Italia: Arte (sin) sentido

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Por José Joaquín Beeme

      Ni creyente ni bachiller en centenarios, pongo rumbo al de Dadá en la vecina Suiza, que desde Zúrich festeja la eclosión del Cabaret Voltaire del callejón del Espejo, y eso que sólo a principios de milenio empezó a intuir que aquellos outsiders antimilitaristas y antiburgueses podrían reportarle dividendos turísticos.


Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
http://latorredegliarabeschi.googlepages.com

    Trabo conocimiento carnal con la Monna Lisa bigotuda y con la teta táctil de Duchamp, cuya caja-valija es un compendio de provocaciones en miniatura. Pero también con otras humoradas de esta «guerrilla privada de la negación», tan hija del exilio como de la astuta gestión de la propia imagen, trasvasada luego al surrealismo, al pop, al situacionismo y al punk: los neodadaístas de Fluxus me enseñan las pizarritas de Ben esmaltadas de paradojas, los collages venéreos de Hansen, el arte postal erótico. Mientras prepara la bienal Manifesta 11, el país está digitalizando 10.000 fondos pioneros conservados en la Kunsthaus, frágiles porque dominaba el pequeño formato y el soporte papel, dentro del proyecto Dada Data que no se priva de heterodoxas hacktions y hasta de un hackathón de 24 horas. Y, francos por encima de todo, no podía faltar un Dada Bank, cuya misión es financiar investigaciones sobre aquella vanguardia histórica o sus reproposiciones contemporáneas. Porque ésta es la tesis, por más que los gestores de Pro Helvetia la hayan convertido casi en eslogan: su feroz ataque contra toda suerte de autoridad putrefacta (política, social, cultural, lingüística) no ha envejecido un ápice desde la primera carnicería mundial. Ohnesinn / nonsense: arma de creación o destrucción, si no es que van a turnos. «Cuando se está haciendo es arte; ya no lo es una vez terminado; y, si se exhibe, se convierte en anti-arte» (Maciunas).

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