Ribagorza: ¿Quién puebla La Ribagorza?:


Por Feli Benítez Izuel

      Con una densidad de población similar a la de Mongolia, en la Ribagorza viven algo más de trece mil personas. Unas  han nacido en este territorio y otras, una proporción alta, viven aquí pero han venido de otros lugares y han decidido que este era el espacio en el que querían vivir.

 


Feli Benítez Izuel
Corresponsal del Pollo Urbano en La Ribagorza
www.eltallerdefeli.blogspot.com

   En esta comarca aragonesa, que tiene en la nuca el aliento del llano, adorna su frente con picos diamantinos y se engalana con ríos -cual collares de agua- con nombres tan hermosos como Isábena o  Ésera,  han encontrado su casa personas de otros lugares del país y seres humanos de muchos otros países del mundo.

   Lo que cada uno ha encontrado, encuentra o espera encontrar, y que le hace permanecer en el territorio, sería tan extenso de compendiar como la suma de todas las expectativas, sueños, esperanzas y hallazgos personales. Podría resultar interesante conocer este aspecto de la población inmigrante pero lo que me ha llamado la atención desde que empecé a conocer la zona es lo que estas gentes han traído en su maleta, su aportación. Bagajes dispares y, en muchos casos, de gran riqueza que se concretan en conocimientos, actividades, iniciativas y empeños del más variado cariz y, en ocasiones, de una singularidad y excelencia digna de ser registrada y amplificada.

Y   o soy una de esas gentes arribadas buscando su lugar en el mundo. Los primeros años de tanteo, cuando aún trabajaba en la ciudad y venía por aquí en los momentos de asueto, me dedicaba a caminar y conversar con quienes encontrase y estuviesen dispuestos a ello. De esta forma dibujaba un mapa mental de posibles afectos, un cuadro de elementos emocionales que, al irse enriqueciendo con el conocimiento de más y más personas (de aquí, de allí, de allá), parajes y rincones, llegaría a ser tan atractivo que me llevaría a cambiar de lugar de residencia, de trabajo, de vida.

   Un fenómeno que ha venido repitiéndose desde el inicio de mis andanzas, y que recorre de forma transversal pobladores autóctonos y foráneos, es el hallazgo de mentes creativas ricas, bien articuladas y, en no pocos casos, con lenguaje propio. El número de estas cabezas demiúrgicas, de estas sensibilidades generadoras de riqueza para el acervo espiritual es tan alto por aquí que me produce sorpresa y curiosidad.  Obedeciendo a esta curiosidad, decidí reservar un espacio expositivo en el taller artesanal que, para ganarme la vida,  abrí hace algo menos de dos años en la capital de la comarca, en Graus:

www.eltallerdefeli.blogspot.com

   En él, con una periodicidad mensual, se dan cita aquellas personas que tienen algo que mostrar, enseñar o decir con aquellas otras que tienen deseos de ver la realidad contada a través del tamiz de una mirada artística. Mi deseo es poner en contacto a unos con otros para que el mapa al que me refería antes vibre con mayor intensidad y el flujo de ideas y el intercambio de toda índole aumente al conectar distintos elementos entre sí. No somos más que células de un tejido social, neuronas que pueden aumentar su capacidad y su eficiencia si están interconectadas.

    Con esta motivación, huyendo de esquemas limitativos, y buscando ampliar el número de intercambios entre las personas de todo el mundo, os  invito a que conozcáis a Adolfo Ramón.

 www.adolforamon.com

   Adolfo Ramón, y su mujer Maya, cambiaron la suavidad de los paisajes de Holanda por la orografía abrupta del pre pirineo aragonés y llevan viviendo aquí desde el año 2006.

    “La casa en el norte de España, cerca de los Pirineos, en la   que tanta ilusión pusimos, ha contribuido a darnos alas tanto a Maya como a mí. Costó cuatro años hasta que la terminaron por diferentes razones, y desde el año pasado la disfrutamos con frecuencia. Es una casa rural del siglo XVII situada en una ladera, con amplias vistas, fuente de inspiración en cuanto a paisaje, tranquilidad y trato con los vecinos, los cuales desde el primer día nos abrieron los brazos como una familia. La gente es buena y llana, y como todo en la vida llega en el momento adecuado y justo, el ampliar mis horizontes de esta manera llega en un punto de madurez en el cual prefiero la degustación de estos contactos sobre cualquier forma de fama o popularidad”. Del libro CONFESIONES. Adolfo Ramón. 2004. Editorial Alkmaar

   Quienes se acerquen durante estos días por la Ribagorza tienen una oportunidad única de conocer a Adolfo, artista de proyección internacional, su casa y su obra. Se da una circunstancia rara y privilegiada ya que durante el mes de abril, quienes visiten esta zona de la comarca podrán contemplar la obra de este artista en una doble vertiente: la de pintor y la de grabador.

   Su pintura puede ser disfrutada en la propia casa del artista a lo largo de dos fines de semana. Una ocasión única de conocer varios pequeños tesoros: un encantador y recogido pueblo del Pirineo aragonés, un ejemplo de rehabilitación arquitectónica hecha con gusto y criterio, una pintura con sello propio y maestría admirable y unos anfitriones exquisitos.

    En cuanto a los grabados de Adolfo, cuelgan desde hace dos días de las paredes de EL TALLER DE FELI y permanecerán allí durante todo el mes de abril.

    Palabras como barniz blando, aguatinta, o roulette aluden a algunas de las técnicas empleadas y que se plasman en láminas de pequeño formato hechas con papel Hahnemuhle de alto gramaje. El grueso passepartout se constituye en una suerte de pared a través de cuyas oquedades nos asomamos, como quien mira a través de una ventana para ver qué hay más allá, para contemplar el paisaje interior de Adolfo Ramón.

   Para terminar este artículo, quiero que sean las propias palabras de este habitante del lugar las que nos saluden. Una despedida que es al mismo tiempo una invitación a considerar con calma qué es lo que uno hace y para qué. “El saber estar” que me enseñaron los abuelos, y que va más allá de una simple regla de urbanidad, es un tema universal que se concreta en el quehacer de Adolfo y que es precedido por estas reflexiones que tiene a bien compartir con todos nosotros.

“… Lo que a mí me interesa verdaderamente es el estudio de la forma, el dibujo y la observación respetuosa y callada. Porque pintar es dialogar consigo mismo planteándote problemas de armonía y de belleza haciéndote uno con lo pintado. Este es para mí el secreto de la pintura. El intentar crecer hacia adentro. Cosas sin importancia para unos y para otros vitales […] En el dialogar consigo mismo al pintar, son muchas las preguntas que uno se hace […] ¿Por qué he elegido este paisaje? ¿Qué me dice y qué quiero decir con él? […] llega un momento, tarde o temprano, en que siento la temperatura que sentí al descubrirlo […] Es un momento mágico, el cual no hay que esperar y mucho menos exigir. Requiere simplemente tener seriedad, respeto y un estado de ánimo… yo diría que en blanco. El nombre del país no tiene ninguna influencia sobre cómo se degusta un paisaje. Notar la tierra bajo tus pies y sentirte una minúscula parte de ella es de lo que se trata. El pintar sólo es una excusa para, con el tiempo, aprender a “ver”. Del libro CONFESIONES. Adolfo Ramón. 2004. Editorial Alkmaar

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