El fotógrafo Alejandro Peña en la sala de exposiciones del Hotel Bostón

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Por Mirinda Blasques

     Del 1 al 15 de noviembre, el fotógrafo madrileño, Alejandro Peña expondrá “La Belleza de lo cotidiano” en la sala de exposiciones del Hotel Boston, fotografías llenas de belleza donde la luz acaricia los detalles para abstraernos del tiempo y contemplar la belleza en estado puro.

    “La belleza de lo cotidiano” está constituida por casi cincuenta fotografías de Alejandro Peña. No es casualidad su amor por la montaña, puesto que la mirada fotográfica que nos revela hace de nuestro entorno más habitual, un ambiente mágico, escenográfico. En sus fotografías, lo doméstico, lo natural, y el diseño se plasman desde un punto de vista diferente, como si estuviésemos dentro de ese microcosmos donde la mirada del artista está latente.

     Allá donde nosotros sólo vemos una taza para desayunar, él ve una escultura cerámica de un blanco reluciente, acariciada por la luz que nos ofrece sus sinuosas curvas diseñadas para saborear y oler el aroma del café.

      El agua en todos sus estados puros, se nos muestra de un modo escultórico, creando reflejos metalizados sobre las superficies impregnadas de rocío o de la lluvia recién caida, formas burbujeantes o redondeadas, todas ellas creadas de un modo caprichoso por la naturaleza. De este modo la lluvia se convierte en una cortina cristalina que más allá de mojarnos, nos muestra un ambiente mágico a nuestro alrededor creando una belleza lumínica, sólo visible por la luz que le incide.

     Y es que la luz es clave en sus fotografías, modelando y esculpiendo los perfiles retratados, marcando los pequeños dedos de ese niño que duerme y cuyos diminutos pies encarnan la ternura de la pureza.

     Sin duda una mirada especial, no meramente contemplativa sino hedonista, buscando disfrutar del roce lumínico con la piel de todos los elementos fotografiados, como el tenedor sobre la mesa, o la textura de la hoja de ese libro que por fin nos decidimos a leer.

    Sensual y mágica es la mirada del que mira, y es que en lo cotidiano, en lo rutinario que nos rodea está la fascinación de descubrir qué es estéticamente bello y sorprendente.

    La exposición sin duda, pretende eso, sorprendernos, de la belleza que nos rodea, que está a nuestro alrededor.

     Alejandro Peña tan sólo nos insta a parar y mirar. En este ritmo vertiginoso que nos envuelve en el día a día, nos llama la atención sobre lo que tenemos a nuestro alcance, simplemente abriendo los ojos y mirando, eso sí, con esa mirada especial que él nos implora al deseo de disfrutar de la emoción que suscita lo que vemos, simplemente bello». Carlota Santabárbara. Crítica de arte (AECA)

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