Brasil: Lío de Janeiro

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Por Manuel Ventura

     Hace ya algún tiempo que prometí al SC (Supremo Comendador) de nuestra orden, Reverendísimo Hermano en Cristo Dionisio (RHCD), algún comentario sobre la situación política en Brasil. Si me he retrasado en mi tarea no es tanto porque haya estado relamiéndome anticipadamente…

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Manuel Ventura
Corresponsal del Pollo urbano en Brasil

….con el regusto de la paleta de jamón de Teruel que este conocido estafador me prometió, sino porque imaginé que la posible perplejidad de mis posibles lectores aragoneses les podía haber colocado en un estado de ensimismamiento cercano a la catalepsia. A mí mismo, que observo el fenómeno a una prudencial distancia, me producen también erupciones y otros trances psicóticos las noticias que leo sobre nuestro pobre y querido país. Ese nuevo “bulling” político que consiste en insultar a aquel con quien se dice que se quiere pactar entiendo que produzca síntomas diversos, pero he pensado que tal vez sea el momento de distraerse dedicando unos minutos a pensar en qué diablos pasa en ese país, patria del fútbol, la caipirinha y la samba que hace cuatro días era ejemplo mundial de cómo lidiar con la crisis sin estrangular al ciudadano común, y ahora es noticia en los periódicos por las manifestaciones, la recesión económica, el acoso a la presidencia y la corrupción. Oséase, Brasil.

    He vencido la tentación (colocando varios cilicios al efecto) de dedicar estas líneas a periodistas que, presuntamente, viven aquí y que llenan los titulares de los periódicos españoles con frases de efecto inmediato, tipo «Lula detenido», o «la Presidente Dilma al borde del abismo». Aunque pueda usarse el atenuante de no entender qué conducción coercitiva (llevarte a declarar ante la polícía) no tiene nada que ver con la detención, no merece la pena porque los cuatro hechos, manifestaciones, recesión, acoso y corrupción, son hechos ciertos. Entonces, cabe preguntarse: ¿qué es lo que sucede?

   Empezando por lo más facil de explicar, aunque no lo menos grave, la recesión, la razón es simple: se han quedado sin dinero. El dinero sometido a la gestión pública, a través del presupuesto y de bancos de propiedad estatal sobre todo, se ha gastado haciendo 4 millones de viviendas subvencionadas, pagando un minisalario de subsistencia a las familias que acreditan que llevan a sus hijos a la escuela y los vacunan y otras menudencias parecidas.

La corrupción.

    Nadie que viva aquí o conozca un poco este país desconoce que la corrupción es endémica y una lepra que lacra el desarrollo. Hace pocos años murió un gran líder de la derecha del que solo se supo de sus propiedades porque sus herederos luchan en los tribunales por los derechos de su legado, entre los que destacan más de 200 millones de reales (unos 40 millones de euros ahora, más de 70 hace dos años) solo en obras de arte. Nada anormal, la derecha roba, debe estar en la sangre y, como dicen los taxistas de São Paulo defendiendo a otro gran lider de la derecha local, roba pero hace. ¿Por qué ahora es noticia y antes no era? Porque el anterior Presidente de la República, Lula, decidió dar autonomía a la policía y a los jueces para investigar y castigar los asuntos de corrupción. Baste decir que el anterior Fiscal General del Estado era conocido como Engavetador General de la República (gaveta es, en portugués, cajón, no abrió un solo proceso por corrupción a nadie, no siquiera al famoso líder que dejó en herencia 200 millones en obras de arte).

   Eso no disminuye la gravedad de las acusaciones que afectan al partido al que pertenece la Presidenta (digo partido al que pertenece y no partido del gobierno porque el PT, Partido dos Trabalhadores, no tiene más que el 20% de los diputados o senadores) Hay incluso algún dirigente condenado por la justicia por asuntos de corrupción. Salvo alguna deshonrosa excepción, por haber facilitado dinero público a diputados de otros partidos para que votaran las leyes propuestas por el gobierno. Buen motivo de reflexión, por cierto, para quienes defienden las listas abiertas en España, porque los diputados elegidos así, sin disciplina de partido y pagando caras campañas para vencer a otros colegas de candidatura del mismo partido, acaban chantajeando al poder ejecutivo para vender su voto a cambio de dinero, de ministerios o de cargos públicos o en empresas estatales.

Acoso a la Presidenta.

    Aunque sin el carisma personal de Lula, Dilma Rouseff representa la continuidad de la izquierda en la Presidencia desde 2002. Insoportable situación, para muchos. La derecha perdió las elecciones de 2014 presentando a un candidato nieto de presidente, hijo de diputado nombrado a dedo de la dictadura (1964-1982), conocido playboy, que vivía en Rio de Janeiro incluso siendo Gobernador de Minas Gerais (las fiestas son aquí mejores, decía). Perdió, claro, pero por poco. Los que mandan de verdad en la derecha (algún gran empresario, acusado de evasión de impuestos, grandes grupos de comunicación que creen tanto en su país que guardan su dinero en cuentas secretas en Suiza) pensaron que hasta aquí hemos llegado, basta, y amenazan con darle una patada al tablero.

Manifestaciones.

    Es normal que la indignación de la gente haya alcanzado límites insostenibles. Y sale a la calle. Como es claro, va mucha más gente cuanto menos definidos sean los planes alternativos de los que se movilizan. Hay partidarios de un golpe militar, pero si la manifestación fuera  A FAVOR de un golpe militar, irían menos. Hay partidarios de nuevas elecciones, pero ahí faltarían los partidarios de un golpe militar y la tarde sería divertida discutiendo si ponemos un anuncio («Seleccionamos candidato a Presidente de la República, curriculum vitae limpio de porquería, capacidad intelectual encima de la media») o nos vamos todos a llorar a casa. Es verdad que han aparecido nuevos líderes en esta movida, sobre todo uno que defiende que hay gays porque su padre no les dio un par bien dadas de pequeños o que hay una diputada de la izquierda a la que no va a violar «porque no se lo merece».

   Las alternativas constitucionales son desalentadoras. El vicepresidente es miembro de un partido que nunca presenta candidato a Presidente, pero que siempre compone la mayoría necesaria para gobernar y lo cobra habitualmente en metálico (me recuerda al llorado Pìo Cabanillas, que en medio de la crisis de UCD y ante la pregunta de quién iba a ganar la batalla, respondió: “voy a ganar yo, pero aún  no sé con quién”). Otro sustituto institucional sería el Presidente del Congreso, hasta hace poco gran lí9der de la movilización anti PT. Concretamente hasta que, harto de declarar que no tenía dinero sucio en cuentas secretas en Suiza, tuvo que reconocer que si cuando se descubrió que su mujer pagaba las facturas del gimnasio con tarjetas de crédito de esas cuentas. ¿El candidato derrotado? Está siendo denunciado por los delatores del proceso de corrupción como beneficiario del dinero sucio de la empresa del petróleo, Petrobras.

    ¿Qué va a pasar?, me preguntaréis con todo derecho. No sé, pero apuesto a que si Lula se libra de las acusaciones que le hacen (hay dos, que él no fue atropellado por el atraco que hizo una gran constructora -si, esa que ayudó a crear el tipo de los 200 millones en obras de arte- al comprar una cooperativa de viviendas donde él había invertido sus ahorros y que él iba mucho a una finca de un amigo que fue reformada en condiciones no aclaradas por otra gran constructora) los arroya el 2018. Lo cual puede poner a los dueños del país, cruelmente expoliados por la izquierda desde hace ya demasiados años, al borde de un ataque de nervios. Dios nos coja confesados

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