No, no son tan malos tiempos para la lírica


Por Paco Bailo

     Presentación de “Los niños no ven féretros”, de Omar Fonollosa, trigésimo séptimo premio de poesía Hiperión.

     Aunque hacía falta valor, como decía otra canción, para echarse a las calles el 16 de junio a esa escuela de calor a la que nos convocaba la presentación de este poemario en la biblioteca María Moliner, gentileza de la librería Antígona, ahí nos presentamos cinco docenas de atrevidos letraheridos.

    No había leído casi nada de este joven estudiante de Filología de veintidós años y acudí con cierta prevención porque se supone que a esas edades a uno le queda mucho verso por leer para atreverse a publicar. Pero la sorpresa fue más que grata. Omar ha leído, ya lo creo, y desde sus diez años, cuando escuchaba las canciones de Joaquín Sabina con las que su padre disfrutaba tuvo claro que él se quería dedicar a esto, a jugar con las palabras y a retratar la vida con ingenio y belleza.

    Patricia Esteban, conocedora de la promesa que se intuía en su primer libro publicado, “Desde la más estricta soledad” en ed. Interludio, dirigió con agudeza y tino el diálogo en el que Omar fue desvelando el contenido del poemario.

   Comienza el libro con citas de Joan Margarit, Gloria Fuertes y Jose María Fonollosa que apuntó: no es familia. Y se fueron presentando los poemas en tres partes y un “queja”.

     En la primera que titula “Recuerdos como losas” se evocan momentos de la infancia:

“No es la primera vez que me visita:

cuando me paro frente a los cristales

aparece

el que fui antes de ser lo que soy”

    En el poema “Plastilina”, que inicia con una cita de Patricia Esteban, a esos recuerdos infantiles añade esta constatación:

“Ya no pierdo juguetes en el parque

ni moldeo figuras con arcilla:

todas las noches

la almohada me anuncia que he crecido”

     La segunda parte, “Aquellos besos míos”, comienza con citas de Claribel Alegría y Gioconda Belli dando paso a nueve poemas que en los que se recuerda la llegada de la juventud, con sus experiencias y el paso del tiempo.

“Sé decir que el tranvía es una víbora

suelta por la ciudad desde que no lo tomas

Y que las ambulancias aparecen en sueños”

    Encontramos guiños y ecos a los clásicos, Lope de Vega, Bécquer, como en “Yo cerrojo, tú llave”:

“Entconces el silencio es nuestra lengua:

la hablamos sin tapujos

con nuestras armaduras en la puerta.

Esto es amor,

Quien lo probó lo sabe

Y no lo olvida”

     “Posibles epitafios”, la tercera parte, la componen diez haikús heterodoxos, occidentalizados nos comentó, que huyen del original propósito japonés, aunque mantienen ese abocarse a la humildad y sinceridad:

“Peter Pan crece,

no vieja a su país.

Viste corbata”

     Y con el verso de Gil de Biedma “No volveré a ser joven” titula la docena de poemas que conforman la cuarta parte, dando forma a esa entrada a menudo dura y esquiva en la madurez pero con espacio para un canto a la poesía y al arte:

“El arte es el motor

que conserva el ingenio deslumbrante

de la infancia”

    Una madurez y un futuro de los que se atisban los riesgos como en “Agua pasada”:

“Es la flecha de plomo que necrosa al olvido.

Le temo a la memoria”

    Cierra el poemario “Aquí expongo mi queja”, una fotografía de su paso por el instituto en el que encontró unas profesoras que supieron saciar su sed de literatura, algunas presentes en este acto compartieron el agradecimiento que supone que algunos alumnos logren estos merecidos éxitos, pues Omar ha gastado más de una pluma firmando en las pasadas ferias del libro de Madrid y Zaragoza.

    Un libro ganador por unanimidad del premio Hiperión, en cuyo jurado deciden autores como Jesús Munárriz, Benjamín Prado o Ariadna García, al que se vuelve porque evoca experiencias que todos hemos vivido: la infancia, la amistad, los primeros amores o el protector regazo familiar.

     Un libro que se debiera releer aunque solo sea por la musicalidad de los once endecasílabos del poema “Sin respuestas” del que solo os transcribo su final:

“¿Quién pondrá dos monedas en mis ojos?

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