Por David Wapner
Nuestro coresponsal en Israel, el artista de la voz y la palabra David Wapner, continúa con su serie de poemas «La crónica cangrejo» que relatan de atrás hacia adelante, una semana que pasó recientemente en España ¡Que los disfrutéis!
David Wapner
Corresponsal del Pollo Urbano en Israel
davidwapner.blogspot.com
La crónica cangrejo (II)
(Viaje Huesca-Madrid)
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Buscábamos ficción,
pero la ficción española,
que era mucha
nos pasaba por detrás,
en tanto nosotros
no girábamos la cara,
El ensayo,
en tanto más escaso,
abundaba
paradoja que se resolvía en el trabajo
de los muchachos libreros
que cavaban en busca de oro
y aquí y allá señalaban luces,
indicios de algo que se escurre,
si fuera por nosotros…
uno de aquí, otro de allá,
armamos una pila
Henry David Thoreau,
Johann Keppler,
Zygmunt Bauman,
Edward Said,
Alberto Manguel
Erich Hackl
Ignacio Martínez de Pisón.
y hasta aquí llegó el dinero
lástima por Bloom
y su canon de literatura infantil
(si Pisón hubiéra quedado en su mesa)
Para el final,
gran entusiasmo y charla,
inventamos un país,
el Estado Palestino de Israel
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Cuatro burgueses,
dos señoras,
dos señores
morcillas,
chorizos,
guiso,
a las diez de la noche
comen y conversan,
opinan sobre guisos,
morcillas,
chorizos,
mientras que en la mesa de al lado
nosotros bebemos caldo de cocido
viene con fideos, algo ácido,
por alguna verdura que participó en su origen
de la cual desconocemos todo
pero es rico el caldo
lástima que el mozo se llevó la sopera,
y no se pueda repetir
hace frío afuera,
es la última noche
y el pase del metro
ya no lo vamos a usar
preguntamos al mozo si lo acepta de propina
tiene todavía seis viajes
al mozo le vale,
está todo dicho,
no queremos regresar al hostal
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Esos graznidos son lengüetas
que pitan en bocas de africanos
buscan sorprender con disfraces de pájaro,
monstruos, marinos sin cabeza en Plaza Mayor:
y venderle el artilugio a los turistas
que pasean aturdidos por la oferta
que también incluye estatuas vivientes
sin preparación física y mental,
más la oferta de jamones,
tortas gallegas,
tapas de atún, quesos, vinos,
empanadas, choripanes,
pescados, moluscos,
panes, bizcochos.
Vi en Sol a una mujer
que hacía de reliquia de Pompeya,
masajearse pierna y muslos,
tan contraídos como la arcilla
que embadurnaba su gesto.
y un hombre pintado de azul,
con sombrero y maleta,
fingía una pose de viajar,
“Cuando salí de Cuba”,
titulaba su obra,
pero no se quedaba quieto,
no podía quedarse quieto,
se movía, se acomodaba,
por falta de técnica y por cansancio,
que es lo mismo, no es un aspirante a actor,
sino periuano pintado de azul
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Nos gusta el café expreso,
cada vez que lo pedimos,
es una esperanza
que,rara vez se concreta:
el aroma del grano dice una cosa
la infusión por regla lo desmiente
pero en España la cosa es pareja
el expreso es fiel al café
nunca alquitrán, nunca carbón
era Madrid,
amenazaba lluvia
habíamos comido en Plaza Mayor
y queríamos café,
buscábamos café,
y pasábamos por uno,
rozábamos otro,
descartábamos este,
el otro, aquel también:
basta,
Calle de los Tintoreros,
el primero que se muestre
allí nos sentamos,
Entonces,
Calle de los Tintoreros,
en dirección oblicua
dos ojos de gato,
¡vamos,
Gatos Negros!
No,
no “Gatos”,
sino “Ojos”,
Casi vacío
“Ojos Negros”,
en la terraza
una pareja
nosotros,
y un líquido negro caliente,
espeso-etéreo,
que nos agarra de las narices,
la lengua, las encías,
sabor igual al aroma,
un aroma que es sabor,
por el cual Dios y el Demonio,
se retarían a duelo,
para ganarse el favor de los hombres
en Calle de los Tintoreros,
el café “Ojos negros”
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A la salida del Museo del Prado,
recuperados en parte los pies
las cuatro piernas de ambos
buscaron una calle paralela,
a la opción Gran Vía,
que quedó descartada:
podía dejarnos varados
sin dinero y rengos
de modo que agarramos
por una vía angosta:
era Lope de Vegas
que tras pasearnos por tabernas
por tascas, por cafés
nos puso en las puertas de un convento,
¡un convento de clausura,
con la tumba de Cervantes adentro,
¡Y tocamos el timbre,
a ver si alguien abría
a las nueve de la noche!
¡A ver si una cruz,
una bacina de lata,
algún suspiro de monja,
el garfio derecho del Manco!
Pero no contestaron,
las trinitarias dormidas,
¡a hora tan rara,
molestar pies descalzos,
y osamentas peladas!
(Continuará)