Pollerías (abril)


Por Martín Ballonga

    ¡Con cada Pollo aumenta el número de seguidores de esta sección! Aquí conviven  píldoras, runrunes y comentarios que nos llevan por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros inteligentes lectores.

  

    El equipo de redacción de ‘El pollo urbano’ al completo fuimos a un mítico restaurante zaragozano para celebrar el 40 aniversario de la revista, aparecida por primera vez en marzo de 1977. Después de cenar, la sentencia de nuestro director, Dionisio Sánchez, no se hizo esperar: “Si la sopa hubiese estado tan caliente como el vino, el vino hubiera tenido la edad del pollo, y la pechuga de pollo hubiese sido como la de la camarera, mi nota habría sido excelente”.

 

  Afirma Javier Gurruchaga que perdió la cabeza por una actriz maravillosa. Un día le puso en casa ‘Él’, la película de Buñuel, para que entendiese lo que le pasaba, y ni caso. Le resbaló. Su hermana actuó en ‘Ese oscuro objeto del deseo’ y encarnaba un personaje que hacía lo mismo que a él le hacía la hermanita. Este chico, decididamente, debería inaugurar el próximo festival de cine de Calanda. ¡Abajo las caenas!

  El salario mínimo interprofesional en España es de 648 euros, mientras que la dieta de comida para un diputado asciende a 870 mensuales. Cuando un diputado gasta más en comer que un obrero en vivir es que algo no funciona. Lo ha dicho nuestro subdirector, Carlos Calvo: “Nos mean encima y estamos convencidos de que es lluvia”. Y nos recuerda la sentencia de Joseph Sanial-Dubay: “Los abusos, aun los más consolidados, son minas sordas que, tarde o temprano, terminan por estallar”. Sin dietas, no hay paraíso. De esto algo saben los ‘culturetas’ de la Inmortal.

  El alcoleano Víctor Lax ha sido reconocido como el mejor fotógrafo de bodas del mundo. Sus fotos sociales, sin artificios, cuentan historias y recogen recuerdos. Y hasta es posible escuchar con ellas un solo de piano. Nuestro jefe de sección rutera Antonio Morata lo tiene fichado y piensa en él para su próximo enlace con Isabel Palacín. Y nosotros tan contentos. ¡Por fin saldremos bien en las fotos!

  Nos ha gustado el libro ‘Tiza y arena’, del antropólogo y educador Enrique Satué, un viaje por las escuelas nómadas del Sáhara español, cuyos docentes ejercieron un importante papel en la historia. Uno de ellos es el soriano Cayo Hernández, quien, medio siglo después de su estancia en la que fuera provincia española entre 1958 y 1976, vive en Zaragoza como maestro jubilado. En el volumen recuerda que los estudiantes saharauis contemplaban con los ojos como platos las ilustraciones de ‘El parvulito’, el manual de la enciclopedia Álvarez. Y no sabían lo que era una casa con su tejado a dos aguas ni un barco de vela. Ni mucho menos quién fue El Cid Campeador.

  La institución Fernando el Católico de la DPZ reedita en dos volúmenes ‘El criticón’, una obra cumbre del siglo de oro español. A través de esta enorme alegoría, Baltasar Gracián elaboró su pensamiento alrededor de los grandes conceptos del hombre como la vida y la muerte, y satirizó sobre la sociedad de manera amarga.

  El escritor zaragozano Antonio Iturbe, residente en Barcelona, ha ganado el premio Biblioteca Breve de Seix Barral con su novela ‘A cielo abierto’. Su amigo Sergio Vila-Sanjuán escribe: “Es una persona que cae bien, con esa bonhomía del maño recio trasladado a la Barcelona popular, siempre atento, siempre curioso, pero con una pizca de retranca que le salva de caer en las trampas de la vida literaria”.

  Una retranca, o eso creemos, que le lleva a decir el mucho talento literario existente en Aragón: “Me gusta la literatura de Soledad Puértolas, la poesía de Antón Castro y ‘La España vacía’, el fabuloso ensayo de Sergio del Molino”. Para gustos, con retranca o sin ella, están los colores.

  Un Sergio del Molino, por cierto, que inicia así un artículo -repleto de queísmos- aparecido en ‘El País’: “Hace unos meses que me di cuenta de que la expresión la España vacía, con la que titulé mi último libro (y que, hasta entonces, no aparecía en ningún sitio) había cobrado vida propia. Políticos, tertulianos, comentaristas de lo más variado, bustos parlantes de telediario, redactores de titulares e incluso El Gran Wyoming se han servido de ella con familiaridad, explicándola sin aludir al libro ni a su autor, porque tal vez ni siquiera sepan que fue una ocurrencia de un escritor”. Se ponga como se ponga el madrileño afincado en Zaragoza, el término ‘La España vacía” ya fue utilizado, antes de su libro, en el diario de un alcalde de Trévago (Soria), el padre de la pintora Iris Lázaro, todo un precedente al que nadie alude. Y (que) pocos han leído. Y (que) nadie se ha puesto quisquilloso. Y (que) nadie ha reclamado derechos. Y (que) nadie ha constatado su pasmo. (Que) no eres gigante, Sergio, (que) eres molino. ¡Si es que…!

  Y es que Sergio del Gigante, acaso engrandecido por el premio Cálamo instituido por la librería zaragozana que luce tan plumífero nombre, se cree Zygmunt Bauman, quien tuvo el talento literario, la intuición estética, el acierto poético de colarnos una imagen referente al mundo físico, haciéndola pasar por un concepto abstracto: lo líquido. La fascinación que Bauman despierta no reside exactamente en sus ideas ni en sus tesis, lamentablemente, sino en ese feliz hallazgo que hoy es un fetiche retórico. Todo el mundo habla de lo líquido, hasta los seres más plúmbeos y gaseosos como el autor de ‘La España vacía’. Es el descubrimiento de Narciso ante las aguas que le devuelven su rostro menos poético. “Que no son gigantes, que son molinos”, dijole Sancho a don Quijote.

  Se ha editado una versión ampliada y revisada del libro dedicado a la película ‘Belle Èpoque’, de Fernando Trueba. Si su autor, Luis Alegre, ya tuvo una breve intervención como cura en ‘La reina de España’, ahora será recompensado con un papel de mayor enjundia en el proyecto de una película de época. Será el bufón (de la corte).

  “Ya irán saliendo bobadas, ya, a espuertas, recogidas de ese mortero de tonterías que nos amalgama a la mayoría. Porque además de bufón y de sopista, nuestro hombre es un puro imitamonos, ¡qué porra!, por eso conoce el paño. Nuestro hombre se ha pasado la vida fijándose, en las revistas, en la calle, en las películas, en los bares, ahora como éste y mañana como ese otro”. Así escribe el gran escritor navarro Miguel Sánchez-Ostiz en su novela ‘Las pirañas’ (Magenta, 2017). No se la pierdan y recuerden que desde que existen los reyes existen los bufones. Una corona terminada en cascabeles de unge como los soberanos del estiércol.

  El nuevo número de la revista de las artes y las letras turolense ‘Turia’ publica sendas entrevistas en profundidad con los escritores Rosa Montero y Gonzalo Hidalgo Bayal. Este, que se considera admirador del Buñuel de ‘Las Hurdes’, asegura en su conversación con Fernando del Val: “Si no hay nada que aportar, mejor callarse”. Aviso para navegantes.

  Felicidades al zaragozano Antonio Altarriba, todo un artista multidisciplinar (ensayista, novelista, crítico, guionista de televisión) y dueño de la alegría severa de la hoja interrogada por un pájaro. Una dilatada trayectoria que le ha convertido en un referente en España. Su último proyecto, el cómic ‘El perdón y la furia’, en colaboración con Keko, tándem de lujo, se ha expuesto en el museo del Prado. Una obra de la magia que duerme en la creación humana, que respira usando los arcanos más profundos, que dibuja conjuros y hechizos de forma secreta jugando con la disposición, la estructura y el ritmo. Un retrato escalofriante de la mística, lo terrible y la sinrazón más absoluta. Con su anterior cómic, ‘El arte de volar’, obtuvo el premio nacional hace siete años.

  Debe ser una estadística nada fiable, pero aseguran que cada uno de nosotros tenemos, como mínimo, un doble. Alguien en cualquier parte del planeta que se puede confundir con nosotros de tal manera que si vemos una foto de ese otro nos confundimos y no sabemos si somos nosotros. A veces pasa con hermanos, con parientes cercanos, pero estamos hablando de un doble que puede estar viviendo en Tegucigalpa o en Sebastopol. Estamos ante un tema clásico, algo tratado en el teatro griego y romano. Los sosias, los iguales que confunden y que pueden alterar situaciones y estafar y cometer tropelías de toda índole. En esta casa siempre nos ha intrigado el parecido (físico y bufonesco) del poeta zaragozano Ángel Guinda con el cómico francés Louis de Funes.

  Y de tropelías hablamos, en efecto, cuando el bueno de Guinda afirma que el mediocre documental de Vicky Calavia ‘María Moliner, tendiendo palabras’ es “una magnífica producción en la que abundan los planos narrativos medios para transmitir al espectador las emociones del hablante, con una cercanía de máxima credibilidad testimonial. Luminotecnia y sonido impecables. Arte cinematográfico sobrio, intenso en su intencionalidad cultural”. Pero en ‘El pollo urbano’ no nos caemos de ningún guindo y pensamos que este reportaje televisivo -no llega a la categoría de documental- está anegado de tedio y falto de inventiva, y convierte a su protagonista en una suerte de dolor desinflado, de sorda placidez con aire acondicionado.

  El exalcalde de la Inmortal y actual magistrado Juan Alberto Belloch se muestra muy defraudado con nuestro edil Pedro Santiveri. En el tiempo que lleva de mandato ni le ha recibido ni le ha llamado nunca. Por si las moscas, el de Zec le felicitará para su próximo cumpleaños, que está al caer. Lo tiene marcado, y bien marcado, en su agenda. Algunos cleptócratas están convencidos de que hay tentáculos que inspiran confianza.

  ¿Solo los viajes por la gorra del ex director general de la CAI Tomás García Montes, o las maniobras inmobiliarias del exdirectivo Alfaro y el exsocio Marrero, provocaron el agujero de tres mil millones de euros de la entidad financiera aragonesa?

  Después de toda una vida disfrutando del reconocimiento social, sorprende de algunas personas que, en un abrir y cerrar de ojos, pierdan toda consideración por decisiones equivocadas. Es el caso, decimos, de García Montes, que pasó de dinamizar la CAI a saquearla. Pero también, salvando las distancias y las motivaciones, de Arthur Conan Doyle, que consiguió fama y dinero escribiendo sus novelas de Sherlock Holmes para después matar el personaje y entregarse al espiritismo en un apostolado desquiciado. El ser humano es tentado a veces por la fe en el dinero o por la confianza en las malas compañías, y en ese tránsito pierde amigos, conocidos y saludados.

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