Le Freak: Una historia electrográfica.

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Por José Luis Lomillos

       Dejando atrás al matemático, físico e inventor Augusto Righi que en 1905 denominó electro-radiografías a las imágenes impresas obtenidas con uno de sus aparatos y a Paul Seleny  que en 1920 realizó una serie de imágenes reveladas y fijadas con selenio nos encontramos en los 60’s con el pintor y grabador Rupert Rosenkranz creador del término electrografía para algunas de sus obras.
     Posteriormente en los 70’s la escritora americana Pati Hill escribe algunos libros de poemas ilustrados con fotocopias de objetos que realiza con una fotocopiadora IBM. (Por entonces se habla de Copy-Art cuando se hace referencia a este tipo de expresión plástica). Aparece también Xerox y se aplica la palabra xerografía a las obras de arte creadas con estas endiabladas máquinas. Personalmente hasta finales de los 80’s (obviando mi primera experiencia) no tengo acceso continuo y directo a este tipo de artefactos.

       Quién me iba a decir que aquel día de primavera finalizando la década de los 70’s marcaría profundamente mi forma de interactuar con el arte durante el resto de mi vida. Fue al finalizar una clase de diseño cuando al solicitar más información a mí maestro un extraño documento resbaló de su carpeta cayendo al suelo. Cuando lo recogí para devolvérselo observé que no se trataba de un dibujo, ni de un grabado y tampoco de una fotografía. Se llama fotocopia y es mi mano, me dijo sonriente. Aquel día fotocopié la mía.

        Es durante la década de los 80-90 cuando realizo mis primeros experimentos y producciones con copiadoras monocromáticas. Los momentos previos resultan excitantes… cualquier parte del cuerpo, fotografía u objeto son proclives a ser reproducidos. Mientras los artistas estamos entretenidos con estos temas tan etéreos los ejecutivos de Nueva York y otras grandes capitales fotocopian el culo de sus secretari@s en la sala de reprografía contribuyendo así a la evolución de la historia de la humanidad.

      Modificaciones en la óptica de las máquinas, en los sistemas de alimentación de papel, transferencias mediante disolventes y materiales diversos, técnicas mixtas, collages, repintados, re-tintados, tramados, ampliaciones… los trucos a utilizar son casi infinitos como lo es la imaginación.

       De esta época recuerdo varias exposiciones individuales y colectivas de las que ahora mismo se me ocurre destacar las siguientes:

1992 – Sala Trámite: Electrografía. Zaragoza.

1990 – Casa de Juventud del Casco Viejo: Fotografía y Electrografía. Zaragoza.

1990 – I.N.B. Pablo Gargallo: Dibujo y Electrografía. Zaragoza.

1990 – Sala La Gruta: Fotografía y Electrografía. Zaragoza.

1988 – Sala Piramys: Dibujo y Electrografía. Zaragoza.

       En 1992 de manera casual conozco la existencia del MIDE (Museo Internacional de Electrografía) que hacía poco se había inaugurado en Cuenca. Preparo una selección de trabajos que envío donándolos a la colección y fondos del museo. En poco tiempo recibo una carta agradeciéndome el gesto y ofreciéndome la posibilidad de recibir un certificado que verifique que el museo posee mis obras. Durante estos más de 20 años he intentado ponerme en contacto vía correo electrónico con ellos varias veces, más que por tener una certificación, por recordar qué era lo que les había mandado y asegurarme de que no había servido para encender barbacoas (lo cual me hubiera parecido bastante interesante). Nunca ha habido respuesta. Supongo que como la ciudad es tan bonita estarán todos ocupados mirando a Cuenca.         

       El paso del tiempo y el descubrimiento de la informática  así como de otras técnicas y materiales provocan en mí una lógica evolución hacia la  infografía, eso sí, todo siempre mezclado con pintura acrílica y rotuladores (mis dos grandes aliados). Xileno, tolueno, tóner y demás disolventes junto a productos y tintas tóxicas han ido puliendo mi estilo a la vez que mi cerebro. Disolviendo las uñas de mis manos hasta fundirlas con la materia, por eso ahora me encuentro aquí pegado al muro de ladrillo de mi casa achicharrado por el sol como un lagarto, esperando a que la máquina espátula me ayude a despegar y Quark la gran Escoba Espacial venga a recogerme.

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