Rusia: La Cocina Rusa (Parte 1)


Por: Irina Voronina

Se dice que la cocina de cualquier país es la embajadora del estilo de vida de esa nación. La cocina rusa es la embajadora de la hospitalidad, las costumbres y el carácter ruso, es suma nos indica el estilo de vida.


Irina Voronina
Corresponsal del Pollo Urbano en Rusia.

Recordemos que en Rusia conviven ciento veinticinco (125) pueblos y nacionalidades, con un territorio y una historia común.



Desde tiempos remotos la naturaleza y la cultura se reflejan en la gastronomía. Pensemos en las dimensiones de Rusia, así entre Kaliningrado extremo occidental Europeo y el distrito autónomo de Chukotka hay una distancia superior a los diezmil (10.000) Km. esto supone diez (10) usos horarios y diferentes zonas climáticas que hacen variar el estilo de vida y por tanto la gastronomía

Hay dos elementos que se repiten en todos los hogares rusos: el horno y el samovar.

El horno ruso es el responsable de formas tradicionales de preparar los alimentos, así aparece el hervor, el estofado, el rehogado, y el horneado.

Otro capítulo importante es el de las conservas y las verduras. La conserva viene de la necesidad de acopiar alimentos para el largo invierno, normalmente aparecen las salazones, ahumados, son famosos los peinillos en vinagre y las setas maceradas.

Las verduras se deben a la religión ortodoxa rusa, ya que esta prescribe más de medio año de ayuno. Esto da lugar a una separación de platos y se distingue entre los da ayuno: verduras, setas, bayas, pescado (algunos tipos) y los platos de fiesta a base de carne, productos lácteos y huevos.



La historia ha dividido a la sociedad rusa en dos estratos sociales. Un minoría acomodada y otra nutrida por pobres y campesinos. Una parte utiliza elementos humildes como la col, el pan de centeno y la alta cocina de influencia francesa (etapa de los zares) cuyas estrellas son ostras, esturión, caviar, el vino espumoso de Crimea.

El pan es el elemento común en todo tipo de cocina. Recordemos que tanto en Rusia, como en el resto de Europa el pan y la sal son el símbolo de la hospitalidad y agradecimiento por lo que nos da la naturaleza.

Sentarse en una mesa rusa, para comer, es un deleite de todos los sentidos y el placer del paladar, así como un acto social de amistad, reconciliación y de ayuda para comprenderse mejor.

El otro elemento característico en Rusia es el Samovar.

Recordemos la inmortal novela Anna Karenina, de León Tolstoi, y entresacamos el siguiente párrafo:

“La dueña se instaló ante el samovar y se quitó los guantes. Los invitados, tomando sus sillas con ayuda de los discretos lacayos, se dispusieron en dos grupos: uno al lado de la dueña, junto al samovar; otro en un lugar distinto del salón, junto a la bella esposa de un embajador”

Vemos como nos muestra la importancia de este utensilio en la vida cotidiana de Rusia.

El término “samovar” viene de dos palabras rusas: “samo”, que significa “por sí mismo”; y “varit”, que significa “hervir”. Básicamente se trata de una caldera que cuenta con un tubo central en el que se aloja el combustible con el que se mantiene la bebida a una temperatura constante y caliente.

En el pasado dentro de esa chimenea se quemaba carbón o piñas de pino, manteniendo la llama con ayuda de un bote que ponían en la parte interior del tubo.

La aparición del samovar está estrechamente relacionada con el “sbiten”, la bebida rusa más popular desde la antigüedad, una infusión de miel y especias. Los vendedores de esta bebida inventaron el “sbítennik”, artilugio que servía para mantener la temperatura de la bebida.

A diferencia del samovar, aquel recipiente no tenía grifo. Además, un samovar clásico se usa para calentar el agua, mientras que el “sbítennik” sólo mantenía la temperatura.

Poco a poco el té, que llegó a Rusia en 1638, alcanzó popularidad y se empezó a extender el uso del samovar para el consumo de la nueva bebida. Por tanto, los rusos adoptaron el ritual de tomar té con sus propias peculiaridades. Al principio preparaban el té en una tetera pequeña, después echaban el líquido a las tazas y añadían agua en proporciones de 1:3 o 1:4 (depende de la intensidad deseada). Precisamente por eso apareció en Rusia la necesidad de un recipiente que calentara el agua.

Tras investigar los procesos que se dan en el samovar clásico, los científicos afirman hoy que es un mecanismo ideal para calentar el agua y que al mismo tiempo la suaviza y filtra. Se dice que el té obtenido con un samovar resulta más intenso y ofrece distintos matices de sabores. Para los rusos de los siglos XVIII y XIX el samovar era atractivo sobre todo porque permitía calentar más rápidamente el agua, ya que en aquel entonces para cocinar utilizaban los hornos de piedra, que había que calentar con leña.

Fuente de información: Rusopedia

Agosto 2011

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