Por David Wapner
Nuestro coresponsal en Israel, el artista de la voz y la palabra David Wapner, continua su serie de poemas «La crónica cangrejo» donde relata de atrás hacia adelante, una semana que pasó recientemente en España ¡Que los disfrutéis!
David Wapner
Corresponsal del Pollo Urbano en Israel
davidwapner.blogspot.com
La crónica cangrejo (III)
(Viaje Huesca-Madrid)
11
Me agarro de la silla de ruedas
y entro medio a pie,
medio rodando,
al baño del museo.
entro al Aseo del Prado,
en donde se mea bien,
medido, sin lujo extremo,
normal, no obra de arte,
de modo que salí como entré
y ya estábamos los dos
viendo chucherías de recuerdo
que no podíamos comprar,
nos habíamos quedado secos,
de modo que Ana volvió a calzarme
los pies que estaban heridos
por culpa de esos zapatos,
sobre ellos de nuevo sufría,
pero muy feliz por sufrir,
tan buen día lisiado en el Prado
12
La Musa Urania.Copia romana, anónimo ático del siglo II. Foto Museo del Prado.
Cerca de la salida
estamos en la entrada
aquella de las musas
con las cabezas cambiadas
igual que mis pies
tras la restauración fallida
no me refiero al restorán
y a sus tortillas de papa
sino a mis tarsos y tendones
y a la cara de Cristina de Suecia
que me quita mis zapatos
y me obliga a calzar los suyos
seis números más pequeños:
para que sufra en pies propios
el dolor de fractura de sus musas:
estás loca,
Cristina de Suecia.
13
«El lavatorio» de Tintoretto. Museo del Prado
Jesús,
mis piés están cansados,
sufren la mano dura del cuero
el calzado se ensaña,
me obligó a caminar en ruedas,
hazme espacio en tu sobremesa
lávame como a los otros judíos,
yo soy uno de ellos también,
proyectado como bala a otro tiempo,
y pido perdón
si arruiné la geometría,
pero yo me descalzo,
frente a la tela,
delante de todos,
y me zambullo en la escena
cualquier cosa con tal de encontrar alivio
quién lo diría,
estaba por irme,
y vi el cuadro
que me era familiar,
pero nunca había pensado en serio en él
no había considerado que un día yo
llegaría de este modo a ti,
no para conversión,
no para arrepentirme,
no me malinterpretes
sino que mis pies,
se quieren fugar
no reconocen suela,
o les vendieron nuevas falsas
u olvidaron la lengua
en la que les hablaba el profeta
Lávame a mí también los pies,
Jesús
amásalos,
pásales ungüento,
y moldea,
¿por qué no?,
mis zapatos que me dañan:
haz compatibles,
planta y plantilla,
cuero y empeine,
talón y contrafuerte,
tarsos y suela,
a la vista de aquellos
que visitan el museo,
frente a tus apóstoles
que acaban de cenar con vos
y repiten esa cena,
allá atrás, al fondo, a la derecha,
con sus mismos ingredientes,
el mismo drama sin remedio:
con permiso del perro
que descansa detrás tuyo y te mira,
me pondré en patas
que no lavo desde ayer,
espero a que llegue mi turno
de ser necesario,
desviaré el punto de fuga,
para que me admitas
en tu artificio
14
«Los sentidos» de Jan Brueghel. Fotos Museo del Prado
Damos la espalda a Rembrandt
y a su novia embarazada,
en un giro de ruedas
que ponen la silla de cara
a una exposición de tabletas
dispositivos flamencos
que ya incluyen
en el siglo XVI
pantalla táctil
sonido espacial
alta definición de la imagen
y sensores avanzados
para el olfato y el gusto:
estamos frente a BR
o RB (Belguian Resources
o Recursos Belgas)
un proyecto precursor
(Peter Brueghel diseñó los circuitos
Rubens soldó los chips)
cuyos aparatos
que aún funcionan
nadie utilizó en su época:
los trataron como cuadros
y colgaron como adorno
hasta que hoy nos damos cuenta:
se hablan se escuchan
se transmiten en colores
se miran se hacen chat
¿A quién le avisamos?
¿A los curadores de la sala?
¿Al director del museo?
No podemos correr,
yo sin zapatos,
en silla de ruedas,
tiempo y espacio se hacen un nudo