenta y cinco óperas de Donizetti abarcan desde el más intenso dramatismo hasta la aparente ligereza, que no lo es sino en apariencia, pues  el belcantismo siempre exige unas condiciones especiales al intérprete y el cantante debe superarlas con una técnica impecable.

     L’elisir d’amore es, ante todo, «una ópera cómica romántica» en definición del especialista en Donizetti, William Ashbrook,y ha tenido un triunfal recorrido por todos los teatros de ópera del mundo desde su estreno el 1832. Es famosa, como una de las principales arias de la historia de la ópera, «Una furtiva lacrima» ( que no fue compuesta específicamente para la obra, sino incluída en ella) piedra de toque para el tenor protagonista.

    La producción de “nuestro Elisir” es sencilla, casi esquemática, adaptada a las dimensiones de nuestro teatro con un único escenario donde se desarrolla la acción, una luminotecnia básica  y un movimiento de actores sencillo. Pero eso no debe ser tomado en sentido negativo, pues las circunstancias mandan y las prioridades también. Y es que la producción se centra específicamente en lo musical y es ahí donde  acierta plenamente, con una Ainhoa Garmendía (Adina) excelentemente dotada de voz y recursos escénicos que resuelve la difícil partitura con autoridad y exquisita técnica . A su lado Ruth Iniesta (Giannetta) borda su papel: es una voz en crecimiento, con un centro asombroso y matices bellos en las zonas alta y baja. De seguir así le esperan muchos triunfos a nuestra paisana. El reparto masculino lo desarrollan Gustavo De Gennarto, joven lírico-ligero que aunque con instrumento escaso de potencia, matiza con gusto y compone muy bien su Nemorino ( fue muy aplaudido y braveado en la famosa aria“Una furtiva lacrima”),Pierro Terranova (Belcore) que cumple con suficiencia y dejamos para el final la auténtica estrella de la velada: un Carlos Chausson en estado de gracia, poderoso, inmenso, grande en su registro, magistral en su Dulcamara que ha paseado por los principales teatros de ópera del mundo y con el que ha debutado -al fin- en su ciudad natal. Fue aclamado por un público que esperaba expectante su intervención. Carlos Chausson demostró -aunque no hacía falta- ante sus paisanos por qué es una figura internacional indiscutible y está entre esa media docena de privilegiados bajos-bufos que mandan en la escena actual.

    El coro y la orquesta de Opus Lírica, dirigidos por Andrea Albertin complementaron con acierto y eficacia -incluso brillantez en algunos momentos, en el caso del coro- la obra del maestro de Bérgamo con la que el público asistente, algo más de media entrada (Zaragoza es así y habrá que ir solucionándolo), que acudió al Principal,  salió feliz de haber asistido a un excelente espectáculo operístico. Que se repita.

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